Otros tres cargueros fletados por Teherán están de camino al país caribeño, que sufre una gran escasez de combustible.
El segundo buque iraní enviado a Venezuela cargado de gasolina y otros químicos para refinar crudos ya está en las costas de ese país. El “Forest” ingresó al Mar Caribe el sábado y a aguas territoriales del país gobernado por Nicolás Maduro la madrugada del lunes 25 de mayo. Escoltado también por la Fuerza Armada venezolana, se dirigía al cierre de esta nota a uno de los muelles de la refinería El Palito, según confirmó el vicealmirante Anibal Brito, presentado por el régimen como “jefe de la misión de escolta de las embarcaciones”.
El uniformado confirmó que el barcó entró “sin novedad” a las aguas venezolanas, donde fue recibido por el patrullero oceánico “Yekuana”, el mismo que acompañó la llegada del primer buque persa un par de días antes. Una movilización enorme de recursos militares para proteger las embarcaciones que, a pesar de la retórica de Teherán y de Caracas, no han estado expuestas a peligro alguno. Nicolás Maduro había denunciado que Estados Unidos pretendía interceptarlas.
Aún quedan tres por arribar a aguas venezolanas: Petunia, Faxon y Clavel quienes cruzaron recientemente el estrecho de Gibraltar tras entrar en el Mediterráneo por el Canal de Suez. Estados Unidos ha acusado a la administración de Maduro de haber pagado la gasolina con el oro perteneciente a las reservas internacionales del país.
El “Forest” trae un segundo cargamento de 43 millones de barriles de gasolina, al igual que el “Fortune”, que serán distribuidos en el país que se ha quedado seco de combustible para mover su mercado interno, disminuido hasta los 40.000 barriles diarios en medio de la cuarentena por la pandemia del coronavirus. El contenido de cada buque es menor a lo que, hace más de cinco años, producían las refinerías propias del Estado venezolano en un solo día.
El “Forest” es el segundo de una flota de cinco tanqueros provenientes de Irán del que se ha dicho en reiteradas ocasiones que traen gasolina para el país y así atender la escasez de combustible que impera en Venezuela y que según el Ejecutivo, es culpa de las sanciones establecidas por Estados Unidos a Petróleos de Venezuela.
Pero esa razón no se sustenta en los números. Las refinerías venezolanas, que disminuyron su productividad hasta no más de 10% según reportes extraoficiales -Pdvsa cesura sus informes de gestión desde 2016-, vienen en caída libre desde 2013, seis años antes de que Washington impusiera sanciones a la industria nacional.
Incluso el exministro de Petróleo de Hugo Chávez, Rafael Ramírez, calificó desde su exilio como una “expresión del fracaso” la llegada de los tanqueros iraníes con gasolina pues evidencian que el país no puede producir el carburante y que “Maduro acabó con la principal industria nacional”, producto de su incapacidad y la de “sus siete distintas Juntas Directivas” en el periodo 2015-2020.
Los problemas de gasolina en el país han paralizado la distribución de alimentos, con agricultores denunciando que han perdido 20% de las ya mermadas cosechas nacionales. Incluso hay hospitales y servicios e emergencias que se han visto imposibilitados de utilizar ambulancias y demás vehículos de salvamento por falta de combustible.
Hasta ahora Nicolás Maduro ni su gabinete se han referido directamente al tema de la escasez de gasolina. Tampoco se ha informado cómo será la distribución del carburante, en un país donde la entrega oficial es gratuita pero el mercado negro se ha robustecido sobrando hasta 2,5 dólares por litro.
Hasta ahora, desde que comenzó el confinamiento hace más de 60 días, la gasolina se distribuye en algunas pocas estaciones de servicio, por días específicos acordes a la placa de identificación del vehículo y con público priorizado con salvoconductos (fuerzas de seguridad, vehículos oficiales, médicos y enfermeros).