A más de dos años de su lanzamiento, el satélite aporta datos clave para prevenir catástrofes y fenómenos como “El Niño”.
La NASA y la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) realizaron ayer un seminario on-line para dar a conocer los datos recogidos desde el espacio a través del satélite argentino SAC-D Aquarius de observación climática y oceanográfica.
El satélite fue lanzado hace ya dos años, el 10 de junio del 2011, desde el cohete Delta II, en la base Vandenberg, California, Estados Unidos. En menos de dos meses, el instrumento recolectó más datos que los captados desde el comienzo de la oceanografía hace 125 años.
Dados los resultados prometedores, se planea que la misión, pensada para que se extienda por tres años, se prolongará por mucho más en el tiempo. El seminario contó con la participación de dos científicas argentinas: Sandra Torrusio, investigadora principal de SAC-D en la CONAE y Mónica Rabolli, investigadora adjunta de SAC-D en la CONAE. También participó Jorge Vázquez, oceanógrafo del Jet Propulsion Laboratory de la NASA.
Los especialistas destacaron que se obtuvo información esencial para entender procesos climáticos globales, desde la variación de la salinidad de las aguas de los océanos hasta la evolución de los huracanes, mostrando cómo se desplazan de un lugar hacia otro en los mapas bajo la forma de manchas de distintos colores y tamaños.
En este sentido, Torrusio recordó el objetivo de la misión: “apuntamos a tener un mejor conocimiento del clima del que se ha tenido hasta ahora, para poder hacer una mejor previsión de catástrofes y determinar cómo van a evolucionar fenómenos como ‘El Niño’ o ‘La Niña’”.
Las investigadoras coincidieron en destacar el orgullo que supone que una de las patas fundamentales del proyecto sea argentina y contaron que: “se abrió la posibilidad de desarrollar proyectos a largo plazo en conjunto con la NASA“. Además, anunciaron que la CONAE desarrolla actualmente un nuevo satélite de radar para estudiar la humedad del suelo, que brindará información complementaria.
El seminario se desarrolló totalmente de manera interactiva y on-line. El público pudo hacerles preguntas a los disertantes, desde distintas partes del mundo, principalmente Argentina. En general, las inquietudes estaban orientadas a indagar sobre la importancia que le daban las investigadoras a un avance científico de tal magnitud.
El oceanógrafo Jorge Vázquez destacó que los datos del Aquarius van a beneficiar a distintas industrias hasta hoy sumidas en la incertidumbre, y ejemplificó: “donde yo vivo en Estados Unidos, California, el agua es muy importante porque escasea. Hace diez años que vivimos acostumbrados a la sequía y esto afecta directamente en la economía. Si pudiéramos entender mejor cómo funciona el ciclo del agua, podríamos encontrar una solución. Así, lugares con montañas donde no nieva, perdieron su potencial turístico; y en el caso particular de Argentina, siendo un país agropecuario, lograr mejores precisiones sobre las lluvias podría dar mayor previsibilidad”.
La importancia del Aquarius en estos últimos dos años ha sido enorme. Rabolli cuenta que “en CONAE se desarrolló un módulo específico de mapas de salinidad en relación con la circulación oceánica. El aporte del satélite fue invaluable, ya que su órbita arroja datos globales cada siete días, que si se quisieran medir con otro tipo de aparato marítimo sería imposible. Habría que poner en cada océano un instrumento distinto y ni siquiera así se lograría un resultado similar y preciso. Por primera vez observamos la afluencia del río hacia el mar y cómo cambia el caudal marítimo. Un dato clave, a futuro, para prevenir inundaciones”.