El antropólogo José Garriga Zucal explicó en la 99.9 las conclusiones a las que arribó después de investigar los movimientos de distintas barras bravas. “Nos cuesta mucho entender que hay otros sentidos para hacer lo que ellos hacen”, indicó.La violencia en el fútbol no es algo nuevo, sino que durante años se ha incrementado de manera tal que hoy es prácticamente incontrolable. Quien ha estudiado mucho sobre el tema es el antropólogo José Garriga Zucal, quien escribió el libro “Haciendo amigos a los golpes”, y en la 99.9 explicó que ese trabajo fue parte de su tesis de maestría. “Trabajé durante 10 años el tema de violencia en el fútbol, haciendo lo que los antropólogos llamamos trabajo de campo. Quería entender la lógica de la violencia para los mismos actores, es decir que trabajé con barra bravas”.
Después de tanto trabajo, argumentó: “No logré entender todo, pero varias de las lógicas sí. Nos cuesta mucho entender que hay otros sentidos”.
Las conclusiones que sacó tiene que ver con distintas lógicas que los llevan a comportarse de formas poco habituales para los demás. “Está la lógica del poder, que tiene dos dimensiones: una cuestión material que permite recursos, se accede a trabajos, dinero y contactos a través de ser parte de la hinchada. También hay una lógica de prestigio; se transforman en nombres respetados más allá del ámbito mismo de la hinchada”, argumentó.
Porque no se trata sólo de personas de bajos recursos, como a veces se intenta limitar la cuestión: “Son figuras públicas que ganan el prestigio a través del temor, pero también son una fuente de recursos para otras personas. Muchos son también de clase media, son mecanismos de reproducción del lugar que tienen en el espacio social”. Como ejemplo indicó que “en algún momento, el jefe de la barra de Huracán tenía acceso a conquistas sexuales sólo por el lugar que ocupaba en la hinchada”.
Teniendo en cuenta este panorama, Garriga Zucal planteó algunos puntos que para él son importantes: “Es necesario que en la cuestión del fútbol no pensemos que sólo van por la plata; es importante, pero no es lo único. También si pensamos que sólo van por el prestigio nos estamos equivocando. Hay una dimensión material y una dimensión moral”.
Por otro lado, en su investigación fue testigo de la complicidad entre los barras y la política: “Esa conexión es visible. En todos los clubes se da de forma distinta. En mi trabajo se evidencian los vínculos con líderes políticos de la ciudad de Buenos Aires. Estaba formado a partir de que estos grupos tienen algo que le sirve a la política, que es la mano de obra violenta. Hace unos años, los políticos necesitaban seguridad en algunos actos y las daban muchas veces las barras bravas; hoy no está tan priorizado, pero siguen dando esos servicios”, explicó.
Las clases sociales están muy mezcladas en este ámbito, y por ello, el antropólogo refirió: “Hay que romper la relación directa entre violencia y pobreza. Esa relación es imposible en la violencia, los líderes de la barra de River son de clase media y media alta en muchos casos. Eso lo encontraremos en todas las hinchadas. Esto tiene que ver con que esa lógica de la violencia se expande mucho más allá de los sectores populares”.
Ser un barra brava para algunos puede ser la oportunidad de encontrar un sector donde sentirse importantes: “se construye un lugar de pertenencia que es deseable para muchos jóvenes –continuó-. En un mundo de suma inestabilidad como el nuestro, ser parte de una barra brava resulta sumamente importante”.
La lógica de aquellos que están fuera de la barra es distinta de los que están dentro, y eso, simplemente, explica la diferencia de comportamientos: “Nosotros pensamos la violencia como una sinrazón, o el embarazo adolescente como un error, pero cuando lo vemos desde otro punto, nos encontramos con otros sentidos que no son los nuestros. No entendemos por qué alguien se pelea a muerte por el acceso a algunos recursos”, finalizó.