Se recordó hace unas pocas horas el caso ocurrido en el Pabellón 7 de Villa Devoto, donde el 14 de marzo de 1978, el Servicio Penitenciario Federal mató a 64 presos y quiso hacerlo pasar como un motín. Quieren reactivar la investigación.
El hecho sucedió hace mucho tiempo, pero está más fresco que nunca en la memoria de algunos. El 14 de marzo de 1978, el Servicio Penitenciario Federal asesinó a 64 presos comunes hacinados en una de las plantas del Pabellón 7 del penal de Villa Devoto. Hace pocas horas se descubrió una placa que dice: “Mientras no haya justicia, el fuego seguirá quemando”. La misma reproduce una mano que sale desesperada en busca de ayuda a través de una reja, ilustrada por el artista plástico Ricardo Cohen (Rocambole).
El discurso oficia, lo recordará como “el motín de los colchones”, pero en realidad fue un genocidio provocado por la dictadura militar.
Hugo Cardozo, uno de los ex detenidos y sobrevivientes de la masacre, aclaró a los que se reunieron al momento de destapar la placa, que la referencia horaria no es un detalle menor, sino algo central en su vida, ya que exactamente a las 11 de la mañana de ese día, milagrosamente, despertó tirado en un rincón del fondo del pabellón rodeado de cadáveres, sangre y cuerpos calcinados o partidos a balazos.
Lo que sucedió es que durante dos horas, decenas de efectivos del SPF apoyados por mercenarios “ninjas” como fuerza de choque, primero molieron a palos a los 160 presos amontonados en la Unidad que sólo tenía capacidad para 50, y después los acribillaron con armas cortas desde las ventanas superiores. Por último, provocaron un incendio pateando tachos de querosén sobre colchones y ropa que los detenidos manoteaban para protegerse, como escudos improvisados.
La placa fue sólo el primer paso, porque además se incluirán dentro del proyecto un video y un libro que reconstruye la masacre. La intención es que ese supuesto motín sea investigado como crimen de lesa humanidad, planificado y ejecutado contra la población carcelaria. “Muchos compañeros me están rodeando en este momento, los que pudieron zafar de la muerte por un ratito, y los que quedaron tirados en el suelo agujereados por los disparos, quemados o retorcidos entre los camastros que agarrábamos para defendernos”, dijo Cardozo al descubrir la placa.
Claudia Cesaroni, la abogada y motor del proyecto, destacó la importancia de “cambiar el discurso y nunca más llamar motín a lo que en realidad fue una masacre alevosa. Lo ocurrido en Devoto, en uno de los años más represivos que siguieron al golpe de Estado, fue un genocidio, y debe ser investigado como tal”.
Esta iniciativa para reimpulsar la investigación incluye el trabajo de la Asociación de Familiares de Detenidos en Cárceles Federales, el Centro de Estudios en Política Criminal y Derechos Humanos (CEPOC) y la Asociación Sentimiento, entre otros organismos.
En épocas de Los Redondos, Solari escribió dos temas que recuerdan aquello: Pabellón 7 y Toxi Taxi.
Cabe destacar que dentro del aparato represivo instaurado en 1976, Devoto dependía de la Subzona 4, y orgánicamente del tenebroso Batallón de Arsenales 101. La historia oficial escondió los crímenes desde el principio. El primer parte del Servicio sostuvo que el ministro de Justicia, brigadier Julio Gómez, y el juez Guillermo Rivarola, que arrancó con la instrucción de la causa, pudieron comprobar “que los muertos y lesionados lo fueron únicamente como consecuencia de quemaduras y asfixia, no existiendo ninguno con heridas de bala”.
Debido a la dependencia que el Penal tenía del Primer Cuerpo del Ejército, la idea es que la causa sea tomada por el juez Daniel Rafecas en el marco de su investigación.