La policía desplegó miles de efectivos y tanquetas antimotines para bloquear el acceso de los manifestantes a la capital francesa.
La policía francesa desplegó este viernes miles de efectivos, vehículos y tanquetas antimotines para impedir el acceso a París del autodenominado “convoy de la libertad” que, a semejanza del movimiento de protesta antivacuna que bloquea la capital de Canadá, se manifiesta en Francia contra las restricciones sanitarias vigentes, pero también contra el gobierno del presidente Emmanuel Macron.
Cerca de 3300 vehículos participan en la protesta, que partió de diversas ciudades del país y cuyo ingreso fue prohibido no solo en París, sino también en Bruselas, su destino final. A pesar de que sus organizadores evocan ante la prensa “una movilización de fenomenal amplitud”, la caravana parecía este viernes muy lejos de poder compararse con el movimiento de los “chalecos amarillos”, que agitaron a Francia durante semanas en 2018 y 2019.
Manifestación heteróclita de opositores al gobierno –pero sobre todo a Macron– y de “chalecos amarillos”, el movimiento fue organizado y convocado a través de las redes sociales y las apps de mensajes encriptados. Sus integrantes exigen el fin del pase de vacunación y defienden múltiples reivindicaciones sobre el poder adquisitivo y el precio de la energía. Todo, resumido en una frase clave: “Devuélvannos nuestra libertad”.
Como los “chalecos amarillos”, los manifestantes del “convoy de la libertad” se declaran “apolíticos” y “apartidistas”. Sin embargo, este movimiento parece integrado en su gran mayoría por personas extremadamente sensibles a las teorías conspirativas y a las fake news. Uno de sus organizadores, conocido en las redes sociales con el nombre de Remi Monde, fundador del colectivo “Bloqueemos todo”, denuncia “un complot mundial” para controlar a todos los ciudadanos del planeta a través de, entre otros, el pasaporte de vacunación.
“En ese mismo documento entrarán poco a poco todas nuestras actividades, gustos y actitudes. Para ir cortándonos cada vez más libertades y controlarnos hasta cuando dormimos”, declara.
Un tema recurrente entre los argumentos de muchos manifestantes que integran la caravana es luchar contra la imposición en Francia del llamado “crédito social”. Invento del actual régimen comunista chino, que lo lanzó entre 2014 y 2020, ese sistema ahora informatizado establece archivos secretos (dang’an) sobre cada individuo, al darle o quitarle puntos según su conducta y el respeto de las reglas vigentes, que le permitirán luego acceder –o no– a cualquier actividad.
“Es como una suerte de ‘permiso de conducir por puntos’”, explica la sinóloga Chloé Froissart. “Fue creado para seleccionar a los candidatos a la integración urbana en la década del 2000 entre los ‘inmigrantes del interior’ del país. Esa gente es calificada según varios criterios: ser capaz de cubrir sus necesidades, pagar sus impuestos y cotizaciones, tener una vivienda fija, etcétera. Después, el sistema se extendió a amplios sectores de la sociedad y aspectos de la vida privada, gracias a la inteligencia artificial”, agrega.
Tras la amarga experiencia de los “chalecos amarillos” al comienzo de su mandato y cuando faltan menos de 60 días para la primera vuelta de las elecciones presidenciales, Macron llamó este viernes a la calma. “Estamos todos muy cansados” tras dos años de pandemia, reconoció el jefe del Estado. “A veces, esa fatiga se traduce en cólera. Comprendo y respeto. Pero llamo a todos a una extrema calma”, dijo. Y agregó: “Todos necesitamos concordia y mucha indulgencia colectiva”.
Destino final
Los manifestantes pretenden seguir viaje a Bruselas para una “convergencia europea” prevista para el 14 de febrero, a pesar de que las autoridades belgas también decidieron prohibir el acceso a la capital, ya que nadie gestionó formalmente una solicitud de permiso de manifestación.
Ante los riesgos de “perturbación del orden público” la prefectura de París prohibió la movilización y el ingreso a la capital desplegando “un dispositivo específico”, compuesto por grúas especiales y fuerzas de seguridad antimotines. Aquellos que violen la decisión de las autoridades son pasibles de seis meses de prisión y 7500 euros de multas.
“Seremos extremadamente firmes en caso de bloqueo”, declaró el primer ministro francés, Jean Castex. “La vacunación es una forma de respeto hacia los otros”, insistió por milésima vez desde que comenzó la pandemia.
Por su parte, el vocero del gobierno, Gabriel Attal, lanzó una advertencia contra “toda tentativa de instrumentalización” política del “cansancio de los franceses” debido a la pandemia. Hasta ayer, todos los partidos políticos –salvo una minúscula formación de extrema derecha, Patriotas, que decidió ir a recibir al convoy en las inmediaciones de la capital– se habían pronunciado en favor del pasaporte de vacunación.