“No es suficiente tener una presencia estadounidense en el espacio. Debemos tener dominio estadounidense en el espacio”, ha afirmado el videpresidente Mike Pence en la presentación del proyecto.
El presidente Donald Trump pedirá al Congreso asignar 8.000 millones de dólares en los próximos cinco años para crear la Fuerza Espacial de Estados Unidos como la sexta rama del ejército, señaló el vicepresidente Mike Pence. “No es suficiente tener una presencia estadounidense en el espacio”, dijo Pence el jueves en un discurso en el Pentágono. “Debemos tener dominio estadounidense en el espacio. Y así lo haremos”.
Mientras Pence hablaba, el Departamento de Defensa publicó un informe al Congreso delineando un plan para construir una nueva fuerza con agresivas capacidades ofensivas, incluidos sistemas que podrían “degradar, impedir, interrumpir, destruir y manipular las capacidades del adversario”. Un general de cuatro estrellas estará a cargo del nuevo comando. “¡Fuerza Espacial hasta el final!”, escribió Trump en su cuenta de Twitter tras la presentación de Pence.
Trump lanzó por primera vez la idea en marzo, reviviendo un debate que comenzó hace casi 20 años sobre si las actividades espaciales del Pentágono deben estar en un comando separado. En junio, Trump solicitó la creación de la nueva rama, a pesar de la resistencia de la Fuerza Aérea, que actualmente supervisa los programas militares espaciales. No quedó claro de inmediato si la nueva rama sería un componente de la Fuerza Aérea, como el Cuerpo de Marines con la Armada.
El Secretario de Defensa James Mattis también estuvo en desacuerdo con la idea, y argumentó el año pasado que se oponía a la creación de más burocracia en el Pentágono. El jueves, Mattis dijo que “el espacio es uno de nuestros intereses nacionales vitales” y “ya no es un dominio nuevo”.
El Congreso tendría que aprobar el nuevo servicio militar, y los legisladores han estado divididos sobre la idea. La nueva rama tendría que competir por recursos con otras grandes prioridades del Departamento de Defensa que están políticamente protegidas y que el Congreso ya financia.
El plan prevé la creación de una nueva Agencia de Desarrollo Espacial diseñada a partir de dos organizaciones que se especializan en desarrollar rápidamente sistemas altamente clasificados como el bombardero B-21 o crear nuevos usos para los sistemas existentes.
La idea de la agencia es hacerse cargo de la gestión de la mayoría de los satélites no clasificados y clasificados, advertencia de misiles, Sistema de Posicionamiento Global, sensores y programas de estación terrestre que ahora dependen del Centro de Sistemas Espaciales y de Misiles de la Fuerza Aérea y la Oficina Nacional de Reconocimiento.
No está claro cómo se verán afectadas esas agencias con el anuncio y el informe de hoy. En la actualidad, el Centro gasta un 85 por ciento del presupuesto de adquisición en el sistema espacial del Pentágono.
EE.UU. ya cuenta con presencia militar en el espacio. El cielo está lleno de satélites espías y otras plataformas que apoyan la vigilancia gubernamental, las comunicaciones, los pronósticos meteorológicos y otras actividades. La Fuerza Aérea también tiene un avión súper secreto, el X-37B, construido por Boeing Co., que orbita la tierra por períodos prolongados.
Gran parte del impulso para formalizar la nueva rama de las fuerzas armadas de EE.UU. está motivada por la inversión espacial de Rusia y China. En 2007, China disparó un misil para destruir un antiguo satélite meteorológico, en una dramática demostración de su capacidad para desplegar armas antisatélite.
Incluso antes de los comentarios de Trump, el Departamento de Defensa tenía la orden de formular un documento de “concepto de operaciones” para una guerra espacial.