La devaluación debió favorecer a la industria, pero el consumo se frenó y las exportaciones no reaccionan a la mejora de la competitividad cambiaria. Hay suspensiones, aunque Tomada las considera aisladas.
En la ciudad cordobesa de Unquillo, no solo se lamentan porque su ilustre tenista David Nalbandian haya dejado su actividad en noviembre pasado. Otro cese preocupa. Hace dos semanas, el frigorífico Estancias del Sur, de la brasileña Marfrig, suspendió a sus 520 operarios por 60 días. El sindicato de la carne advierte que hay otro centenar de obreros suspendidos en otros establecimientos y que podrían cerrar las plantas de Marfrig en Hughes, Santa Fe, con 500 trabajadores, y de San José en Entre Ríos, con 120 .
También en febrero había cerrado sus puertas la textil Plenit, en Carreras, Santa Fe, lo que dejó a sus 90 obreros en la calle. Pero el pasado lunes el Ministerio de Trabajo de la Nación intervino para implementar el llamado Programa de Reconversión Productiva (Repro), que consiste en subsidios de $ 1.500 por empleado para mantener los puestos de trabajo. Fue creado para afrontar la crisis mundial de 2008/2009 y ha vuelto ahora a auxiliar a empresas para evitar una suba del hasta 2013 menguante desempleo (6,4 por ciento, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos).
Esta semana también tres plantas autopartistas instaladas en Córdoba, de las firmas Valeo, Rieter y Liget, fueron tomadas por sus trabajadores para intentar frenar varios despidos. En Valeo echaron a 45 empleados. La semana anterior, en Pilar, provincia de Buenos Aires, otra autopartista, Kromberg & Schubert, despidió a otros 54. Fuentes del sector dicen que las cesantías fueron la respuesta de las empresas a los reclamos salariales de comisiones internas en manos del Frente de Izquierda, más combativas que las de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), que dirige el también líder de la CGT oficialista, Antonio Caló, y de otros sindicatos de esa central.
Está claro que no ha sido un comienzo de año fácil para la economía argentina ni para la industria en particular. No es que se prevea un 2001 o 2002, pero sí algo más parecido a 2009. De todos modos, los pronósticos muchas veces fallan, para bien o para mal.
El presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Héctor Méndez, enojó este miércoles al Gobierno después de una reunión de empresarios y gremialistas de su sector para analizar el panorama. “[El empleo] se puede complicar un poquito. Porque hay una caída muy importante de algunos sectores del mercado. Esperemos que no lleguemos a los despidos, pero suspensiones, etcétera, ya van a llegar. Si no crece 3% [la industria], el empleo industrial se precariza, y nosotros hemos caído en los últimos dos años al 1,5%”, advirtió Méndez por radio. Ya se conocen empresas que recortan las horas extras o suspenden personal, mientras que otras solo toman personal en negro. Pero al igual que en 2009 se cuidan de no despedir, salvo en conflictos como los de las autopartistas o por cierres puntuales de fábricas, porque los ejecutivos consideran difícil después volver a conseguir personal calificado.
El ministro de Trabajo, Carlos Tomada, respondió el jueves: “hoy por hoy, hay algunas circunstancias aisladas, como ha habido siempre. Todavía no se observa una situación de conflictos colectivos o situaciones masivas de afectación del nivel de empleo”. Además, se refirió a los casos de las cuatro autopartistas: “estoy enterado y estamos interviniendo, por instrucción de la Presidenta de proteger las fuentes de trabajo, [pero] no confundamos situaciones que tienen que ver con el funcionamiento de la economía con otro tipo de situación que más tiene que ver con la lógica laboral de una empresa [determinada]”.
Se supone que una devaluación, como la de enero, favorece a los productores de bienes transables (exportables) porque abarata sus costos. Sería el caso de la industria. Pero a veces la teoría no se aplica del todo en la práctica, por lo menos en el corto plazo, aunque sí en el mediano o largo. Las industrias que exportan se favorecen por la depreciación de peso, pero también pueden hacerlo en menor medida si usan insumos importados o commodities, que cotizan en dólares, o si sus mercados externos, como Brasil, afrontan un año incierto. Las fábricas que se dedican al mercado interno sufren la pérdida de poder adquisitivo de los argentinos por la devaluación. Se supone que una devaluación al mismo tiempo los favorece porque reduce la competencia de los encarecidos productos importados, como ocurrió en 2002, pero en 2014 la situación es distinta porque ya la competencia extranjera estaba acotada por las barreras a la importación que desde hace tres años aplica con intensidad el gobierno de Cristina Kirchner. Por tanto, las empresas que proveen al consumo local están en dificultades.
El Centro de Estudios de la UIA (CEU), que dirige el joven economista heterodoxo Diego Coatz, calcula que la actividad manufacturera caerá 2% este año, siempre y cuando el Gobierno estabilice la coyuntura y la inflación no carcoma la ganancia de competitividad cambiaria que se ha logrado con la devaluación. Así como en 2013 la industria automotriz fue el factor que influyó positivamente en el desempeño industrial, este año sería lo contrario porque se le caería el mercado interno y la demanda de Brasil, destino de 85% de las exportaciones del sector, en principio, se mantendría estable.
Un elemento de preocupación adicional para Coatz es la suba de las tasas de interés, medida que considera correcta para combatir la inflación y desalentar el mercado ilegal de cambios, pero que ha complicado el financiamiento del capital de trabajo (gasto operativo) de las pymes que sufren en los bancos el descuento de sus cheques al 30 o 45%. “Si hay mercado, la rueda gira, pero si se frena, no se puede cubrir una brecha financiera tan alta“, argumenta Coatz. El Banco Central atendió este jueves el reclamo y estableció que la línea de crédito para inversión productiva, con tasa de 17,5%, que los bancos están obligados a conceder ahora también deberá destinarse al capital de trabajo.
LA CAÍDA, SEGÚN EL INDEC
El cuestionado estimador mensual industrial del Indec marcó en enero una caída de 3%. Los rubros que retrocedieron fueron el alimentario, de papel y cartón, químico, plástico, automotriz y metalmecánico. Los que crecieron fueron el textil, el gráfico, el siderúrgico y, en menor medida, el de materiales de la construcción.
En la industria de alimentos disminuyen varias producciones. La de los frigoríficos, porque el mercado interno se retrae ante el alza de precios que trajo la devaluación y porque el Gobierno ha restringido los permisos de exportación en un intento de abaratar la carne vacuna en la Argentina, según describe el presidente de la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal), Daniel Funes de Rioja. También cae la producción de pollo, porque un cliente clave como Venezuela, envuelta en su crisis, importa menos. Además, disminuye la producción de azúcar y derivados y yerba mate. Algunas empresas reconocen que intentan reducir al mínimo posible la oferta de alimentos con Precios Cuidados porque los productos incluidos en ese plan tienen los valores congelados hasta el 31 de marzo. Pero Funes de Rioja dice que el volumen de bienes incluidos en los Precios Cuidados se mantuvo en el promedio histórico y el problema de abastecimiento surgió porque su demanda se multiplicó hasta por siete.
“El mercado interno de alimentos tiende al amesetamiento, lo que no es positivo porque hay crecimiento vegetativo de la población. Puede haber reacomodamiento de demanda hacia productos menos premium, que dan menos margen -observa Funes de Rioja-. Las economías regionales, como legumbres, aceite de oliva, vino, frutas y conservas, de no diluirse la devaluación, se favorecerían por la exportación. Los que tienen costos en dólares, como molinos de trigo, no recibieron la devaluación como buena noticia”.
La industria automotriz prevé una caída del 25% en la demanda interna, que hasta el año pasado compraba el 40% de la producción local, y un estancamiento de las exportaciones, que se llevaban el restante 60%. El economista Dante Sica, de la consultora abeceb.com, adjudica la merma local al aumento de impuestos a los autos caros, la restricción a las importaciones de vehículos y partes, y el deterioro del poder de compra por la devaluación. Pero Sica destaca que la producción de autos nacionales, con 60% de valor agregado importado, igual se beneficiará de la devaluación a la hora de exportarse no solo a Brasil sino a otros destinos latinoamericanos. El año no empezó bien, pero en la industria esperan que mejore con el correr de los meses. En enero, Peugeot Citroën suspendió a 300 obreros en Villa Bosch y la semana próxima volverá a hacerlo con el argumento de que el conflicto en Valeo, que sigue tomada, llevará al desabastecimiento de piezas. En febrero, en Córdoba hubo días en que Fiat suspendió a 1.500 empleados y Renault, a 600, con el argumento de que había retrasos en la entrega de autopartes del exterior, aunque por responsabilidad del proveedor y no de las barreras del Gobierno. Entre la semana que pasó y la próxima, Volkswagen suspenderá también por cuatro días a parte de sus 5.500 operarios en Pacheco por presuntas tareas de mantenimiento de la planta. Una proveedora de la industria automotriz y otras, Siderar, del grupo Techint, enfrentaron esta semana tres días de bloqueos a todas sus plantas por un reclamo del Sindicato de Camioneros por el despido de 18 choferes de una transportista contratada, Vilaltella & Valls. En Techint dijeron que eran diez. El Ministerio de Trabajo dictó el jueves la conciliación obligatoria entre el gremio, el grupo y la contratista.
Tal vez, las advertencias del empleo industrial que vertió Méndez tengan que ver con la próxima negociación salarial. “En las paritarias, el objetivo es mantener las fuentes de trabajo. Hay que racionalizar la discusión”, advierte el vicepresidente segundo de la UIA, el papelero José Urtubey, hermano de Juan Manuel, el gobernador de Salta, y aspirante a la presidencia. En su sector, Urtubey reconoce que la industria forestal puede percibir una leve mejora de sus exportaciones.
El sector metalmecánico abarca desde la maquinaria agrícola, que podría beneficiarse si se liquida la buena cosecha prevista desde abril, hasta los electrodomésticos, que padecerían la caída de demanda interna, salvo los televisores, por el efecto Mundial. “En la UOM dicen que hay despidos por goteo”, cuenta Sica. Sin embargo, descarta por ahora que la industria en general sufra una “caída masiva de empleo o cierre de plantas”. Lo que vaticina es que el empleo privado seguirá sin crecer, como en 2012 y 2013, y en el interior ya observa una tendencia a la informalidad.