En diálogo con INFOnews, la poeta y psicoanalista Eva Puente habló sobre el libro que escribió acerca de las experiencias del sobreviviente de la Shoa, Jack Fuchs. La génesis del proyecto y la dificultad de decir algo original sobre aquella tragedia. Eva Puente dividió su vida profesional entre el psicoanálisis y la escritura. Presidenta de la Fundación Centro de Estudios Psicoanalíticos y docente universitaria, en 2011 se topó con Jack Fuchs, un sobreviviente del Holocausto que reside en Buenos Aires. De sus encuentros, surgió la idea de escribir un libro que retratara las experiencias de intenso dolor y resistencia que debió atravesar durante el dominio nazi de Europa.
De esa manera, nació “El árbol de la muralla”, un material que combina elementos de la poesía y de la psicología para reconstruir una historia muy difícil de contar. Hoy se conmemora el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto e INFOnews convocó a Puente, quien contó cómo fue la génesis del proyecto editorial que luego se transformó también en un documental que grabaron en el mismísimo lugar en que el horror tuvo lugar: Polonia.
INFOnews: ¿Cómo llegó a conocer a Jack Fuchs?
Eva Puente: En el año 2009 me lo presentó Daniel Stolar, para entonces docente en la cátedra de Capital Social y Valores Éticos de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. Me habló de él, del modo particular que tiene ese hombre de leer la realidad. De la sabiduría de sus palabras, de la claridad de conceptos que superan lo descriptivo del horror y penetran el alma de ese horror para dar cuenta de lo oscuro de lo humano. El Holocausto, un tema marcado por palabras que refieren hechos escalofriantes, imágenes que se graban en la retina como el espectáculo más espectral del que podamos tener registro, representaban solo escenas de una película repetida y por repetida yo había perdido mi capacidad de sorpresa respecto a esos hechos que había protagonizado la humanidad. Decidí invitarlo a dar una charla en la institución que presido. Me atraía la idea de escuchar el relato de ese espanto que nuestra lógica, al decir de Jack, no puede alcanzar a comprender dado que no lo vivió.
IN: ¿Cómo fue su primer encuentro?
EP: Antes de aceptar una charla, Jack siempre quiere conocer el lugar y las personas responsables de ese lugar. Así, antes de decidir su participación, pidió conocerme. Me dirigí a su encuentro con pocas expectativas; las pocas expectativas se debían a todo lo que había escuchado respecto a la Shoá, la enorme cantidad de películas y textos que se han producido al respecto. No soy judía y por no serlo el tema era lo que podía ser para alguien que creía no ser parte de esa realidad. Por otro lado, estaba atravesando un duelo y estaba como se puede estar en un duelo, con una tristeza que lo empañaba todo. El tema nunca había despertado mi interés y yo no estaba en esos días para incorporar algo nuevo o dejarme sorprender por razones humanas diferentes o de apertura. Conocer a Jack fue despertar mis sentidos y mi razón a razones que me superaban y me conectaban con lo más humano y lo menos humano de mi discernimiento. Ese hombre me arrebató esa oscuridad con la luz de su palabra clara y develadora. Hablamos durante dos o tres hora y me fui de allí con una alegría extraña y combativa. Ya no volví a ser la misma que llegó esa tarde a su encuentro, algo despertó en mí, algo que solo años después se vería liberado por mi letra en un libro.
IN: A partir de las conversaciones que mantuviste cada martes con él, ¿fue cambiando tu mirada sobre el Holocausto, fue adquiriendo más complejidad?
EP: Cada encuentro con Jack me tocaba el alma. Nunca nada me conmovió como su decir. El horror penetró mis raíces humanas y ya no pude abandonar esa temática. Un horror sin nombre, lo innominado se apoderó de mí y comencé a escribir casi compulsivamente. El tema se convirtió en mi motivo de lectura y ocupaba mis pensamientos.
IN: ¿Cuál es el principal rasgo en que tu propio libro se diferencia de los anteriores?
EP: En primer lugar, soy poeta, por eso se trata de un texto que está escrito desde la mirada de la prosa poética y descifra el horror innominado de lo que solo se puede atravesar de ese modo, dado que la lógica de quienes sobrevivieron se aleja y deja sin aliento a la lógica de los que solo miramos como espectadores de lo que no vimos ni vivimos.
En segundo lugar, el hecho de que soy psicoanalista y leo esos hechos desde la naturaleza humana. Es un libro que ha sido escrito desde las tripas y que al releerlo para corregirlo he llorado sin poder detener las lágrimas. En tercer lugar, no soy judía y eso me da una visión diferente y de una intensidad que solo desde ese lugar puede surgir.
Sin soberbia inocente, toda soberbia tiene cierta inocencia que pone velos a la mirada… Pero, soberana de mi decir, considero que mi texto es un texto diferente a otros.
IN: ¿Por qué le puso ese título al libro?
EP: El nombre del libro y de la película surge del primer hecho que me atravesó el alma en el relato de Jack y el que me llevó a pensar en el libro y desde lo visual en un documental sobre la vida de Jack. Cada verano anterior a los hechos, Jack jugaba con sus amigos al fútbol en un espacio donde había una muralla y detrás de esa muralla, un árbol. Un árbol cuyas raíces atravesaban la pared. Ese árbol, por las bajas temperaturas, moría en invierno; y era en esa época que esas raíces atravesaban todo para preservarse. Jack me cuenta que él se sorprendía cuando en primavera al regresar al juego veía que el árbol había revivido con toda la potencia.
Jack atraviesa todos los horrores, enfermedades, necesidades… Seis años transcurren entre el gueto, los campos de concentración y la liberación. Dormir día tras día al lado de personas que al despertar en la madrugada están muertos. Crueldades y mutilaciones sin final acordado. Pero finalmente en primavera renace todo, con la llegada de los Aliados.