Las lanzaderas Blue Origin o SpaceX son la vanguardia de la revolución tecnológica.
Eric Schmidt es un fan declarado de una cita magistral de Alan Kay, uno de los grandes pioneros en la computación. “La mejor manera de predecir el futuro es inventándolo”, dice. Es la premisa que siguen compañías tecnológicas como Amazon, Facebook, Microsoft, Apple o Tesla. El presidente de Alphabet, la firma más potente en Internet, añade que el progreso es fruto de un “consenso” de personas que se marcan un objetivo ambicioso y arriesgan para lograrlo.
El desarrollo tecnológico, en otras palabras, es posible porque se crea un ecosistema de personas que se ponen a construir sus diferentes partes, como sucedió en el origen del ordenador personal y después de Internet. Las compañías que citó Schmidt tienen al frente emprendedores que con sus ideas innovadoras están ejerciendo un efecto sísmico en la vida de miles de millones de personas. Esa ambición por cambiar el mundo lleva la diversificación de sus empresas al extremo máximo. Jeff Bezos, fundador del portal de comercio electrónico Amazon, y Elon Musk, del fabricante de coches eléctricos Tesla, ven el futuro más allá del planeta Tierra. Estos dos genios del universo corporativo estadounidense lideran ahora la carrera por la conquista comercial del espacio con las lanzaderas Blue Origin y SpaceX. De hecho, no son pocos los que en Wall Street creen que la verdadera revolución tecnológica está sucediendo ahí más que en el iPhone.
El ordenador portátil, por ejemplo, se inventó en 1983 como herramienta para ayudar a los astronautas. Tres décadas después, Blue Origin y SpaceX han conseguido devolver a la Tierra sus cohetes Shepherd y Falcon para reutilizarlos en otros lanzamientos. Es el primer paso para avanzar hacia algo más ambicioso: convertir las misiones espaciales en un negocio rentable. De hecho, están consiguiendo acelerar la reducción del coste del acceso al espacio. La dinámica en la industria espacial, como explica Bezos, es muy lenta. Por eso su misión, añade, es utilizar sus recursos para construir la infraestructura que permita a la nueva generación de emprendedores explotar comercialmente el espacio, para que tenga la misma oportunidad que tuvo Amazon de prosperar gracias a que ya existían las redes de transporte, de computación, de comunicación y de pagos.
SpaceX realiza misiones de abastecimiento a la Estación Espacial Internacional. El trabajo de Musk, sin embargo, tiene como objetivo último la colonización de Marte. Alphabet también tiene proyectos en marcha en el ámbito espacial, centrados más bien en la explotación de los recursos que no encuentra en la Tierra. “Es bueno cuando hay distintas motivaciones en juego”, valora Bezos, “hay que ir al espacio para salvar la Tierra, porque este es el mejor planeta”.
El fundador de Amazon explica que el ritmo al que crece el uso de energía provocará que en unos centenares de años se necesite cubrir todo el planeta con paneles solares. Por eso su visión pasa por trasladar la capacidad industrial pesada construyendo fábricas en el espacio, porque ahí el recurso energético es ilimitado. Blue Origin espera realizar los primeros vuelos con humanos en 2017. SpaceX espera poder llevar al hombre a Marte antes de una década.
“Tenemos que retarnos”, dice Schmidt, “porque ningún sueño es lo suficientemente grande”. Es su manera de mostrar también su decepción porque durante la última década se haya perdido ese empuje por encarar los grandes retos y aportar soluciones a los problemas que afronta la humanidad. Si una máquina es capaz de mimetizar la intuición humana y ganar al Go (un juego vietnamita), afirma, es porque existe esa curiosidad que lleva a la civilización a avanzar aunque sea a costa de fracasar.