Gracias al descubrimiento de una nueva molécula, un grupo de científicos del Imperial College de Londres ha propuesto crear una píldora “anti-apetito”, que imita la sensación de saciedad que genera la fibra.
En el año 2050, la mitad de los británicos padecerán obesidad, según un estudio auspiciado por el National Obesity Forum. Mientras el Gobierno británico busca medidas para contener la que muchos médicos tildan como epidemia del siglo XXI, un grupo de científicos del Imperial College de Londres ha propuesto la posibilidad de crear una píldora “anti-apetito“ gracias al descubrimiento de una nueva molécula que bloquearía esta sensación cerebral desde el intestino.
Para alcanzar esta conclusión analizaron cómo el ser humano experimenta una sensación de saciedad cuando ingiere fruta y verdura, ya que se libera fibra de acetato en el intestino. Tras rastrear esta molécula, detectaron que su camino culmina en la región del hambre del hipotálamo cerebral. Por lo tanto, sería posible crear una pastilla derivada de acetato para ayudar a la gente a no tener hambre.
“El principal desafío es desarrollar una versión que proporcione la cantidad de acetato necesaria para suprimir el apetito, pero en una forma que sea segura para los seres humanos”, declaró el profesor Gary Frost, del Imperial College, al diario “The Telegraph”.
El estudio va más allá e indica que la obesidad se ha disparado en los últimos años debido a la sustitución de alimentos tradicionales por comida procesada que no reacciona con las bacterias del intestino. La dieta europea hoy contiene cerca de 15 gramos de fibra al día, mientras que en la Edad de Piedra tenía unos 100 gramos.
“Lamentablemente, nuestro sistema digestivo no ha evolucionado todavía para hacer frente a esta dieta moderna y eso contribuye a la epidemia de obesidad”, ha explicado Frost.
Los resultados de la investigación se probaron con un grupo de ratones a los que se alimentó de forma diferente. Los roedores con una dieta alta en grasas junto a inulina (una molécula natural de nuestro organismo que disminuye el apetito) comían menos y ganan menos peso que los que no recibían inulina. Además, se demostró cómo el acetato se acumulaba en el hipotálamo cerebral, donde se desencadenan reacciones químicas para eliminar el hambre. En otro de los experimentos, demostraron cómo la inyección de acetato en sangre acababa reduciendo los alimentos consumidos.
Aunque la investigación, publicada en “Nature Communications”, debería animar a tomar más fibra en forma de cereales o verdura, también esperan que el hallazgo sea aprovechado para fabricar medicinas que frenen la ingesta excesiva de calorías y por tanto ayude a combatir el sobrepeso y la obesidad.