Guillermina Sagasti desentraña para YPF los misterios de la formación neuquina. “Nunca sentí que me falten el respeto”, dice sobre el rol de las mujeres en la industria.
Aunque llegó a la carrera de Geología casi por casualidad, Guillermina Sagasti comenzó desde muy joven una sólida carrera en el mundo petrolero, donde su agudeza académica y su personalidad fuerte le permitieron viajar por el mundo y ascender hasta convertirse en una líder clave de YPF, que desentraña los misterios de las formaciones rocosas de Vaca Muerta.
Oriunda de La Plata, su primera intuición fue estudiar la Licenciatura en Química para explotar su gusto por las ciencias exactas. “Pero veía a los estudiantes avanzados con la piel casi amarilla y pensé que no quería ser una rata de laboratorio”, explica. Meses después, conoció los contenidos de la materia de Geología y comprendió que esa carrera mezclaba la vida en el exterior con la matemática y la física que ella disfrutaba.
Tras recibirse con una mención especial por sus buenas calificaciones, Guillermina aplicó para un trabajo en YPF durante el contexto sórdido de finales de los 90. “No había muchas posibilidades de empleo, pero me dieron una beca de Conicet para hacer un doctorado”, explica. Investigar tampoco era fácil en una época en la que mandaban a los científicos a lavar los platos, y ella debía destinar su escueto salario a costear los viajes al campo y estudios de laboratorio.
“Mi tesis se basaba en otra unidad geológica neuquina, la formación Agrio, que hoy está siendo explorada por su potencial como reservorio no convencional, que es menor a Vaca Muerta”, detalla. Esa investigación fue su pasaporte para hacer un posdoctorado en la Universidad de Miami y hacer una caracterización de reservorios financiada por Shell. Así, su labor académica se terminó por fusionar con la explotación de los hidrocarburos de las grandes compañías.
“Fue un proyecto que iba a durar seis meses y me quedé tres años. A veces pensamos que somos menos que Estados Unidos, pero ahí comprendí que nuestra formación universitaria es muy buena”, dice y repasa su experiencia inmersa en un mundo multicultural, donde combinaba su gusto por el ritmo de la salsa con la caracterización de coronas en Canadá, Venezuela y Las Bahamas, que le permitían conocer las características de cada reservorio para las explotaciones de Shell.
En 2005, y tras mudarse con su novio a Canadá y trabajar como empleada de comercio, ingresó en Repsol YPF con una propuesta laboral en España, pero con la esperanza de poder radicarse en Argentina en el futuro. En esa labor, hasta tuvo que cubrirse el pelo con un velo para hacer exploraciones offshore en Irán. Más tarde, inició proyectos en Libia y exploraciones en la cuenca neuquina desde Madrid.
Tras el nacimiento de Ana, su primera hija, y ante un diagnóstico de cáncer que recibió su mamá, solicitó regresar a Buenos Aires. “La empresa se portó de diez; estoy agradecida con ese costado humano de la compañía”, explica Guillermina, que se asentó en Buenos Aires y desde 2015 es líder del grupo de estudios de Vaca Muerta.
En la actualidad, tiene 10 personas a cargo (cinco de YPF y cinco de Schlumberger, socia de YPF en esa área) y trabaja tanto en Bandurria Sur, donde propone los sitios a perforar, como en Bajo del Toro, un bloque en estado embrionario donde buscan comprender cómo es el subsuelo y la distribución de las rocas para proponer su desarrollo masivo dentro de dos años.
Aunque aclara que el terreno se ha allanado para la mujer en la última década, Guillermina disfruta de estar inmersa en un mundo masculino. “Hay mucho profesionalismo y nunca sentí una falta de respeto”, dice.