Hasta hace pocos años era considerada una enfermedad de adultos. Ahora ataca también a los menores de 18 años porque, entre otras causas, empeoraron los hábitos de vida.
Suena extraño, pero ocurre. Hay chicos con hipertensión. Y en adolescentes el crecimiento avanza en forma sostenida desde hace unos años. Se sabe que la genética tiene su importancia e influye en la presión, pero los malos hábitos de vida son los que están marcando la tendencia. Chicos que comen mal, que se llenan de grasas, que pasan horas frente a distintas pantallas sin moverse ni ver el sol. La mala alimentación y el sedentarismo les están subiendo la presión a los chicos, y los está condenando a un futuro de posibles enfermedades. La hipertensión, cuyo Día mundial se celebró ayer, desemboca en problemas cardíacos, la principal causa de muerte en el mundo.
“La hipertensión arterial era considerada hasta hace pocos años como una enfermedad casi exclusiva de los adultos, que en la mayoría de los casos padecían una hipertensión primaria, es decir, la que se presenta sin una enfermedad de base que la justifique. En general, se trata de personas con sobrepeso u obesidad, hábitos sedentarios, diabetes o antecedentes familiares de hipertensión. Los pocos casos en los que se diagnosticaba esta enfermedad en niños o preadolescentes era una hipertensión secundaria, consecuencia de enfermedades renales.
En la actualidad, los casos de hipertensión primaria están en aumento, en especial en adolescentes, entre 12 y 18 años ”. Palabras de la Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial (Saha).
Un niño o adolescente con hipertensión puede presentar síntomas como dolor de cabeza, enrojecimiento de la cara y las orejas, irritabilidad, mareos, fatiga y sangrado nasal. Sin embargo, el 60% de los pacientes no tiene síntomas hasta que la hipertensión ya ha causado suficiente daño; por eso la Saha la llama “el enemigo silencioso”. La hipertensión arterial en la niñez y adolescencia provoca daño cardíaco (un aumento del tamaño del ventrículo izquierdo), acelera el proceso de aterosclerosis y es un factor de riesgo de enfermedad coronaria en la edad adulta.
Se estima que en la actualidad, el 1,5% de los chicos y el 5% de los adolescentes son hipertensos. Pero la Saha asegura que en realidad 8 de cada 100 niños en la Argentina podrían ser hipertensos, y que a la mitad de los chicos de entre 7 y 18 años nunca les han tomado la presión.
El riesgo de ser hipertenso en la adultez aumenta un 70% si se tuvo hipertensión de chico.
“Cuando atiendo a mis pacientes siempre les pregunto cuántos hijos tienen. Me contestan, y enseguida les pregunto si saben qué presión tienen sus hijos, por supuesto, se quedan mudos, pero los hipertensos no salen de un repollo”. El tono es de broma, pero Alberto Villamil, jefe de Hipertensión del Instituto Cardiológico de Buenos Aires (ICBA), habla muy en serio. “La hipertensión es hereditaria. Un padre hipertenso debe cuidar a sus hijos desde pequeños. Si no se trata la presión genera riesgos y daños. Atiendo una gran cantidad de adolescentes hipertensos, y la mayoría son hijos de hipertensos”.
Villamil habla de sedentarismo, obesidad, tabaco, alcohol y drogas. Jorge Lerman, presidente de la Fundación Cardiológica Argentina (FCA), habla de sal: “Hamburguesas, pizza, papas fritas, pochoclo, snacks, son muy frecuentes en la alimentación de los chicos. Otra causa es la inactividad, pasan muchas horas frente al televisor o la computadora y una vida físicamente activa es importantísimo para la salud cardiovascular”.
¿Cuándo se debe comenzar a tomar la presión? Villamil dice que el consejo de las sociedades médicas son los 3 años: “Se debe tomar al menos una vez al año, sobre todo a los hijos de hipertensos”. Lerman sube la edad y habla de la escuela primaria, es decir, 6 años. “Los pediatras bien informados conocen esto muy bien y lo ponen en práctica. Esto es más real aún en los niños cuyos padres son hipertensos. Es excepcional tener que tratar con medicamentos a niños o adolescentes, aunque en ciertas ocasiones es necesario. Se ha comprobado que tratar la hipertensión reduce significativamente la enfermedad cerebro vascular y coronaria, la insuficiencia cardíaca y renal”, asegura Lerman. Villamil apoya: “Hay muchísimos medicamentos para controlarla, y son muy seguros, sin efectos colaterales”.
De todos modos, dicen, nada mejor que cambiar los hábitos de vida: ir a la plaza, caminar, andar en bicicleta, patinar, jugar a la pelota. Y lo más difícil: cambiar la comida chatarra por frutas y verduras.