La nave New Horizons alcanzará el asteroide Ultima Thule el 1 de enero.
La nave New Horizons de la NASA llegará el 1 de enero a las 6.33 de la mañana (hora española) a Ultima Thule, el astro más lejano jamás visitado.
Lo poco que se sabe de él es que está a 6.600 millones de kilómetros del Sol, un 12% más lejos que la distancia media a Plutón. Que su superficie es rojiza y casi tan oscura como el asfalto. Que mide unos 30 kilómetros de longitud. Y que tiene forma irregular.
Todo el resto deberá averiguarlo New Horizons cuando sobrevuele Ultima Thule el 1 de enero: su forma y tamaño precisos, si tiene lunas o anillos, su composición o su temperatura. Incluso si se trata de un solo asteroide, o de varios que se mantienen unidos por la gravedad, ya que las fotos tomadas hasta ahora no lo han podido aclarar.
Será un breve encuentro, ya que New Horizons está volando a 50.000 kilómetros por hora, demasiado rápido para ser atrapada por el débil campo gravitatorio de Ultima Thule y poder quedarse en órbita a su alrededor. Pero los responsables de la misión esperan que las observaciones realizadas entre el 31 de diciembre y el 2 de enero ayuden a comprender mejor el cinturón de Kuiper, el enorme anillo formado por millones de pequeños astros helados que se encuentra más allá de la órbita de Neptuno.
“Ultima es especial”, declaró el 20 de diciembre Alan Stern, investigador principal de New Horizons, en el blog de la NASA sobre la misión. “Creemos que es la muestra mejor preservada de un bloque de construcción de planetas que se ha explorado jamás”.
Para Stern, el mayor interés de Ultima Thule es que, como es demasiado pequeño para tener actividad geológica y como ha estado siempre preservado a las bajas temperaturas del cinturón de Kuiper, sus materiales apenas se han modificado desde que se formó. Por lo tanto, abrirá “una ventana a las etapas iniciales de la formación de planetas y a cómo era el sistema solar hace 4.500 millones de años”.
Pese a su interés científico, Ultima Thule no era el destino de New Horizons cuando la nave partió de la Tierra en el 2006. En aquel momento, ni tan solo se había descubierto. El objetivo principal de la misión era explorar Plutón y sus lunas, adonde New Horizons llegó en el 2015. Antes del encuentro con Plutón, sin embargo, la NASA empezó a buscar astros del cinturón de Kuiper que la nave pudiera ir a visitar.
Dado que New Horizons debe encender su motor y gastar combustible para cambiar de trayectoria, y que sólo le quedaban 33 kilos de hidrazina, el astro elegido debía encontrarse cerca de la región del espacio hacia la que se dirigía la nave. La tarea de buscar el destino se encomendó el telescopio Hubble, el único capaz de encontrar astros interesantes para la misión en el cinturón de Kuiper.
El telescopio espacial descubrió tres posibles objetivos en el 2014. Ultima Thule, técnicamente llamado 2014MU69, no se eligió porque fuera el más atractivo –había un candidato mejor- sino porque era el que ofrecía más posibilidades de llegar hasta él con el combustible disponible.
Aun así, llegar a Ultima Thule no está siendo fácil. Después de dejar atrás Plutón y sus cinco lunas, la nave encendió brevemente su motor en cuatro ocasiones entre octubre y noviembre del 2015 para poner rumbo al asteroide.
El astro es tan pequeño y oscuro, y se ha descubierto hace tan poco, que no se sabe exactamente dónde está exactamente ni cómo se está moviendo. Las observaciones del Hubble indican que su órbita alrededor del Sol es casi circular y se sitúa aproximadamente en el mismo plano que la de los planetas –a diferencia de la de Plutón, que describe una elipse más alargada y está inclinada-.
Pero el telescopio espacial no ha podido ver con nitidez ni qué forma tiene ni cómo gira sobre sí mismo. Tampoco las cámaras de New Horizons lo han podido distinguir hasta hace unas semanas y, aun así, sólo en un píxel por imagen.
A medida que la nave se aproxima al asteroide, “la incertidumbre sobre la posición de MU69 se convierte en un problema significativo, porque la posición real del astro puede quedar completamente fuera del campo de visión de una foto”, explica la astrónoma Emily Ladkdawalla, que no participa en la misión, en la web de la Sociedad Planetaria de EE.UU.
El problema es comparable al de querer fotografiar un monumento desde una ventana del AVE. Cuanto más cerca pasa el tren del monumento, y cuanto más rápido va, más fácil es que el monumento quede fuera de la foto. En este caso, New Horizons se aproximará a 3.500 kilómetros de Ultima Thule, tres veces más cerca que cuando sobrevoló Plutón.
Para asegurarse de que en algunas de las imágenes aparezca Ultima Thule, se han enviado instrucciones a New Horizons para que haga un barrido de la región del cielo donde es más probable que esté. Tomará unas 900 imágenes, aunque el asteroide sólo aparecerá en un pequeño número de ellas.
Los siete instrumentos científicos que la nave lleva a bordo, además, estudiarán la composición y la temperatura de Ultima Thule, así como su interacción con el viento solar.
“La posible existencia de anillos y de lunas, la presencia de cráteres y la sublimación de compuestos volátiles son algunos de los resultados más interesantes que se pueden esperar”, declara José Luis Ortiz, especialista en objetos transneptunianos del Instituto de Astrofísica de Andalucía. “Pero, cuando se explora algo por primera vez, siempre se encuentran resultados interesantes, y a menudo no son los que uno preveía. Habrá que esperar a ver qué encontramos”.
El investigador principal de la misión, Alan Stern, coincide en que “nadie sabe qué nos revelará Ultima; esto es lo más interesante; es exploración en estado puro”, según ha declarado en el blog de la NASA.
New Horizons tendrá que hacer las observaciones de manera autónoma, sin recibir instrucciones sobre la marcha desde la Tierra, como ya hizo en Plutón. A la distancia a la que se encuentra, sus comunicaciones tardan seis horas en llegar a la Tierra y harían falta otras seis horas para hacerle llegar nuevas instrucciones. Demasiado tiempo: doce horas después la nave estaría 600.000 kilómetros más allá y podría haber pasado de largo de Ultima Thule.
Por ello, New Horizons está volando desde el 26 de diciembre en el llamado Modo Encuentro, que prevé que resuelva por sí misma los imprevistos que puedan surgir. El centro de control de la misión, situado en la Universidad Johns Hopkins en Maryland, puede enviarle instrucciones actualizadas hasta el 31 de diciembre si detecta algún imprevisto.
Después, la nave dejará de comunicarse con la Tierra durante unas horas para concentrar toda su energía en registrar tanta información como sea posible sobre Ultima Thule. La primera comunicación tras el encuentro se espera el 1 de enero a las 16 h 28 m (hora española). Será sólo una llamada para informar sobre el estado en que se encuentra la nave tras pasar junto a Ultima Thule, donde no se descarta que pueda sufrir daños por el impacto de rocas o granos de polvo no detectados con antelación. La primera foto, de sólo 10.000 píxeles, debería llegar también el martes a partir de las 21.15 y hacerse pública el miércoles.
En los días y semanas siguientes, empezarán a llegar fotos en resoluciones más altas y los datos científicos que ayudarán a comprender mejor cómo es el cinturón de Kuiper. Pero la cosecha será lenta. New Horizons registrará 50 gigabits de datos en Ultima Thule. Para transmitirlos a la Tierra, necesitará 20 meses.