Después de una larga batalla legal, un alto tribunal de Lima le ordenó al Ministerio de Salud de Perú respetar la decisión de la psicóloga Ana Estrada Ugarte, que sufre de poliomelitis, de poner fin a su vida.
La Corte Suprema de Justicia de Perú ratificó el fallo que reconoce el derecho fundamental de la peruana Ana Estrada Ugarte de poner fin a su vida a través de la eutanasia.
La psicóloga padece polimiositis, una enfermedad rara, tratable pero incurable, que inflama y debilita los músculos voluntarios del cuerpo, aquellos que permiten los grandes movimientos de distintos huesos.
Hace unos seis años tuvo que renunciar a su autonomía, lo que llevó a que se pusiera bajo el cuidado de enfermeras 24 horas al día.
“Hoy ha triunfado la justicia. Ha ganado la vida y el derecho a la autonomía y libertad”, manifestó Estrada en Twitter tras el fallo de la corte.
Lo que sigue a continuación es la historia de Estrada contada por ella misma a BBC Mundo en 2019, cuando luchaba para que la Justicia le reconociera su derecho a “morir dignamente”.
Hay gente que piensa [que estoy deprimida]. Pero es al contrario.
Desde donde estoy ahorita, en mi cama, con un dedo [en mi blog] he llegado a muchísimas partes del mundo, a gente que no conozco.
Es como si mi mente y mi corazón estuvieran volando por el mundo, cosa que nunca me había pasado. No había tenido esta sensación como de satisfacción plena.
La persona que quiere morirse porque está deprimida lo puede estar por diferentes causas, no solamente por enfermedad.
Hay un concepto del suicidio como [algo] autodestructivo. Pero mi caso es completamente diferente.
Esto se trata del amor por la vida, de libertad. Yo amo tanto la vida que una vida sin libertad no es vida.
Yo sí he estado deprimida y sí me quería morir. Fue en 2016, después de la traqueostomía.
Lo había perdido todo. Lloraba todos los días.
Les pedía [a mis padres] “ayúdenme a morir”. Imagínate pedirles eso a los papás. Y se lo pedía como reclamando.
Siento que fui injusta. Pero me fui recuperando, y eso ya pasó.
Elegir morir
Cuando estuve más lúcida, decidí no hacerlo [suicidarme], porque había mucho riesgo, para mi entorno, para mi familia.
Hubiera sido una muerte en la clandestinidad, solitaria, dolorosa, con miedo.
Le hubiera estado pidiendo a alguien que cometiera un delito, y eso para mí era muy angustiante y muy frustrante.
“Cómo quisiera poder hacerlo y no pedírselo a nadie”, me decía. Así que al final decidí que no, que no quería poner en riesgo a nadie.
Luego pude comenzar a entender lo que significaba, ya no morir de manera autodestructiva, sino elegir morir.
Ahora ya estoy bien, lúcida, y puedo ver la diferencia claramente.
[Si estuviera deprimida] no tendría la fuerza, la lucidez para manifestarme como lo he hecho este año.
Más bien, mi mensaje hubiera sido otro. Hubiera sido: “Por favor, me quiero morir. Ayúdenme”.
Luchar por la vida
[Mi mensaje ahora es que] en verdad yo estoy luchando por mi vida, no por mi muerte, porque el concepto de vida es tan completo que también incluye la muerte. No están separados.
Además, tenemos el derecho a una vida digna, que es un derecho constitucional.
Y para mí, tener una vida digna es tener libertad, autonomía, decisión sobre ti mismo.
Siento que ahora no tengo el control de mi tiempo ni de mi cuerpo, ni de mi vida.
Quiero tener el control de mi tiempo, de mi cuerpo, de poder elegir cuándo morir, porque se trata de la libertad de elegir.
La libertad de elegir es un tema relacionado a la vida, para mí. Por eso digo que, de alguna manera, yo estoy luchando por mi vida, por la vida que quiero para mí.
[La enfermedad] sigue avanzando y no quiero llegar al sufrimiento, así que lo que quiero simplemente es tener la libertad de elegir cómo, cuándo.
También podría decir que estoy luchando por mi muerte, pero no lo estoy, porque yo no me quiero morir ahora.
Mi familia me apoya.
Lo que aprendí de mi familia y de los que me quieren es que no existe mayor gesto de amor que el de apoyar al ser amado a morircuando ya no de más ¿no?, que ese gesto de desprendimiento.
Creo que para ellos fue “te amamos tanto, que si tu quieres esto, te vamos a apoyar. Así como te apoyamos buscando tratamientos, luchando por tu vida, también vamos a luchar contigo por esto [la muerte]”. Es muy paradójico ¿no?
“Qué bueno que no lo hice…”
El día que se apruebe mi derecho va a ser el mayor logro de mi vida.
Si al final lo uso o no… Una vez que tenga el derecho, ya sabré qué hacer.
Aunque yo creo que sí lo voy a usar, por cómo me siento.
Estoy cada vez más agotada y uso la poca energía que tengo para esto, para preparar el terreno para cuando ya no pueda más.
Al final hay muchos que no lo usan, porque tener la libertad te da el poder de aguantar el dolor, el sufrimiento. Sabes que en cualquier momento, si tu lo deseas, ahí está esa carta.
Si dicen que no, veremos qué pasa. Probablemente me sentiré mal, decepcionada. Sería una derrota.
Pero primero quiero luchar por esto con la misma fuerza y entusiasmo, y que se cree un precedente. Si en algún momento alguien aparece por ahí, que se coja de este caso.
Además, ahora que soy activista, he comprendido que fue bueno que no lo hiciera [suicidarme], porque me hubiera perdido toda esta batalla por el derecho a la muerte digna.
Al final me ha dado una razón de vivir, lo que es paradójico.
Me ha dado fuerza. Suena loco, pero me ha motivado muchísimo. Descubro cosas cada día y conozco y converso con personas. En fin, ha sido un viaje de todo este año.
Para mí ha sido gratificante.
Desnudos
Otro de los recorridos más bonitos de este proceso ha sido reapropiarme de mi cuerpo.
En 2015, en el hospital, me intervinieron. Mi cuerpo cambió, perdí muchísimo peso, y sentí que regresó un pedazo de carne, un muerto, a la casa.
Para mí era difícil mirarme mirar al espejo.
Pasó el tiempo y en 2018, en paralelo a eso de ir investigando, comencé a aceptarme.
Como tenía tanto tiempo para estar en internet, comencé a seguir a muchos fotógrafos y a mujeres con alguna discapacidad, con algún problema en la piel o en el cuerpo, que se tomaban fotos desnudas.
Para mí era una cosa tan hermosa, tan inspiradora, que me dije “yo quiero esto”.
Que me fotografíen desnuda ha sido como recuperar mi cuerpo; ya no solamente aceptarlo, sino quererlo.
He vuelto a recuperar el erotismo, la sensualidad, que es encontrar belleza donde hubo dolor, donde tengo la traqueostomía, en las imperfecciones, en el cuerpo que necesita estos dispositivos artificiales.
Ahora veo mi cuerpo y me encanto. Me gusto mucho.
Hace poco una fotógrafa me dijo que había conseguido ampliar el concepto de erotismo.
Es cierto que el erotismo abarca no solamente el cuerpo perfecto. Es otra cosa, es la vida misma.
¿Cómo alguien que se quiere morir está buscando estas cosas?
Es porque no se quiere morir, sino porque se quiere la libertad.