Carlos Arüelles es un ex ladero de Esteban Alvarado que luego declaró en su contra. Hay tres demorados por los disparos.
Pocos días antes de que Esteban Lindor Alvarado cumpla dos años detenido, un testigo protegido que declaró en su contra denunció que su auto fue atacado a balazos cuando circulaba con su familia por Gaboto al 5500, en el barrio Triángulo. El hombre atacado es Carlos Héctor Argüelles, señalado en audiencia imputativa por los fiscales de la Agencia de Criminalidad Organizada Matías Edery y Luis Schiappa Pietra como testaferro de Alvarado. Argüelles es un mecánico de 46 años que se encargaba de “emponchar” y acondicionar autos a Alvarado. En julio de 2019 accedió a una morigeración de prisión preventiva que le permite circular por la calle en libertad. Tres personas fueron demoradas por el ataque y al cierre de esta edición los fiscales se planteaban qué temperamento tomar respecto a ellas.
En junio de 2019 se conoció por primera vez en una audiencia en el Centro de Justicia Penal la estructura de negocios que alimentaba un entramado de empresas legales utilizadas por Alvarado, según la hipótesis fiscal, para mantener actividades ilícitas. Se indicó como fluía el dinero para pagar la mano de obra de la organización. Dinero en blanco para financiar una serie de delitos, entre ellos desviar las investigaciones del homicidio del prestamista Lucio Maldonado, cometido en noviembre de 2018, y las tres últimas balaceras a blancos del Poder Judicial registradas a finales de ese año.
En esa audiencia apareció el nombre de Carlos Argüelles, dueño de un taller mecánico que según la acusación de Edery y Schiappa Pietra brindaba apariencia de legalidad a los autos que quedaban a disposición de la organización que, según la acusación, regenteaba Alvarado. Para los fiscales era el encargado de “emponchar” los autos. Fue detenido el 10 de junio de 2019.
Para Edery y Schiappa Pietra, Argüelles integraba el primer estamento de la estructura de negocios de Alvarado, compuesto por las personas que obtenían los medios materiales necesarios para cometer delitos y los ejecutaban. Este segmento también proveía de armas y vehículos a la organización, pagaba por trabajos ilícitos que otros realizaban para el grupo, hacía tareas de inteligencia e identificaba e intimidaba personas para lograr un beneficio ilegal.
A Argüelles además le imputaron haber ayudado a desviar la investigación del crimen del prestamista Lucio Maldonado, secuestrado de su casa de barrio Tablada, y de las balaceras al Centro de Justicia Penal y al edificio de Tribunales en Balcarce al 1600, ocurridas en diciembre del mismo año.
Según la acusación Argüelles, junto a un testigo protegido y a Leandro “Chulo” Olivera (ligado a Los Monos), manipularon celulares que luego intentaron incorporar a la causa para desviarla. Un mes más tarde Argüelles obtuvo una morigeración de prisión y desde entonces, si bien continúa ligado al proceso judicial, tiene la posibilidad de circular por la calle y trabajar.
El martes se cumplirán dos años de la detención de Alvarado y así vencerá el plazo máximo de su arresto preventivo sin que la causa sea elevada a juicio. El lunes está prevista una audiencia de revisión de medida cautelar para pedir una prórroga extraordinaria de su detención.
Cinco días antes de esa audiencia el testigo protegido Argüelles denunció que su auto, un Ford EcoSport, fue atacado a balazos en inmediaciones de Gaboto al 5500 cuando circulaba con su familia este jueves a las 20.20. Argüelles contó a la policía que un auto color gris se le puso a la par y le dispararon varias veces. Efectivos policiales que acudieron a un llamado del 911 constataron que el auto tenía un roce sobre el lado del conductor. No se incautaron vainas servidas en los alrededores.
Mientras esto sucedía, según confiaron fuentes policiales, al lugar llegó un Peugeot 308 y una de las personas que circulaba en ese auto entregó a la víctima un bolso con dinero: 49.800 pesos y 6.900 dólares estadounidenses. Los pasajeros del 308 fueron demorados al no poder justificar la procedencia del dinero.
Una hora más tarde, alrededor de las 21.30, un móvil del Comando Radioeléctrico detuvo en Cafferata al 2700 un utilitario Peugeot Partner gris en el que viajaban tres personas, una de ellas una mujer. En el utilitario llevaban una moto Zanella 150 de centímetros cúbicos. Las tres personas —Gabriel G., de 30 años; Gianfranco A.S., de 24; y Mailen C., de 25— fueron demoradas hasta que los fiscales decidan qué temperamento adoptar.
En paralelo fue encontrado en inmediaciones de calle Ivanowski 3900 un auto Suzuki color Gris con varias vainas en su interior sobre el lado del acompañante, que serán peritadas. Al cierre de esta edición los fiscales Edery y Schiappa Pietra esperaban las actuaciones mientras comisionaban a efectivos de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) para que trabajaran en el territorio buscando testimonios y cámaras de videovigilancia.
Desde el sábado 2 de febrero de 2019, cuando Esteban Alvarado cayó preso en Embalse Río Tercero, en Córdoba, el expediente dejó en evidencia dinámicas de amigo-enemigo entre los personajes involucrados, que de compinches pasaron a rivales a partir de algún corrimiento de la lealtad. Y así, sometido a una suerte de VAR (videoarbitraje) futbolero, cada agresión puede ser interpretada a favor o en contra de Alvarado.
Fue el caso de Rodrigo Ortigala, cuyo aporte resultó clave para la detención del líder del clan. Hasta presentarse como testigo arrepentido Alvarado había sido su jefe en una banda de las más pesadas y temidas de la región centro. Al traspaso Ortigala lo pagó con el ataque a balazos del que fuera blanco su hermana Mariana, abogada de 41 años, quien fue atacada a balazos con tres pistolas cuando salía de su casa en el residencial barrio de Bosque Azul en Roldán el 13 de marzo pasado.
Le dispararon 35 veces. Tres de los proyectiles impactaron en el cuerpo de la mujer y le provocaron serias lesiones en un tobillo, un fémur y la cintura. Pero Sobrevivió. Fue un ataque a balazos que, por el peso específico de los protagonistas, ganó notoriedad pública. Hubo otros, subterráneos en el mundo del hampa, que no trascendieron.
Los vaivenes son tantos que hasta el propio Alvarado sufrió el dicho de “balas que pican cerca”. El lunes 30 de noviembre pasado una cuadra de barrio Larrea se vio conmocionada por un ataque a balazos. Fue en el pasaje Pirayú al 1200, a la altura de Juan B. Justo al 7200. Dos tiratiros en moto pasaron frente la casa del ex suegro de Alvarado y dispararon contra la vivienda que está enfrente, errando el objetivo de la intimidación. Dejaron un cartel con una vieja foto de prontuario policial de “El Esteban” y un mensaje: “Esteban Alvarado. Dejá de batir la cana ortiva. Estás entregando a los pibes. Date cuenta que ya no jugás más acá. La próxima aguantátelas”. Ese día otras tres viviendas de personas cercanas a Alvarado, todas en barrio Belgrano, fueron baleadas.