Cada vez son más las personas de corta edad que incorporan este tipo de bebidas a su día a día, lo cual puede producir severas consecuencias a largo plazo.
El consumo de alcohol en los más jóvenes es un tema que preocupa a muchas familias y, además, a los profesionales de la salud. A medida que pasa el tiempo las cantidades que se consumen son cada vez más altas y la edad de comienzo baja poco a poco. La situación ha llegado a tal punto que la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que una de cada cinco muertes de jóvenes está relacionada a su ingesta.
En relación al alcohol en sí mismo, es importante saber que “es la sustancia psicoactiva más consumida en nuestro país, de la que más se abusa y la que más problemas sociales y sanitarios causa”, explica la Dra. Eleonora Marzorati, médica psiquiatra del staff de Medicus.
El principal inconveniente que presenta su consumo es que, aunque las bebidas son ricas y es placentero tomarlas, actúa como “un tóxico, psicotrópico, depresor del sistema nervioso central, que además genera dependencia, tolerancia y adicción. En este sentido, la experta señala que se encuentra en una escala media en comparación con otras sustancias. “El tabaco es de las que tienen más chance de desarrollar dependencia a partir de la primera vez que se consume, con un 32% de probabilidades”, asegura la Dra. Marzorati, que a su vez aclara que el alcohol tiene un 15%, similar a la cocaína, que detenta un 17%.
Todos saben que tomar un vaso o una copa es perfectamente compatible con la salud y con un buen funcionamiento del cuerpo. Sin embargo, la ingesta excesiva de esta sustancia puede derivar en una intoxicación, que a su vez puede tener severas -y permanentes- consecuencias sobre la salud de la persona. “Los trastornos en la marcha y en el lenguaje, los cambios clínicos, las conductas de riesgo y los accidentes de tránsito, se encuentran entre los principales efectos adversos”, indica la especialista de Medicus. Es importante destacar que entre las conductas de riesgo se encuentran los embarazos no deseados y el contagio de enfermedades de transmisión sexual, ya que el estado de ebriedad suele estar de la mano de la desinhibición y de la falta de cuidado.
En los jóvenes, puntualmente, la preocupación aparece porque la edad de comienzo de la ingesta de alcohol es cada vez más baja. Si se hace una comparación con generaciones anteriores se puede ver claramente este cambio de conducta. “Quienes hoy tienen entre 50 y 65 años comenzaron a consumir esta sustancia a los 19 o 20 años, mientras que quienes actualmente rondan los 17 años empezaron a hacerlo a los 14”, advierte la Dra. Marzorati.
En este sentido, además, hay algunas estadísticas que despiertan preocupación. El 77% de los chicos entre 12 y 18 años ha tomado alcohol, en cualquiera de las bebidas que se ofrecen en el mercado. Más grave todavía, el 37 % de esos jóvenes ha tenido algún episodio de borrachera.
Actualmente, además, no solo se puede consumir alcohol en los boliches o en los bares. “Los más chicos comienzan a hacerlo en los hogares en las denominadas previas”, aclara la especialista en el tema. En este contexto, se ingieren múltiples bebidas de distinta graduación, en un escaso lapso de tiempo, generalmente con el objetivo de alcanzar el estado de embriaguez. Además, este tipo de encuentros se dan de manera frecuente, por lo que la ingesta de alcohol se hace algo cotidiano.
Esta conducta se constituye como un elemento extremadamente perjudicial para la salud de la persona. “El beber por atracones produce cambios estructurales en el cerebro y facilita la escalada a otras drogas”, aclara la psiquiatra de Medicus.
Por último, la experta afirma que “consumir alcohol antes de los 15 años aumenta cuatro veces el riesgo de dependencia antes de los 18 años”.