La mitad de las escuelas italianas se caen a pedazos

El panorama de los colegios públicos en Italia es terrible. La mitad de los 42.000 precisan reformas en profundidad. Al abandono y la falta de manutención se suman irregularidades al contratar las obras.

Decaimiento-en-las-escuelas-italianasLuca, de 7 años, y su compañero Marco, de 8, seguían el 13 de abril las explicaciones de la maestra de matemáticas en su colegio de Ostuni (en la región sureña de Puglia) cuando el techo cayó sobre sus cabezas. Cinco metros cuadrados de yeso de tres centímetros de grosor se desprendieron de la cubierta rompiéndole el tabique nasal a Luca y provocándole una herida en la cabeza a Marco. Mientras trataba de sacar a toda prisa a los chicos de la clase, la maestra también resultaba herida al romperse la pierna. Dos semanas después de aquel incidente, los tres estaban ya recuperados.
Estos dos niños y su profesora son las últimas víctimas del abandono que sufren los 42.000 edificios escolares públicos de Italia, de los que tres cuartas partes presentan lesiones estructurales y la mitad precisan reformas en profundidad. Desde principios de 2015 se han producido 12 episodios similares al de la escuela Pessina de Ostuni, aunque en las otras ocasiones no hubo víctimas graves. El último muerto por el desprendimiento de un techo en un centro educativo público fue Vito Scafidi, un chaval de 17 años que estudiaba en un instituto de Rivoli (Turín). Uno de sus compañeros quedó paralítico por este suceso, acaecido en 2008.
“Es un hecho gravísimo”, se quejada el día después del incidente de Ostuni una de las madres de los niños que frecuentaban el colegio. No podía entender que se hubiera derrumbado el techo cuando el edificio acabada de ser reformado. Abrió de nuevo sus puertas hace menos de cuatro meses después de que se gastaran dos millones de euros en las obras. “Los responsables tendrán que pagar por esto. Ahora lo más importante es la seguridad de nuestros hijos. Esta escuela debe ser clausurada inmediatamente”, pedía, indignada, la madre. Los casi 700 alumnos del centro siguen sin poder entrar en el edificio y han sido reubicados en otros colegios.
“La indignación en este caso es doble, porque ya se había intervenido en el edificio. Ha ocurrido como en Rivoli en 2008, cuando también hubo obras antes. El terrible panorama de los centros de educación pública en Italia es muy amplio. Además del abandono y de la falta de manutención, deben afrontar las irregularidades que se producen al contratar las obras de reforma”, explica a El Confidencial Adriana Bizzarri, responsable del área de educación de la asociación Cittadinanzattiva. La Guardia di Finanza (policía tributaria) radiografió esta situación en un informe presentado a principios de mes, según el cual resulta irregular uno de cada tres contratos adjudicados en 2014 por las Administraciones Públicas.

El origen del problema: la cesión a ayuntamientos

Bizzarri sitúa el origen del problema en 1996, cuando el Estado cedió la propiedad de buena parte de los colegios e institutos a las provincias y ayuntamientos. “Aquella cesión iba en teoría acompañada por unos fondos destinados al mantenimiento que en muchos casos nunca llegaron”, sostiene. Otra dificultad nace del hecho de que un tercio de estos edificios se encuentren en zonas con riesgo de actividad sísmica. Las obras para adaptarse a estas circunstancias no se han realizado en la mayor parte de los casos. “La mala conservación es responsable de que pequeños problemas estructurales o infiltraciones de agua acaben provocando muchos daños”, denuncia la experta de Cittadinanzattiva.
La escasa manutención hace que buena parte de los colegios e institutos públicos italianos estén con las paredes sucias y llenas de desconchones. En algunos centros los padres de los alumnos se organizan entre ellos para darles una mano de pintura. En otros, desde el principio de curso los maestros se ven obligados a pedir pequeñas cantidades de dinero a las familias de los chicos para comprar productos básicos, como el papel higiénico, pues los rollos que entrega el ayuntamiento no llegan hasta final de curso. “Hemos llegado a esta terrible situación porque las escuelas están en completo abandono”, se queja Fabrizio Azzolini, presidente de la Asociación Italiana de Padres. “Estamos muy preocupados. Hay muchos centros donde los niños y adolescentes corren peligro. Además, los espacios exteriores están sucios y abandonados”.

Recreos en clase o en los pasillos

El mal estado de los patios y jardines donde, en principio, los estudiantes deberían salir para gozar de un rato de tiempo libre entre clase y clase, ha hecho que muchos centros obliguen a los alumnos a quedarse en las aulas o en los pasillos durante el recreo. Les toca estar encerrados durante las hasta ocho horas que duran las jornadas escolares en Italia. Según un reciente estudio de la página web especializada skuola.net, la mitad de los estudiantes no sale al aire libre durante el momento dedicado al esparcimiento entre las lecciones. Para los pedagogos esta situación es muy negativa, pues los chavales, especialmente a edades tempranas, tienen necesidad de salir al exterior, correr, saltar y jugar con sus compañeros.
La deprimida situación de los colegios e institutos públicos podría empezar a cambiar si llega a buen puerto la reforma que planea el Gobierno de Matteo Renzi. Aunque hasta ahora la comunidad educativa ha protestado contra algunas de sus medidas, como la de dar más poder a los directores de los centros, otros aspectos sí que cuentan con el respaldo del sector. Entre ellos está la partida de 4.000 millones de euros para gastar en los próximos tres años en obras de rehabilitación y construcción de nuevas escuelas. También está prevista la contratación fija de 100.000 profesores interinos.
“Es un buen comienzo, pero para resolver el problema de los edificios escolares hacen falta 13.000 millones de euros, según los datos de Protección Civil. No entendemos que una parte de ese dinero se dedique a embellecer algunas escuelas cuando es evidente que hay otras prioridades. Habrá, además, que vigilar bien cómo se contratan las obras para evitar que se repitan casos como el de Ostuni”, concluye Bizzarri.