Sambo Dasuki, asesor de seguridad del expresidente Goodluck Jonathan, está acusado de apropiarse de forma indebida de dos mil millones de dólares encaminados a combatir a los yihadistas.
Durante tres años fue considerado el paladín de la lucha contra Boko Haram. Aunque, curiosamente, su desempeño caminó de forma paralela al periodo más «exitoso» de los yihadistas. El Gobierno de Nigeria ha ordenado el arresto del coronel Sambo Dasuki, asesor de seguridad del expresidente Goodluck Jonathan, a quien se acusa de apropiarse de forma indebida de dos mil millones de dólares encaminados a combatir a Boko Haram.
Según la oficina de la Presidencia nigeriana, Dasuki -quien ocupó el cargo de consejero nacional de seguridad de la anterior Administración entre junio de 2012 y julio de este año- habría adjudicado contratos «fantasma» para la compra de cuatro aviones de combate, doce helicópteros y municiones, presuntamente, para frenar al grupo armado.
Desde su elección como presidente de Nigeria a finales de mayo pasado, Muhammadu Buhari ha prometido luchar contra una de las lacras que de forma más absoluta sacuden la economía del país: la corrupción. La experiencia es un grado. A finales de 1970, Buhari fue nombrado presidente de la Corporación Nacional Nigeriana de Petróleo y sirvió por dos años como comisionado federal (ministro) para el petróleo y los recursos naturales. Aquí, al contrario que sus rivales, en estos años, los ingresos del crudo no fueron a parar a sus bolsillos.
Porque el paralelismo con el anterior Gobierno resulta sonrojante. En febrero de 2014, el gobernador del Banco Central de Nigeria, Lamido Sanusi, acusaba a la compañía nacional del petróleo local —Nigerian National Petroleum Corporation— de saquear de forma sistemática los ingresos del oro negro.
Durante una comparecencia ante el comité de finanzas del Senado, Sanusi aseguró que, de 67.000 millones de dólares vendidos de petróleo entre enero de 2012 y julio de 2013, 20.000 millones continúan «perdidos». Sanusi sería finalmente apartado de su cargo.
No eran las únicas acusaciones, eso sí. En su reciente gira americana, el propio presidente Buhari pidió a su homólogo estadounidense, Barack Obama, ayuda para localizar y recuperar cerca de 150.000 millones de dólares que su Administración estima fueron saqueados de las arcas gubernamentales en la última década.
Préstamos en la mayor economía continental
La hemeroteca es ruborizante. En julio del pasado año, el entonces presidente Goodluck Jonathan, pedía al Parlamento nigeriano la aprobación de un préstamo exterior de mil millones de dólares para ayudar a las fuerzas armadas a hacer frente a la milicia islamista Boko Haram.
«Ustedes son conscientes de los continuos y graves problemas de seguridad a los que se enfrenta la nación (…) Por esta razón, busco la concurrencia de la Asamblea Nacional para un préstamo exterior», aseguraba entonces Jonathan en su carta, en la que se especificaba que el dinero será empleado para mejorar el equipo, la formación y la logística de las fuerzas de seguridad.
La demanda contrastaba, eso sí, con los números oficiales. Solo unos meses antes, Nigeria se convertía en la primera economía regional, sobrepasando a Sudáfrica, con un PBI anual de 510.000 millones de dólares.