Virginia Raggi, que asumió en julio con la promesa de ordenar la ciudad, enfrenta crecientes críticas; su gestión hizo estallar una interna en el M5E.
A mediados de junio pasado hizo historia: con más del 67% de los votos, se convirtió en la primera mujer alcalde de Roma, de la mano del antisistema Movimiento Cinco Estrellas (M5E). Asumió un mes más tarde, en medio de gran expectativa después de sus promesas de limpiar, ordenar y volver a hacer funcionar la Ciudad Eterna, víctima de desmanejos en los últimos años.
Pero la luna de miel de Virginia Raggi, así como la esperanza de cambio, duró poco. El gobierno comunal que puso en marcha la atractiva abogada de 38 años, una outsider con escasa experiencia administrativa, se encuentra en el caos más absoluto.
Más allá de que siempre se supo que no es fácil llevar las riendas de una ciudad considerada “ingobernable” como Roma, el desastre de Raggi comenzó con las personas que designó en cargos clave. Es decir, para manejar las finanzas de la ciudad, que tiene una deuda millonaria; para resolver la cuestión de la recolección de basura -el desafío número uno en una ciudad cada vez más sucia con ratas deambulando de noche por el centro histórico-, y la cuestión de los transportes, otra cuenta pendiente de la capital.
La debacle se acentuó el 1°de septiembre pasado. Ese día, en menos de 24 horas renunciaron cinco funcionarios de su círculo chico, entre ellos su jefa de gabinete, Carla Rainieri, y su ministro de Finanzas, Marcello Minenna. Aunque lo peor vino días más tarde, cuando se difundió la noticia de que Paola Muraro, designada para solucionar el rompecabezas de la recolección de residuos, estaba siendo indagada por la justicia por delitos ambientales. Y que Raggi estaba al tanto de eso desde julio, pero había preferido callar. ¿Cómo podía ser algo así, en un movimiento que siempre clamó ser distinto de los partidos políticos tradicionales, al reivindicar transparencia y legalidad?
Estalló así una feroz polémica interna, de consecuencias impredecibles en el M5E, que favorece al primer ministro de centroizquierda, Matteo Renzi. Creado por el bloguero y cómico genovés Beppe Grillo, el M5E se convirtió en uno de los primeros grupos políticos de Italia al arrebatarles votos tanto a la centroizquierda del Partido Democrático de Renzi como a la derecha, huérfana del ex primer ministro Silvio Berlusconi. En junio pasado, no sólo logró conquistar, gracias a Raggi, la alcaldía de Roma, sino también, de la mano de Chara Appendino, la de Turín, la ciudad de la automotriz Fiat. Pero el caos en la administración Raggi, que representa la primera experiencia de gobierno importante para el M5E, podría hacer naufragar sus sueños de ir por más y pelearle a Renzi la jefatura de gobierno, en las elecciones de 2018.
El escándalo, además, dañó fuerte la imagen de Luigi Di Maio, estrella política en ascenso y diputado del M5E, considerado un perfecto candidato a primer ministro. ¿Por qué? Porque él también sabía que Muraro estaba siendo indagada por la justicia.
En medio del caos, reflejado en la red de redes, ya que es a través de las redes que se formó el M5E, su líder, Beppe Grillo, viajó a Roma para recompactar a la tropa y sellar una tregua. “Raggi sigue adelante y nosotros vigilaremos”, señaló Grillo, que también decidió disolver el minidirectorio romano que asesoraba a Raggi en sus decisiones clave.
La joven abogada y alcaldesa -que adelgazó brutalmente en los últimos días y que, además, se está separando del marido- está ahora intentando desesperadamente encontrar personas con buenos currículums y, sobre todo, sin esqueletos en su armario, “limpias”, que puedan cubrir los sillones dejados vacíos en su administración. No se trata de una tarea fácil.
“Si la experiencia de Raggi dejó algo en claro es la clamorosa falta de una clase dirigente en el seno del M5E”, opinó Sergio Rizzo, analista político del Corriere della Sera. Desde el movimiento de los también llamados grillini, no obstante, le echan la culpa al establishment. “La gente entiende que somos personas normales, verdaderas, que también cometen errores, pero que en la batalla saben resistir y también al sistema que nos pone palos entre las ruedas”, dijo Andrea Cioffi, senador del M5E. “Es demasiado pronto para juzgar el trabajo que estamos haciendo en Roma, hacen falta dos años”, indicó.
Hasta el Vaticano criticó a Raggi. Después de que un enésimo temporal de verano paralizó la Ciudad Eterna, el Osservatore Romano, el diario de la Santa Sede, denunció anteayer que “la ciudad está en estado de abandono”. Resumió, así, la sensación de los romanos.