La renuncia de Enrique y Meghan, una bomba para la Corona británica

Un año y medio después de su mediática boda en el castillo de Windsor, los duques de Sussex, Enrique y Meghan, decidieron dar un paso atrás en sus funciones como representantes de la monarquía británica y repartir su tiempo entre el Reino Unido y Norteamérica.

Las recurrentes polémicas sobre su relación con el resto de miembros de la familia real y la presión por parte de los medios de comunicación han marcado hasta ahora la relación del hijo menor de Carlos de Inglaterra, de 35 años, y la ex actriz estadounidense, de 38.

Padres de un niño, Archie, desde hace ocho meses, comunicaron ayer que tienen intención de alejarse de sus obligaciones oficiales como miembros “senior” de la monarquía y “trabajar para ser financieramente independientes”.

Para sorpresa de todos, aseguraron que continuarán cumpliendo con sus “obligaciones” respecto a la institución que encabeza la reina Isabel II, la Mancomunidad de Naciones (Commonwealth) y las fundaciones con las que colaboran, pero ya no pasarán todo su tiempo en las islas británicas.

“Ese equilibrio geográfico nos permitirá educar a nuestro hijo de forma que aprecie la tradición real en la que ha nacido y proveer, al mismo tiempo, a nuestra familia del espacio que necesita para centrarse en su próximo capítulo”, indicaron Enrique y Meghan.

En un comunicado divulgado por ambos en su cuenta de Instagram, los duques contaron que tienen pensado lanzar “una nueva entidad de caridad”, de la cual darán más detalles en el futuro.

El matrimonio comunicó sus planes poco después de un viaje a Canadá, donde Meghan vivió siete años mientras rodaba la serie “Suits”, que les sirvió para mantenerse alejados de los compromisos oficiales durante cerca de dos meses.

Semanas antes de las Navidades, los problemas del matrimonio para lidiar con la presión de estar en el foco mediático se hicieron evidentes en un documental que emitió el canal británico ITV.

“No me obligarán a jugar al juego que mató a mi madre”, decía en ese programa el príncipe, hijo de Diana de Gales, fallecida en agosto de 1997 en París en un accidente de automóvil cuando le perseguían varios “paparazzi”.

En ese mismo documental, Meghan se sinceró con el periodista y estuvo a punto de echarse a llorar. La emotividad de la grabación hizo que la prensa británica la comparara con una famosa entrevista que ofreció Diana a la BBC en 1995, en la que habló por primera vez de forma abierta de su relación con Carlos.

La intervención de Enrique, sin embargo, no le sentó bien a su hermano mayor, Guillermo, que, según revelaron fuentes del palacio de Buckingham, estaba “furioso” tras ver la emisión, lo que avivó las especulaciones sobre las fricciones entre ambos.

Con todo, Enrique se encargó de rebajar la tensión públicamente: “Somos hermanos. Siempre seremos hermanos. Ciertamente, vamos por caminos separados en este momento, pero siempre estaré ahí para él y sé que él siempre estará ahí para mí”, aseguró.

Ahora, la decisión del nieto de Isabel II y su esposa pone fin a meses de especulaciones sobre la posibilidad de que ambos se mudaran fuera del Reino Unido, avivada por sus continuas polémicas con los medios, especialmente con los amarillistas tabloides británicos.

“Tenemos la intención de retirarnos como miembros de la familia real y trabajar para ser económicamente independientes”

Meghan y Enrique

En octubre, Meghan había iniciado acciones legales contra el “Mail on Sunday” y su compañía matriz por haber publicado una carta privada y haber iniciado una supuesta campaña de noticias “falsas” sobre ella.

El enfrentamiento con los medios llevó al príncipe a romper el silencio habitual entre los miembros de la monarquía para cargar públicamente contra los periódicos.

“Llega un momento en el que lo único que puedes hacer es enfrentarte a estos comportamientos porque destruyen a las personas y destruyen vidas”, declaró Enrique.

EL PLAYBOY Y LA ACTRIZ

Él era un playboy desenfrenado que sentó cabeza, y ella una relajada actriz californiana que debió adaptar su estilo cuando se convirtió en duquesa. Pero Enrique y Meghan se mostraron desde su boda incómodos con las obligaciones impuestas a la familia real británica.

Y ayer, tras “muchos meses de reflexión”, los duques de Sussex anunciaron su decisión de renunciar a sus funciones como miembros de primer rango de la casa real y buscar progresivamente su independencia económica.

Gracias a su imagen de modernidad, desenfado y compromiso con causas sociales, la joven pareja logró, desde su boda en 2018, una enorme popularidad: abrieron una cuenta en Instagram el 2 de abril y en menos de seis horas alcanzaron el millón de seguidores, batiendo un récord mundial.

Pero en los últimos meses no habían dejado de expresar su incomodidad con el estricto estilo de vida impuesto a los miembros de la realeza británica, escrutados con lupa por una prensa sensacionalista a menudo despiadada con unos jóvenes que rompieron los moldes tradicionales.

Meghan, que cultivaba un estilo informal californiano de shorts y sandalias, tuvo que acostumbrarse a las reglas de vestir de la monarquía británica, con medias de color carne o neutro, esmaltes de uñas discretos y vestidos por debajo de la rodilla, lo que no pudo tolerar.

Cuando nació, Enrique era el tercero en el orden sucesorio, una posición que exigía un comportamiento ejemplar que tampoco pudo tolerar después de haber sido el miembro más disipado y problemático de la familia real.