A partir del primero de junio, los militares que decidan abandonar su carrera deberán hacerse cargo de un proporcional del gasto que el Estado invirtió en su formación.
En las últimas horas, el jefe de la Fuerza Aérea Argentina, el Brigadier General Xavier Isaac, ordenó difundir un comunicado interno a todos los destinos aeronáuticos en el que se recuerda la obligación legal de resarcir monetariamente a la institución cuando se incumplen los denominados “compromisos de servicio”.
“A partir del primero de junio del corriente año, el personal militar que solicite la baja o retiro y conlleve la rescisión de un compromiso de servicio vigente deberá reintegrar a modo de resarcimiento el proporcional correspondiente por el tiempo de servicio incumplido más las actualizaciones e intereses equivalentes a la tasa activa del banco Nación“, indica el Grupo Fecha Hora (telegrama militar) número 191753, emitido a primera hora de este martes por la Fuerza Aérea.
En lenguaje llano, lo que el comunicado indica es que a partir del mes próximo, cualquier oficial o suboficial de la aviación militar que opte por discontinuar su vida militar activa, ya sea solicitando el retiro o la baja lisa y llana de la fuerza, deberá haber cumplido todos los compromisos de servicio que firman cuando son enviados a una comisión en el exterior, a una actualización de aptitud de vuelo, a cursar una carrera afín a la profesión aeronáutica o cualquier otra actividad que implique para la FAA una inversión dineraria que debe ser compensada con la prestación de un tiempo de servicios adecuado para que la institución recupere lo invertido.
Infobae dialogó con un vocero calificado de la Fuerza Aérea, quien expresó: “Lo difundido hoy en algunos medios es una comunicación interna, pero de carácter público y no implica la imposición de una normativa nueva. La ley de personal militar (19101), en sus artículos 7, 20 y 21, aborda la cuestión de la misma forma en que lo hace el decreto 164/01, que al reglamentar en la materia deja en cabeza de los Jefes de Estado Mayor de cada fuerza las cuestiones inherentes a la implementación del sistema de compromisos de servicio y los reintegros pertinentes en caso de abandonar la fuerza antes de lo previsto”.
El oficial aeronáutico, además, indica: “La instauración del llamado ‘compromiso de servicios’ tiene un fundamento más que razonable. Por ejemplo, un oficial del escalafón del aire obtiene su habilitación de vuelo luego de que la FAA (es decir, el Estado Nacional) invirtió una gran cantidad de dinero en su formación y posterior capacitación. Ese oficial firma un compromiso por el que le asegura a la fuerza estar al menos 3 años al servicio de esta para, de esa manera, devolver al país lo que se invirtió en su persona. Si no lo cumple, debe reintegrarle al Estado lo que este gastó en su capacitación”.
Consultado por Infobae acerca de si solo es aplicable a los oficiales pilotos esta medida, el aviador militar respondió: “No, de ninguna manera, a lo largo de la carrera aeronáutica tanto oficiales como suboficiales pueden llegar a firmar varios compromisos de servicio, aún aquellos que no son pilotos. Un destino en el exterior, una capacitación en un área profesional, como ingeniería aeronáutica o tantas otras, siempre implican desembolsos en pesos o divisa. Si el efectivo militar decide migrar hacia la vida civil, la fuerza no se lo puede impedir, pero será instado a firmar un compromiso de pago por la parte proporcional de la inversión realizada para su capacitación”.
Un goteo constante hacia el mundo civil
Siempre dentro de la FAA, este medio se interiorizó sobre los motivos por los cuales militares jóvenes o de mediana edad son tentados para dejar atrás su paso por la vida militar y probar nuevos horizontes, aún teniendo un horizonte promisorio en cuanto a su posicionamiento dentro de la fuerza.
“Cuando yo era cadete de primer año en la Escuela de Aviación Militar, la estrategia de formación indicaba que no debíamos tener mucho tiempo libre, ya que el mismo podría hacer que la vocación o el entusiasmo flaquearan y termináramos pidiendo la baja. Con el paso del tiempo, la vida militar nos va marcando constantes desafíos y el acceso a vivencias increíbles y al uso de elementos tecnológicos que en la vida civil no existen. Uno puede hacer un curso de piloto civil, pero jamás podría volar un caza supersónico en forma privada”, reflexiona un experimentado piloto de caza que admite que la falta de presupuesto y aeronaves para volar termina minando la vocación del personal.
Del diálogo con otros profesionales del aire, surge a las claras que en el presente el drenaje del personal militar hacia el mundo civil obedece no solo a la acuciante situación salarial de las FFAA, sino además al descenso de la actividad profesional, la ausencia de aeronaves, la falta de presupuesto para volar y otros factores de desaliento profesional.
¿Qué se está haciendo para revertir esta situación?
Otro vocero militar consultado coincide con lo anterior y en forma contundente declara: “Debemos reconocer que para en el ser militar se conjugan la vocación de servicio y un espíritu aventurero con el desarrollo de una profesión que le permite a quien la ejerce un relativo bienestar económico. Cuando el militar no puede desarrollar sus aptitudes, no vuela, no navega o no ejercita, y a eso se le suma una degradación salarial que le dificulta la satisfacción de sus necesidades básicas, al malestar le sucede la frustración y la baja o el retiro en busca de nuevos horizontes es inevitable”.
Y agrega: “En el año 2000, la FAA en su conjunto voló 48.450 horas. Esa cifra descendió a 30.000 en 2017. A partir de allí comenzamos a remontar hasta llegar a las 33.352 horas. El camino ascendente que estamos transitando se suma a la paulatina incorporación de aeronaves nuevas y la vuelta al servicio de aeronaves que habían dejado de operar. Nótese, por caso, que el reingreso al servicio del sistema de armas Fokker 28 y la incorporación del Boeing 737 han determinado la necesidad urgente de formar pilotos para tripularlos, y eso implica que más pilotos militares tendrán la posibilidad de volar”.
Según pudo saber Infobae, el inicio del plan de equiparación salarial del personal militar con sus pares de las fuerzas federales de seguridad, hará que por primera vez en mucho tiempo los ingresos castrenses superarán la pauta inflacionaria, lo que –según auguran en el edificio Cóndor- contribuirá a disminuir la sangría de personal.
Un dato no menor está dado por la inserción actual de la carrera militar en el sistema universitario nacional. Desde finales de la década del 90 hasta el presente, el sistema de formación de los institutos de las fuerzas armada fue evolucionando hasta alcanzar la jerarquía de grado universitario. Esto hace que cualquier oficial de las FFAA egrese no solo con un grado militar, sino además con una licenciatura civil que los deja a un paso de completar estudios de ingeniería, administración de empresas u otras, según sea su especialidad militar.
Lo apuntado precedentemente tiene un innegable lado positivo, pero conlleva el riesgo de que ante el menor traspié el militar complete una carrera de grado civil y emigre de la fuerza a la que pertenece.
Marinos, aviadores y la competencia civil
“Mientras que el personal aeronáutico es constantemente tentado para saltar la verja y pasar a la aviación civil, los marinos y en especial los barqueros (personal que tripula y opera los buques de la flota de mar), miran de reojo a sus pares de la Marina Mercante. Un Capitán de Corbeta comandante de un buque militar cobra alrededor de $ 250.000 -la ley vigente considera su grado como equivalente a la jerarquía de Capitán de Ultramar de la Marina Mercante-. En determinadas posiciones, un capitán mercante percibe ingresos mensuales superiores a los $2.000.000 -casi diez veces más que el primero-”, sostienen desde la Liga Naval Argentina. Al mismo tiempo que indican que el éxodo no es mayor, pues en el presente la marina civil tiene un elenco de buques muy reducido. “Con esta brecha salarial y la cantidad de buques que había en 1990, la avalancha sería incontenible”, redondean.
Queda en claro para el mundo militar que el mensaje emitido hoy por el Brigadier General Isaac debe ser interpretado como un llamado de atención y un recordatorio de que no cumplir los compromisos asumidos cuando se es militar, tendrá al menos una consecuencia pecuniaria que se deberá honrar desde la vida civil.
Significativo contrapunto
En forma paralela a lo que sostienen tanto desde el Ministerio de Defensa como desde parte de las distintas jefaturas de fuerza y del propio Estado Mayor conjunto, reafirmando una y otra vez la existencia de una “rueda virtuosa” en el fluir de fondos para inversiones de mediano y largo plazo destinadas a la modernización y reequipamiento militar gracias al FONDEF ( Fondo para la defensa), en las últimas horas el ex Ministro de Defensa y actual vicepresidente de la Comisión de Defensa del Senado Julio Martínez (UCR La Rioja) pidió al gobierno nacional que “se abstenga de firmar contratos multimillonarios de condicionen a futuras gestiones”.
“Mientras que el actual presupuesto solo prevé 60 días de navegación y adiestramiento naval, lo que resulta a todas luces insuficiente para mantener un adecuado nivel de adiestramiento. Y si a esto sumamos que, frente a la inflación, el Gobierno no solo no aumenta el presupuesto, sino que lo reduce, llaman la atención los relatos de compras multimillonarias con dólares que el Banco Central no tiene”, justificó Martínez.
Oportunamente, autoridades navales juzgaron como poco significativa en la práctica la poda de $154.000.000 -que migraron de la llamada “fuente 22″ del presupuesto de la fuerza hacia el Ministerio de Desarrollo Social-. “No nos quitan recursos, solo capacidad de endeudarnos”, sostuvieron ante la consulta en el Edificio Libertad sede de la Armada Argentina.