En un viaje fueron víctimas de la inseguridad en sus pertenencias. Tras el enojo, emprendieron.
Natalia Rubio (33) y su marido habían pasado unas vacaciones en Chile, cuando a la vuelta se enteraron que su valija había desaparecido. Pasaron unos días hasta que el bulto apareció, pero al abrirla se encontraron con que, a pesar de tenerla envuelta con el film que ofrecen en los aeropuertos, faltaban muchas de sus pertenencias.
Sumado al mal momento, la aerolínea los compensó con apenas U$D 100, que no alcanzaban a cubrir lo perdido. Fue entonces cuando Natalia empezó a idear una solución. Tomó el modelo de otro aeropuerto donde vio productos similares y, máquina de coser de por medio, diseñó una fundas de tela para proteger los bolsos.
Su creación tenía, además, estampados llamativos que facilitaban su identificación en las abultadas cintas transportadoras. Fernando, su pareja, vio que la idea tenía potencial para convertirse en negocio, y la animó a asociarse con dos amigos de él, Pablo Obermuller (37) y Pablo Pérez (33), que hoy se encargan de la gerencia financiera y comercial respectivamente.
Así lanzaron Cubritas en 2016. Los tres con pasado banquero, invirtieron $140.000 para las primeras unidades. Al comienzo canalizaban las ventas por la web, y los domingos se instalaban en una feria en el Hipódromo de San Isidro. Con el producto probado, expusieron en la Feria Puro Diseño, y consiguieron mayor alcance. Mientras tanto, fueron sumando negocios como marroquinerías y tiendas de regalos.
A través de un contacto en televisión, llegaron a diseñar fundas para las valijas de los participantes de Gran Hermano, lo que dio como resultado más masividad y una explosión en redes sociales. Con la posibilidad de hacer diseños personalizados, también tentaron a empresas que pidieron productos con su logo. “Nos pasó que recibimos el pedido de una escuela de inglés que encargó fundas con los nombres de un grupo de alumnos que iba de viaje a Londres”, explica Obermuller, y asegura que otras empresas lo piden como regalo institucional o para los viajes de sus empleados.
Se trata de una alternativa más ecológica, lavable, y que incluye un precinto de seguridad para evitar robos. Además, con la compra de una Cubritas, ofrecen un seguro que, en caso de extravío de la valija, cubre hasta U$D 1200 por seis meses desde su activación.
Se consiguen en su e-commerce a un precio de $ 689, y tienen un promedio venta de 200 unidades por mes. Ofrecen 17 modelos de estampados que van desde camuflados, dibujos de dinosaurios, flores o perros, motivos de viajes y hasta animal print, para los más fashionistas.
Acaban de salir con dos productos nuevos, siempre apuntando al público viajero. El primero, un almohadón en forma de oso hormiguero con tres patas que lo hace más cómodo para dormir en el avión que los tradicionales en forma de U. Y un segundo, que bautizaron “cubremochi”, y funciona como una cofia de baño para proteger la mochila de la lluvia. “Este último surgió de los propios clientes”, aseguran desde Cubritas. Para este año esperan lanzar una línea Premium, y facturar entre $ 500.000 y $ 1 millón.