Los varones que la inhalaron en un spray nasal se mostraron más cooperadores y seguros en situaciones de riesgo.
Muchas cosas evidentemente beneficiosas tienen una cara un poco más oscura. La misma hormona que hace a un hombre un fiel marido y un buen padre puede provocar que sea agresivo con los extraños. Se trata de la vasopresina arginina (AVP) y esos efectos ya eran bien conocidos en los animales. Ahora, científicos del Instituto de Tecnología de California (Caltech) han descubierto una nueva influencia positiva de esta hormona en los varones humanos, y es que los vuelve más confiados y cooperativos en situaciones de riesgo.
«Una de las razones por las que los seres humanos gobiernan el mundo en vez de los simios es que hacemos cosas que requieren una gran cantidad de confianza. Cooperamos en grupos a gran escala», dice Colin Camerer, profesor en Caltech y coautor del estudio publicado en la revista PNAS. Camerer y su equipo se preguntaban de dónde procedía esa confianza social, si tenía que ver con la que existe entre las parejas, pero a lo grande, y qué papel jugaba la AVP en todo esto.
Para aclararlo, los investigadores llevaron a cabo un curioso experimento. Administraron un spray nasal que contiene AVP o un placebo (un aerosol nasal libre de hormonas) a 59 voluntarios de sexo masculino con edades comprendidas entre los 19 y los 32 años. En parejas, los voluntarios utilizaron ordenadores para jugar a un juego llamado «Confianza» en el cual tenían que elegir entre cooperar o no con otro jugador. El nombre del juego viene del hecho de que los sujetos realizarán una acción arriesgada si están lo suficientemente seguros o confiados de que los otros también lo harán. Cuando cooperan, ambos jugadores reciben más puntos que si no lo hacen. Si un jugador decide no cooperar pero su compañero toma la decisión contraria, el jugador no cooperativo recibe una recompensa mientras que el cooperativo se queda sin nada. Para conseguir jugadores comprometidos, los puntos acumulados fueron convertidos en dinero real al final de la partida, unos 20 dólares.
«El juego está diseñado para imitar las situaciones en las que las personas están dispuestas a ayudar, pero solo si todos los demás ayudan también», dice Camerer. «Piense en lanzar un proyecto de equipo o a un grupo de soldados por tierra enemiga», pone como ejemplo.
Operaciones militares
El experimento demostró que los jugadores que recibieron AVP antes de la partida se mostraron significativamente más propensos a cooperar que los que recibieron el placebo. Para comprender mejor el mecanismo neural subyacente a los efectos de esta hormona, los investigadores llevaron a cabo el mismo experimento, pero esta vez a algunos de los voluntarios se les sometió a una resonancia magnética para ver qué pasaba en su cerebro. Las exploraciones indicaron que después de la administración de AVP, una parte del sistema de recompensa del cerebro conocida como pálido ventral mostró un cambio en la actividad reuronal cuando los jugadores decidieron cooperar.
«Al dirigirse a un sistema hormonal específico en el cerebro humano, podríamos manipular la disposición de la gente a cooperar», dice Gedeón Nave, coautor del estudio. De igual forma, Camerer cree que su investigación puede tener consecuencias prácticas, como la administración de esta hormona en situaciones de alto riesgo, como operaciones militares, en las que los participantes tienen que confiar en los demás y la misión puede fallar si uno de ellos no lo hace. «En una situación así, es posible que se desee administrar AVP para ayudar a asegurar que todo el mundo sea cooperativo», dice el científico. Quizás los soldados del futuro lleven un spray nasal en el bolsillo. ¿No da un poco de aprensión?