La justicia británica rechazó el pedido de extradición de Julian Assange
El fallo de la jueza británica Vanessa Baraitser se fundamentó por el lado humanitario: extraditarlo “sería opresivo” para el periodista. EE.UU. apelará.
El 2021 empezó con una buena noticia para Julian Assange, la libertad de prensa y la lucha contra el uso de la justicia para acallar voces críticas. Contra lo que muchos esperaban y calculaban, la jueza británica Vanessa Baraitser rechazó en el tribunal de primera instancia de Londres el pedido de extradición del fundador de WikiLeaks a Estados Unidos. El fallo, que Estados Unidos apelará, tiene sus bemoles.
La jueza fundamentó el rechazo por el lado humanitario. “En una situación de total aislamiento, el procedimiento descripto por Estados Unidos no evitaría el suicidio de Julian Assange y, por lo tanto, considero que la extradición sería opresiva por el daño mental que causaría”, dictaminó. El procedimiento descripto son las condiciones carcelarias que padecería Assange en caso de extradición a Estados Unidos.
Pero Baraister descartó el resto de los argumentos presentados por la defensa desde la alegación de que los cargos tenían “motivaciones políticas” hasta el peligro que corría la libertad de prensa y la falta de garantías de un juicio justo en Estados Unidos.
Esta dualidad del fallo será el terreno en que se moverá el caso en la Alta Corte de Justicia. En el centro del dictamen de Baraister está la sección 25 de la Ley de Extradición de 2003 que estipula que se denegará la extradición en caso de que “la condición física o mental se vea afectada de manera tal que la extradición resulte injusta u opresiva”.
El gran interrogante es si la fiscalía en representación de Estados Unidos podrá convencer a los jueces de que las condiciones carcelarias en ese país no serán un riesgo para la integridad de Assange. Para esto tendría que presentar algún cambio o nueva prueba sobre los “procedimientos descriptos” por la fiscalía, algo bastante inusual en estos casos, aunque no imposible. Otro enigma es si los jueces aceptarán volver sobre los argumentos sobre libertad de prensa y juicio justo o si estos han quedado borrados de la argumentación legal por el fallo de Baraitser, algo que achicaría el margen de maniobra de la defensa.
El miércoles todos se verán nuevamente las caras porque la jueza tiene que decidir si concede la libertad condicional a Assange. El abogado de Assange, Edward Fitzgerald, adelantó que solicitarán esta medida por el impacto negativo que tendría para Assange continuar en la prisión de alta seguridad de Belmarsh, debido a la depresión clínica que padece. La defensa propondrá un “paquete de medidas de control” como vigilancia domiciliaria y comparecencia regular en una comisaría para garantizar que no haya riesgo de fuga.
En twitter se abrió un debate entre expertos legales que en su mayoría coincidieron en que va a ser difícil para Estados Unidos encontrar rendijas legales que permitan cuestionar el fallo de primera instancia. Pero un influyente columnista, Owen Jones, señaló en el The Guardian que si bien el argumento del fallo era correcto, la razón invocada, no lo era. “Que una corte británica falle que el sistema carcelario estadounidense es tan barbárico que no puede garantizar la seguridad de un preso, lo dice todo. Pero esto se trata de mucho más que Assange: es sobre el periodismo, la libertad de prensa y la posibilidad de exponer las atrocidades cometidas por una superpotencia”, escribe Jones.
En efecto, sin Assange (y sin Chelsea Manning que le pasó los documentos clasificados) no sabríamos nada del video de 2007 que mostraba a soldados estadounidenses riéndose después de asesinar a 12 personas inocentes, entre ellos dos periodistas iraquíes que trabajaban para Reuters. Ni se conocería tampoco cómo cientos de civiles en Afganistán murieron a manos de fuerzas estadounidenses.
En 2010 Assange publicó más de 700 mil documentos que detallaban las atrocidades cometidas por las fuerzas estadounidenses en Afganistán e Irak y los cables de la diplomacia estadounidense con buena parte del planeta. La respuesta del gobierno de Barack Obama fue iniciar la campaña para extraditar y enjuiciar a Assange. El entonces vicepresidente, Joe Biden, declaró abiertamente que estaba decidido a llevar adelante una guerra contra Assange, al que calificó de “hi-tech terrorist”
No importa que sean demócratas o republicanos: el gobierno del color que sea no va a abandonar el centro de la escena. Y este lugar implica ser el titiritero de las noticias. Una inolvidable lección de Vietnam fue el lugar central que ocupa la información. La opinión pública empezó a oponerse masivamente a la intervención cuando vio en sus pantallas las imágenes de niños vietnamitas que corrían desnudos y con las ropas en llamas o se enteró del escándalo de la masacre de MyLai. En este sentido el fallo se queda muy corto.
Para los familiares y simpatizantes de Assange fue igual un momento de festejo en una lucha que ya lleva más de una década y que no ha terminado. La actual pareja de Assange, la abogada sudafricana Stella Morris, madre de sus dos hijos, rompió a llorar en la corte. “Es un primer paso para obtener justicia. Estados Unidos quiere hacer desaparecer a Julian en el más oscuro de los agujeros de su sistema carcelario”, dijo Morris. Amnistía Internacional criticó al gobierno británico por su apoyo al proceso. “Nos alegra que Julian Assange no sea enviado a Estados Unidos, pero esto no absuelve al Reino Unido de haberse metido en esta lucha política a pedido de Estados Unidos”
Pero quizás la más significativa reacción al fallo fue la del Departamento de Justicia estadounidense. “Si bien estamos extremadamente desilusionados por la decisión de esta corte, nos alegra saber que Estados Unidos triunfó en todos los argumentos legales. En particular la corte rechazó los argumentos de Assange en torno a una supuesta motivación política, a un posible juicio injusto y parcial o a un límite a la libertad de expresión. Vamos a seguir buscando la extradición de Assange”