Un prototipo de batería de litio desarrollado en el INIFTA podría convertir a Argentina en uno de los pocos países del mundo capaces de producir una tecnología con enorme potencial.
Frente al progresivo agotamiento del petróleo -al que los pronósticos más optimistas le dan como mucho 50 años más- una de la alternativas más promisorias para los vehículos son los motores eléctricos, que dependen de baterías muy potentes para ofrecer cierta autonomía funcional. De ahí que el litio, el mineral en que se basan esas baterías, sea considerado por muchos expertos como la clave de la próxima revolución energética, y un recurso que ubica a nuestro país en una extraña posición.
Y es que si bien Argentina posee, junto a Bolivia y Chile, sus mayores reservas del mundo, carece aún de tecnología suficiente para sacar buen provecho de él. Es en ese contexto que el trabajo de un pequeño grupo de investigadores platenses concita por estos días una enorme atención. Tras haber logrado sintetizar el material activo (el alma de las baterías), científicos del Instituto de Investigaciones Fisicoquímicas Teóricas y Aplicadas de La Plata concentran gran parte de las expectativas argentinas por multiplicar el valor de sus reservas de litio convirtiéndose en el primer fabricante de baterías en Latinoamérica y uno de los pocos a nivel mundial. Para dar una idea del negocio que está en juego basta tener en cuenta que la tonelada de litio en bruto, tal como hoy lo vende en gran medida nuestro país, se paga unos 300 dólares en el mercado internacional.
Pero si ese litio es purificado en carbonato de litio (para alcanzar la concentración que exige la industria) su precio asciende a unos 6 mil. Cada batería de litio para un auto eléctrico (que tiene apenas 10 kilos) cuesta en 15 y 20 mil. Con todo, no se trata solo del mercado automotriz. Desde que en 1991 Sony lanzó la primera batería recargable de ion-litio, su uso se ha extendido a un gran número de dispositivos eléctricos, desde motos a teléfonos celulares. Aun así sólo un puñado de países han logrado hasta ahora desarrollar la tecnología suficiente para su fabricación: Japón, Estados Unidos, Corea y China, el último de los cuales domina hoy el mercado mundial gracias a litio extraído en nuestro país.
EL ALMA DE LA BATERIA
“Nosotros ya veníamos trabajando con otro tipo de baterías experimentales cuando en 2011 la presidenta de la Nación habló de la necesidad de incorporarle valor agregado a las reservas de litio de nuestro país. Fue en ese momento que la Universidad de La Plata nos asignó un proyecto con 120 mil pesos de presupuesto en dos años para empezar a investigar en materiales activos para baterías de litio. Y aunque era poca plata considerando que sólo una fábrica en China invierte 10 millones por año en investigación, a nosotros nos permitió abordar el tema en serio por primera vez”, cuenta el doctor Arnaldo Visintin, director del proyecto desarrollado en el INIFTA bajo la órbita de la facultad de Ciencias Exactas de la UNLP y el CONICET. El alma de una batería de litio, el material activo -objeto de la investigación emprendida por el equipo de Visintin- es a la vista una película que se aplica en forma de pintura sobre la sucesión de placas de ánodos y cátodos que conforman la batería. De su composición depende el potencial de ésta para cargar y transmitir energía en forma estable, un secreto que las empresas que poseen la tecnología no están dispuestas a compartir. Gracias a un acuerdo de cooperación internacional que la Universidad de La Plata tenía con la República Checa, uno de los integrantes del equipo (el doctor Jorge Thomas, actual jefe del Laboratorio de Baterías de Litio del INIFTA) pudo viajar a ese país para trabajar con un grupo científico que ya venía trabajando en el tema. Fue a partir de esa experiencia que se pudo incorporar el conocimiento con el que luego se logro desentrañar la “cocina fina” de ese material. “Tuvimos que hacerlo por nuestra cuenta porque a ese nivel nadie te comparte ninguna información, pero en poco tiempo obtuvimos material activo para fabricar ánodos y cátodos con una efectividad similar a los de las baterías de litio de Sony. Pero además estamos trabajando ya en forma experimental con otras compuestos que tienen hasta cuatro veces más capacidad que los que existen hoy en mercado”, cuenta Visintín.
UNA FABRICA Y UNA PLANTA PILOTO
Cuando en su búsqueda por desarrollar baterías de litio el equipo platense comenzó a obtener resultados alentadores, el Fondo para la Investigación Científica y Tecnológica de la Nación le otorgó un nuevo proyecto de investigación y desarrollo; esta vez con un presupuesto de 4 millones de pesos pero también una dura condición: asociarse con alguna empresa privada dispuesta a invertir un capital similar.
“Empezamos a buscar empresas que pudieran interesarse, pero nadie se la quería jugar -cuenta Visintin-. Incluso firmas muy prestigiosas nos dijeron que preferían seguir importando baterías de China. Por fortuna conocimos a un empresario cordobés que fabrica baterías de plomo ácido y quería dar un salto tecnológico, con el que empezamos a trabajar junto a otro equipo de investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba”.
En base al material activo aportado por el grupo del INIFTA y un convenio con la República Checa que facilitó los planos para la instalación industrial, esa empresa, que se llama Sol.ar, está construyendo ya una fábrica de baterías de litio en Córdoba. “Si todo marcha como esperamos, antes de mitad del año que viene ya se estarían produciendo baterías de litio de 100 ampers hora en Argentina, algo que muy pocos países del mundo están hoy en condiciones de hacer”, asegura el doctor Visintin. Con todo, la futura fábrica de Córdoba -acaso la primera de su tipo en Sudamérica- no sería el único fruto de un proyecto de investigación iniciado con apenas 60 mil pesos como capital inicial.
Interesada en el potencial que ofrece esta tecnología, el año pasado se sumó la firma Y-TEC, un consorcio integrado por YPF y el CONICET, que ya está construyendo un centro de investigación en Catamarca y una planta piloto en la Destilería La Plata. “Lo que nosotros desarrollamos es un prototipo de batería de laboratorio, que si bien sabemos que funciona es necesario pasar ahora a una escala mayor -explica el doctor Jorge Thomas-. Eso es precisamente lo que vamos a hacer en Y-TEC: producir el material activo de las baterías, ya no en unos pocos gramos, sino por kilos, el paso previo para dominar la escala industrial y arrancar con la fabricación de baterías de litio en el país”.