Este movimiento religioso suma alrededor de medio millón de fieles, especialmente en Estados Unidos e Israel, pero también en la Argentina.
“Jesús es el Mesías esperado por el pueblo judío, y es el Mesías para todos los pueblos”. La frase sorprende de boca de un rabino, pero David Sedaca, al igual que casi medio millón de judíos “mesiánicos” en todo el mundo, celebra este sábado en su sinagoga de Nueva York el “Iom Yeshúa” (Día de Jesús, en hebreo), sumándose a millones de cristianos que festejan hoy la Navidad.
El rabino Sedaca, un graduado de Harvard que tuvo una exitosa carrera como ejecutivo de la industria automovilística y es hoy académico de la Universidad Hebrea de Jerusalén, condujo durante 25 años la Alianza Internacional del Judaísmo Mesiánico, una de las principales ramas de este movimiento religioso.
Sin dudas, entre los judíos mesiánicos, el más famoso es el poeta y compositor norteamericano Bob Dylan. Nacido en 1941 en una familia judía practicante, Robert Allen Zimmerman (su nombre real), Premio Nobel de Literatura 2016, reveló que su acercamiento a Jesús, sin renegar de su judaísmo, ocurrió cuando tenía 37 años, durante una gira musical por Arizona. Mientras estaba en su habitación de un hotel de Tucson, de pronto “hubo una presencia en la habitación que no podía haber sido nadie más que Jesús…. Sentí temblar todo mi cuerpo. La gloria del Señor me derribó y me levantó“, contó.
Luego escribió en su canción “Saved”, “He sido salvado por la sangre del cordero / Y estoy tan contento… Solo quiero darte las gracias, Señor”.
La pregunta que los judíos mesiánicos deben responder una y otra vez es casi obvia: Si creen que Jesús es el Mesías ¿por qué no se convierten al cristianismo? “Ocurre que en realidad fue la iglesia cristiana la que se fue distanciando de sus raíces judías, especialmente a partir de que en el 313 el emperador Constantino convirtió al cristianismo en religión oficial del Imperio Romano”, señaló Sedaca.
El líder judío mesiánico nacido en Uruguay de padres judíos, que vivió en América Latina y Europa antes de radicarse en Estados Unidos, dio luego una explicación bíblica de su afirmación. “Aún después de la muerte y resurrección de Jesús, en el capítulo 22 de los Hechos de los Apóstoles, el propio apóstol Pablo se presenta, hablando en idioma hebreo, como judío criado ‘en la estricta observancia de la Ley de nuestros padres’. Y además, quien guió a Pablo luego de su encuentro con Jesús, fue Ananías, presentado también por el apóstol como ‘un fiel cumplidor de la Ley’. Entonces, Jesús no se propuso fundar una nueva religión, sino llevar a la perfección la obra para la que Dios designó a Israel como su pueblo elegido”.
Aunque hay varios centenares de diferentes congregaciones judías mesiánicas, cada una con sus costumbres y ritos, sus sinagogas son por los general salones modernos, sobrios, sin demasiados ornamentos. El símbolo con el que se identifican es un candelabro judío (la menorá), y un pescado (símbolo de los antiguos cristianos) unidos por la estrella de David.
Para las ceremonias, el rabino suele cubrirse con el talit (manto judío) con flecos, las oraciones y los cantos son en idioma hebreo y se hacen lecturas del Antiguo y del Nuevo Testamento. Además, tienen la Santa Cena en la que el pan “simboliza” el cuerpo de Jesús, y el vino, su sangre.
“Hasta finales del siglo I, cristianismo y judaísmo fueron casi una misma religión”, señaló el rabino Sedaca. Los cristianos eran vistos como una rama del judaísmo, y ambos eran considerados una amenaza por los romanos politeístas. Luego, aunque a lo largo de toda la historia siguió habiendo judíos que creyeron en Jesús como Mesías, fue en 1813 que se formaron en Londres las primeras agrupaciones hebreo-cristianas, a las que siguieron movimientos similares en el resto de Europa y Estados Unidos. En 1864 aparecieron las primeras congregaciones. El segundo gran florecimiento del judaísmo en general, y el mesiánico en particular, ocurrió después de la Guerra de los Seis Días de 1967, cuando Israel recuperó el control completo de Jerusalén y muchos lo vieron como una especie de cumplimiento de la profecía bíblica. Ese reverdecimiento en Estados Unidos coincidió con el auge de los movimientos evangélicos pentecostales. La mayoría de las congregaciones judías mesiánicas están hoy en Estados Unidos e Israel, pero hay diseminadas por todo el mundo, incluso en Buenos Aires se encuentra el Centro Mesiánico Derej Haemuna, en el barrio de Almagro, dirigido por el rabino José Lewin.
Sarah Posner, editora de temas religiosos en Estados Unidos, que fue becada por la University of Southern California para profundizar sobre la vida de los judíos mesiánicos, explicó a LA NACION cómo son percibidas estas congregaciones en Estados Unidos y en Israel. “Desde el punto de vista político, los judíos mesiánicos suelen coincidir con la agenda de los cristianos evangélicos y la derecha religiosa en cuanto a su oposición al aborto, a los derechos LGBT y al Islam. Incluso, muchas veces realizan actividades conjuntas con los evangélicos”, señaló Posner a LA NACION.
Pero en Israel, especialmente los ortodoxos, los haredim, los ven como una amenaza, rechazan su presencia y presionaron para que la legislación no los considere “judíos” que puedan calificar para la “aliyah”, la posibilidad de inmigrar a Israel que tienen todos los judíos de cualquier país de origen.
“El cumplimiento del mandato de Jesucristo de ‘ir y evangelizar a todas las naciones’ y el proselitismo, coloca a los judíos mesiánicos en una posición antagónica con el gobierno de Israel, y en particular con el Ministerio del Interior, que está controlado por la extrema derecha. Los haredim acusan a los judíos mesiánicos de aprovecharse de los desprevenidos jóvenes seculares israelíes, inmigrantes y otros que no están lo suficientemente en contacto con su judaísmo”, explicó Posner.
Desde Israel, el rabino Daniel Juster, uno de los líderes históricos del judaísmo mesiánico que dirige la organización Tikkun International, explicó las complicaciones que genera este rechazo en la vida diaria de su comunidad. “La oficina de Población está controlada por gente del partido religioso de derecha Shas, y continuamente nos pone trabas para cualquier trámite, ya sea servicios, visas, etc. También hay boicots a los omnibuses que son propiedad de los judíos mesiánicos”.
De todas maneras, desde su comunidad en Mevaseret Tzion, al oeste de Jerusalén, el rabino Juster afirma que esta oposición no traba su labor evangélica. “Somos una congregación de miembros muy unidos, que sabemos quiénes somos en Yeshúa, y podemos anunciar las Buenas Nuevas con el poder del Espíritu Santo”.
Desde el entusiasmo por la fiesta de Navidad, el rabino Sedaca concluyó haciendo suyas las palabras del profeta Simeón cuando Jesús, recién nacido, fue llevado por su padres al templo de Jerusalén para su “purificación”. “Desde que descubrí a Yeshúa como Salvador, yo puedo decir como Simeón; ‘Mis ojos han visto la salvación que preparaste para la gloria de tu pueblo, Israel’”.