Fallecida a los dos años a causa de un tumor cerebral, Matheryn Naovaratpong fue “congelada” esperando a que la ciencia avance lo suficiente para resucitarla en el futuro.
A los dos años de vida, Matheryn Naovaratpong de Tailandia fue diagnosticada con un poco común caso de cáncer llamado ependimoblastoma, con un tumor de 11 centímetros en el lado izquierdo de su cerebro. La enfermedad, con una tasa de supervivencia cercana de un 30% a los cinco años, la hizo caer en coma, soportando 12 cirugías cerebrales, 20 tratamientos de quimioterapia y 20 sesiones de radioterapia.
Ya sin esperanzas, tiempo después sus padres -ambos médicos- la desconectaron de su máquina de soporte vital, falleciendo el 8 de enero de este año. Al morir, había perdido un 80% del costado izquierdo de su cerebro, paralizando el lado derecho de su cuerpo.
Sin embargo, su familia tenía un plan: acudir a la fundación Alcor, especialistas en criogenización, para congelar su cuerpo y cerebro, esperando a que la ciencia avance lo suficiente y así volverla a la vida.
El procedimiento de criogenización básicamente consiste en poner al paciente a una especie de “sarcófago de hielo”, donde el corazón es reiniciado artificialmente conectado a una máquina, se administran una docena de medicamentos, la sangre se drena y sustituye con anticongelante, el pecho se abre para unir los principales vasos sanguíneos a una máquina que elimina la sangre restante y se baja lentamente la temperatura del cuerpo a una velocidad de 1°C cada hora, alcanzando los -196°C luego de dos semanas.
Su costo es alto: entre U$80.000 para el cerebro y U$200.000 por todo el cuerpo (48 a 120 millones de pesos), más una cuota anual de U$770 (460 mil pesos). Puede ser cubierto con una póliza de seguro de vida y la edad media de los miembros vivos es de 48,3 años, el más antiguo es de 101 años y la más joven es la ya mencionada Matheryn, de dos años.
El problema es que hasta ahora, ningún ser humano ha sido resucitado luego de este procedimiento. La ciencia aún no tiene los conocimientos suficientes, y es por ello que la criogenización se considera como un “acto de buena fe”, aunque los avances en impresión de órganos 3D, nanotecnología molecular y regeneración de tejidos auguran un buen futuro.
Otro inconveniente tiene que ver con “despertar” en el futuro, con la posibilidad de no encontrar seres queridos cercanos y en un ambiente totalmente distinto.
De acuerdo a la compañía, existen 134 personas congeladas, y casi mil clientes en listas de espera.
En cuanto a la niña, sus padres afirmaron que de no conseguir ningún logro, entregarán sus células para estudiar la enfermedad y ayudar a encontrar una cura.