Un grupo de arquitectos franceses realizó la estructura de la vivienda en poco más de dos días, aunque necesitaron otros cuatro meses para terminarla.
Una familia de la localidad francesa de Nantes se convirtió en la primera de todo el mundo en mudarse a una casa impresa en 3D. La propiedad tiene 95 metros cuadrados y está diseñada para que vivan cinco personas, con cuatro dormitorios. Imprimir la casa tomó 54 horas y se necesitaron 4 meses para completarla con ventanas, puertas y el techo.
Su diseño incluye paredes curvas para reducir los efectos de la humedad y controles digitales para personas con discapacidad. Por ahora es sólo un prototipo, pero según sus creadores podría ser el principio de un gran cambio en la industria de la construcción.
En total costó unos US$234.000, algo más de seis millones de pesos argentinos, lo cual representa un ahorro del 20% respecto a lo que costaría una casa idéntica construida de manera tradicional en Francia.
Francky Trichet, líder del concejo de Nantes en temas de tecnología e innovación, dice que el propósito del proyecto es ver si este tipo de viviendas podrían construirse de manera masiva y si esa tecnología se puede aplicar en otro tipo de construcciones, como escenarios deportivos, por ejemplo.
“Durante 2.000 años no ha habido un cambio en el paradigma del proceso de construcción”, dice Trichet. “Queríamos barrer con todo este proceso de construcción”.
En primer lugar, la casa fue diseñada por un equipo de arquitectos y científicos. Luego, el diseño se programó en una impresora 3D que se trasladó hasta el lugar donde fue ubicada la vivienda.
La impresora comenzó a levantar las paredes por capas. Cada pared está compuesta de dos capas de aislante de poliuretano, con un espacio entre ellas que se rellena con cemento. Luego, se le instalan las ventanas, las puertas y el techo. Y listo, la casa quedó terminada y lista para ser habitada.