Paetongtarn, hija del ex primer ministro y magnate de las telecomunicaciones Thaksin Shinawatra, toma el relevo del destituido Srettha Thavisin.
El Parlamento tailandés ratificó el nombramiento de Paetongtarn Shinawatra, del partido de centroderecha Pheu Thai, como primera ministra. A sus 37 años, se ha convertido en la jefa de Gobierno más joven desde el fin de la monarquía absoluta en 1932 y en la segunda mujer en ocupar el puesto. Es, además, hija del multimillonario y ex primer ministro Thaksin Shinawatra, magnate de las telecomunicaciones y otrora propietario del Manchester City, el político más influyente de las dos últimas décadas y miembro de la mayor dinastía política.
El regreso de los Shinawatra al poder representa un momento trascendental en la accidentada historia política del reino, tras años de intentos por parte de esta poderosa familia por recuperar su predominio en el escenario nacional. Con un perfil joven y carismático, se espera que Paetongtarn impulse un cambio de imagen dentro del partido Pheu Thai, para distanciarse así de los turbulentos años de gobierno de su progenitor.
Apodada «Ung Ing», ocupa ahora el tercer lugar entre los gobernantes tailandeses que llevan el apellido Shinawatra, precedido por su padre Thaksin (2001-2006) y su tía Yingluck (2011-2014), derrocados por sendos golpes de Estado. Este apellido está estrechamente ligado a las tensiones que fragmentan el reino desde hace más de dos décadas, enfrentadas entre una vieja guardia monárquica protegida por el ejército y un electorado ávido de reformas. Con todo, este caso rompe todos los esquemas en un país en el que, desde la instauración de la monarquía constitucional, la política ha estado reservada a figuras masculinas de edad avanzada.
Hija del multimillonario Thaksin, Paetongtarn se presentó como única candidata de la coalición mayoritaria liderada por su partido, Pheu Thai, a la votación parlamentaria para designar al jefe del Gobierno. Su ascenso político, quien nunca antes había sido diputada ni ministra, se produce tras la destitución judicial de su predecesor. La nueva líder ha declarado que se siente honrada y feliz por esta oportunidad, pero también entristecida y confundida por la salida de Srettha Thavisin.
Paetongtarn fue elegida por una clara mayoría, gracias a la coalición de 11 partidos que la respaldaban. Esta amplia base de apoyo le permitió superar el umbral de 248 legisladores necesarios para asumir el cargo. Sin embargo, la nueva dirigente entra en un campo minado de rivalidades políticas entre facciones de la élite opuestas, con su padre y la marca política de la familia todavía muy influyentes, pero también ampliamente detestados por sectores conservadores y adeptos a la monarquía.
La premier hereda un panorama político tailandés sumamente caótico y fragmentado. Debe navegar en un entorno dominado por antiguos generales, magnates y veteranos actores del poder, en un reino donde los perdedores de las elecciones rara vez ceden el poder real. Además, los movimientos democráticos han sido rutinariamente golpeados por golpes de Estado y sentencias judiciales. Esta compleja realidad política representa un enorme desafío para la novata. Deberá demostrar destreza y habilidad diplomática para gestionar las profundas rivalidades y tensiones entre las diferentes facciones de la élite que se disputan el control del país. Además, se enfrenta al reto de dirigir la segunda economía más grande de Asia Sudoriental, que lucha por mantener el ritmo de crecimiento de sus pares regionales, lastrada por una enorme deuda de los hogares y un Gobierno inestable, lo que ahuyenta a los inversores y obstaculiza el desarrollo económico.
Los expertos advierten que esta podría ser la última apuesta de Thaksin, sin ningún otro miembro directo de la familia en línea para presentarse al cargo si Paetongtarn cae en problemas legales o pierde las próximas elecciones, previstas para 2027.
Thaksin Shinawatra, el ex primer ministro de 75 años que ha dominado la política tailandesa durante la mayor parte de las últimas dos décadas, sigue siendo una figura central en el escenario político nacional. A pesar de estar en el exilio durante 15 años tras ser condenado por corrupción, mantiene una considerable influencia a través de su partido Pheu Thai y sus conexiones políticas. La fuerza electoral de esta formación, que anteriormente era imparable, se vio menoscabada debido a la implacable presión ejercida por la élite conservadora tailandesa. Éstos han recurrido a medios controvertidos como golpes de Estado, protestas masivas y procesamientos judiciales para intentar someter al magnate de las telecomunicaciones.
El año pasado, Thaksin alienó a gran parte de sus antiguos partidarios con lo que parecía un acuerdo interesado con sus antiguos enemigos conservadores. Este pacto permitió su regreso a casa y que su partido formara el nuevo Gobierno, pero marginó al partido progresista Adelante –de corte modernizador y juvenil, y que logró arrebatarle su posición como principal oposición al establishment político al ganar las elecciones de 2023–, pero al que la clase dirigente consideraba una amenaza de mayor calado. Aun así, esta nueva vía de influencia a través de su hija, ha establecido una línea directa con la oficina presidencial. Esto le permite mantener una presencia política relevante, a pesar de la pérdida de control que Pheu Thai sufrió sobre el electorado tailandés.