Rita Berkowitz, de 83 años, gana un concurso de belleza que premia la lucha de las mujeres judías que lograron sobrevivir a los nazis.
Rita Berkowitz nació en una época donde las pesadillas se hacían realidad y los sueños se esparcían en las cámaras de gas. Los asuntos de belleza eran ciencia ficción. “Estábamos ocupados en intentar sobrevivir y no ser asesinados por los nazis”, cuenta a sus cuidados y orgullosos 83 años mientras una amplia sonrisa sigue impregnada en sus labios.
Cuando sólo era una niña judía rumana en la tormentosa Europa de los años 30, no podía imaginar que un día sería elegida la más bella en un concurso en Israel. Por dos motivos irrefutables: el país aún no había sido creado y no pensaba que sobreviviría a la barbarie nazi.
Con su flamante coronación como Miss Superviviente del Holocausto, Berkowitz proclama emocionada: “Es otro momento de victoria en mi vida. Mi mensaje es: ‘No nos hemos rendido. Vivimos en Israel aunque nos hayan querido asesinar. Los judíos nunca desapareceremos. No tenemos miedo de nadie'”.
Ante 600 personas, en su mayoría supervivientes y familiares, Berkowitz se impuso a 13 candidatas (la más joven tenía 78 y la más veterana 85) en Haifa, al norte de Israel. “Nos pusieron una estilista, maquilladora, peluquera y nos enseñaron a desfilar”, revela a EL MUNDO con la ilusión de una modelo principiante.
Tras superar, entre otras, a Sarah Israel (85) y a Judith Rosenzweig (81), a Berkowitz le hizo ilusión recibir el cetro de la israelí de origen etíope, Yityish Aynaw, convertida en 2013 en la primera Miss Israel negra.
“El objetivo no era ganar, sino que la gente hable de la Shoá [Holocausto] porque tenemos miedo de que, una vez muertas, a nadie le interese recordar qué pasó”, señala satisfecha por lograrlo. Un certamen muy especial: con bastones en la pasarela y sin discursos sobre la “paz mundial”. Y no porque estas ancianas no la deseen tras escapar del infierno.
Berkowitz perdió la inocencia cuando estalló la Segunda Guerra Mundial. Los nazis invadieron su ciudad natal, Iasi (Rumanía). “Se llevaron a mi padre a un campo de trabajo y luego le quisieron meter en los trenes que iban a un lugar incierto. Por suerte, consiguió huir aunque le dispararan”, recuerda mencionando “el terrible pogromo de Iasi” que segó la vida de al menos 15.000 judíos. Varios familiares suyos lejanos fueron exterminados.
Sesenta y cuatro años después de trasladarse a Israel, ha ganado un concurso donde los números que cuentan no son 90-60-90 sino los tatuados en los brazos.
“Cuando tuvimos la idea de organizar este evento, evidentemente no queríamos premiar la belleza de las mujeres sino su lucha. Ojalá todos tuviéramos la fuerza y alegría de Rita”, nos explica Tami Sinar, portavoz de la Asociación Yad Ezer Le Javer [Mano que ayuda a un amigo] que asiste a los supervivientes. “A diferencia del Estado, esta asociación nos ayuda día a día y hora a hora. Es una casa siempre cálida y abierta para nosotros”, apunta Berkowitz.
Sinar señala el motivo del proyecto: “Les da fuerza. Gran parte de las supervivientes tiene una imagen de sí mismas muy baja. Cuando llegaron aquí, en los 50, muchos no podían creer que lo que contaban era verdad”.
El director de la asociación, Simon Sabag, añade: “Los nazis les robaron sus infancias y asesinaron a sus seres queridos. En este acto somos testigos de la fuerza de las mujeres de nuestro pueblo”.
Rita Berkowitz es más que una bella elección. Es la cara de los 200.000 supervivientes de la Shoá que viven en Israel. Es la voz de los seis millones de judíos y otros millones de no judíos asesinados por la maquinaria nazi. Es el espíritu de la tercera edad. Y, por supuesto, el orgullo de sus seis nietos y cinco bisnietas.