“No hay sitio para mí ni para nadie que se atreva a pensar por su cuenta en este lugar que me ha visto nacer”.
Isabel Coixet es la directora de cine que si de algún pie cojea es de su ideología de izquierdas, hasta que se ha topado de frente con los coléricos independentistas catalanes para los que es una fascista. Isabel Coixet se confiesa “acojonada” por los independentistas de Cataluña.
Lo explica la propia protagonista en el diario El País este 4 de octubre de 2017, con dolor y rabia, en un artículo de título ‘Tierra de nadie’, en el que termina por describir su brutal sentir de que “no hay sitio para mí en este lugar que me ha visto nacer”:
Escribo esto con la cara encendida. No de vergüenza, sino de rabia. Dos individuos con banderas esteladas atadas al cuello me han increpado gritándome en la puerta de mi casa llamándome “fascista”…”¡debería darte vergüenza!”. Yo bajaba a pasear al perro y a reciclar plásticos y al principio, como era temprano y estaba medio dormida porque no he pegado ojo en toda la noche, no creí que hablaban conmigo y he seguido mi camino. Seguían gritándome y me he vuelto con una tranquilidad que aún ahora dos horas después me asombra y les he dicho: “¿Pero no os da a vosotros vergüenza decirme esto a mí sin conocerme?”. Han continuado con sus gritos.
Puestos en la escena, proseguía con la narración Coixet:
Me doy cuenta con una claridad espeluznante que, pase lo que pase, no hay sitio para mí ni para nadie que se atreva a pensar por su cuenta en este lugar que me ha visto nacer, que hoy será esto, ayer fue el insulto a gente de mi familia, anteayer, a amigos cuyos amigos critican sin ambages que sigan considerándonos amigos y mañana será algo peor.
Y piensas en todo el miedo que se ha instalado como esporas en la piel de los que callan y en secreto vienen a decirte que están contigo, que te agradecen lo que haces, que ni en la intimidad del hogar pueden hablar para que los niños no les oigan y en el cole no se metan con ellos. No hablo de anécdotas: esta es la realidad que vivimos los de aquí. La fractura pasmosa de una sociedad que convivía en paz y sin temores, con diferencias lógicas de opiniones y valores y criterios, pero con respeto.