La joven que se declaró trans con 15 años y ahora alerta de la trampa que se propaga por redes sociales: “Es demencial”

Nagore de Arquer, una de las autoras de Mamá, soy trans, arremete contra la decisión del TC de suspender parte de la reforma de la Ley Trans de Ayuso.

No por esperada, la decisión del Tribunal Constitucional de suspender varios preceptos de la ley Trans de Madrid a petición del Gobierno -entre ellos el acompañamiento psicológico de los menores- ha causado menor indignación. “Me parece una burla hacia la Psicología y, sobre todo, hacia los derechos del niño, que deben estar por encima de todo, porque la salud de los menores es un derecho fundamental que se está ignorando con este tipo de tratamientos”, denuncia Nagore de Arquer, autora de Mamá, soy trans junto a José Errasti y Marino Pérez.

Hasta hace bien poco ella también era una niña que se dejó seducir por el mundo queer y creyó encontrar en él la solución a los problemas de acoso que sufría en el colegio. Hoy, sin embargo, es lo que se denomina una mujer “desistidora” o “detransicionadora” que trata de ayudar a otras chicas y a otras familias en su misma situación. Para eso, precisamente, estudia Psicología, aunque es consciente de las multas a las que se enfrenta si osa cuestionar una ley que lo único que permite es la llamada “terapia afirmativa”.

“¿Cómo no vamos a intentar averiguar por qué una persona rechaza su cuerpo? Una persona cuando va a un psicólogo no puede decir ‘este es mi problema y esta es mi solución’. Tendrá que decir ‘este es mi problema… ¿Qué es lo que está pasando? ¿Cómo podemos solucionarlo?’. Pero insisto: no puede decir ‘este es el problema y esta es la solución’ y el psicólogo hacerlo sin más”, advierte.

Su historia personal
Nagore empezó a rechazar su cuerpo en la adolescencia. “Me costaba mucho relacionarme con la gente. Me hacían bullying y eso me llevó a la conclusión de que había algo mal en mí”, explica la joven, a la que fue, curiosamente, una psicóloga la que la arrastró a una corriente de que la que tardó casi cuatro años en salir. “Me dijo que quizás era trans, porque claro, si rechazaba mi cuerpo y me costaba tanto relacionarme con las chicas, igual me relacionaba mejor con los chicos porque yo era un chico”, recuerda .

Así que, con 15 años, Nagore llegó a casa y pronunció la temida frase que hoy da título a su libro: “Mamá, soy trans”. Sus padres no daban crédito. Jamás habían sospechado algo así. Pero ella estaba decidida, así que inició lo que conoce como “transición social”. Se cambió de nombre y todo el mundo empezó a tratarla como un chico. El punto de inflexión no llegaría hasta años después. Gracias al tesón de su familia, Nagore cambió de psicóloga. Aquella profesional, lejos de entrar en si era o no era trans, la ayudó a solucionar sus problemas previos: “Y cuando esos problemas previos que yo tenía se fueron solucionando y cuando empecé a mejorar mis relaciones sociales, llegué a la conclusión de que cambiar mi cuerpo no era la respuesta”.

Una guía para familias
Aquello fue un auténtico baño de realidad. La joven empezó a revisar con una mirada crítica todo lo que había experimentado y no solo se dio cuenta de que lo suyo no había tenido sentido, sino que se vio en la obligación de ayudar a los cientos de adolescentes -casi todas chicas, curiosamente- que, al igual que ella, se han dejado arrastrar en los últimos años por la moda trans, una moda que no es inocua, porque después de la transición social, llega la hormonación y la amputación de los pechos. Todo ello, como explica la periodista Nuria Coronado en su libro No contaban con las madres, con el riesgo de de sufrir osteoporosis, anorgasmia, infertilidad, problemas cardiovasculares, dolor articular, ansiedad o depresión.

Fruto de su activismo, empezó a participar en charlas junto a los otros dos autores de Mamá, soy trans y allí se dio cuenta de lo que muchas familias estaban demandando: “Se nos acercaban muchas madres y muchos padres a preguntarnos qué podían hacer, y nos dimos cuenta de que había muchas cosas publicadas sobre el tema, la mayoría sesgadas, pero no había nada práctico, así que nos decidimos hacer, desde la Psicología, una guía con algunos puntos importantes para poder ayudar de forma práctica a todas esas personas”.

El peligro de las redes sociales
Y así fue como surgió este manual, en el que no solo dan consejos a las familias, sino en el que también explican todos los estímulos que los menores reciben para acercarse a un mundo que, en plena adolescencia, puede ser más que peligroso. “La mayor parte de las chicas se acercan a este fenómeno hoy en día a través de Internet. Ellas sienten el mismo rechazo hacia su cuerpo que sentía yo, pero llegan a la conclusión de que son trans a través de las redes sociales”, explica Nagore.

Por ello, dedican un capítulo del libro a analizar y explicar todo lo que los jóvenes se encuentran en Youtube, Tik Tok o Instragam. “Para empezar, hay un contenido tremendamente sexista: si una chica no quiere ponerse vestidos, prefiere estar con chicos o le gusta otra chica, es trans. Pero, además, hay un contenido que empuja directamente a la transición y lo presenta como la única solución a todos sus problemas: gente que estaba completamente triste, que lo estaba pasando mal, que rechazaba su cuerpo, pero que cuando transicionaron vieron la luz y por fin fueron felices. Y claro, yo como chica adolescente que lo estoy pasando mal, digo ‘pues si para estas personas que se encontraban mal la solución fue la transición, igual para mí también’ -advierte la joven-. Es decir, que todos los mensajes te empujan a ello”.

Lo más grave es que este tipo de ideas también se difunden a través de Youtube Kids, una plataforma para niños en la que muchos padres creen que lo único que van a encontrar sus hijos son dibujos o vídeos infantiles. “De repente te encuentras vídeos en los que se dicen cosas como que el sexo se puede escoger libremente, que no es algo biológico, que la identidad de género es innata y sinfín de cuestiones que no tienen ningún tipo de fundamentación, además de otras claramente sexistas, como que las chicas se visten de esta forma y los chicos se visten de esta otra y que, si tú te comportas así, igual eres trans. Es algo muy, muy demencial”, concluye Nagore, quien considera absolutamente clave la educación libre de estereotipos para evitar que un periodo tan convulso como la adolescencia, en el que muchas chicas rechazan parte de lo que implica serlo, caigan en este laberinto.

Colegios e institutos, en el punto de mira
Más allá de las cuestiones previas, sin embargo, la joven advierte de que, en Internet, también es fácil encontrar auténticos manuales para iniciar la transición. Desde los pasos a seguir hasta discursos o cartas perfectamente elaborados para comunicárselo a tu entorno: “Te dicen cómo tienes que hacer exactamente la transición para que tus padres no puedan negarse a ella, Por ejemplo, te dicen que tienes que transicionar primero en el colegio, porque así luego tienes la presión del centro hacia tus padres, ya que saben que si no aceptan tu identidad de género puede considerarse un delito de odio”. Incluso pueden perder la patria potestad.

Capítulo aparte merecen las charlas que se imparten en los centros escolares. “Las personas que las imparten no tiene formación alguna y son meros y transactivistas que transmiten ideas como las que se encuentran en las redes sociales: que el sexo se puede escoger, que no hay solo dos sexos, que se puede escoger, que la identidad está basada en cómo te comportas… Cosas así. Y mucha gente de Amanda -la Agrupación de Madres de Adolescentes con Disforia de Género Acelerada- nos ha dicho que su hija dijo que era trans a través de una charla de este tipo que le dieron en el instituto, porque, claro, vio que no encajaba y que a ella le gustaban otras chicas y llegó a la conclusión de que eso le hacía trans”.

Con todo, Nagore confía en que este libro sirva para ayudar a las familias que tienen que lidiar con un caso de este tipo, pero también para poner en alerta a los padres de tantos y tantos adolescentes que pasan horas inmersos en redes sociales y que reciben charlas en sus centros educativos que, muchas veces, escapan de su control.