Siete meses después de entrar en hibernación, el módulo Philae, el primer ingenio humano que ha aterrizado en un cometa, retoma contacto con la Tierra.
“Hola Tierra, ¿puedes oírme?” . Ese fue, en la madrugada del domingo, el primer mensaje que la sonda Philae, desde la superficie del cometa 67P Churyumov Gerasimenko, publicaba en Twitter después de siete largos meses de letargo. Inmediatamente después, seguía un segundo tweet, esta vez dirigido a su nave nodriza, Rosetta, que sigue en órbita del cometa: “¿Cuánto tiempo he dormido?”. A lo que la nave respondió: “Has tenido un gran descanso, unos siete meses”.
Los más pesimistas lo daban por perdido. Y es que el módulo Philae, el primer ingenio humano diseñado para posarse en un cometa, tuvo el pasado 12 de noviembre un aterrizaje más accidentado de lo previsto. En efecto, tras desprenderse de Rosetta, que sigue volando en paralelo al 67 P Churyumov Gerasimenko a medida que éste se acerca al Sol, Philae no pudo agarrarse como estaba previsto a su accidentada superficie. Varios de sus sistemas de anclaje fallaron y el módulo, de unos cien kilogramos de peso, rebotó varias veces hasta detenerse en un punto desconocido y por lo menos a un kilómetro del lugar elegido para el aterrizaje.
A pesar de ello, Philae logró atornillar al suelo por lo menos una de sus patas, y durante casi sesenta horas, mientras le duró la energía, estuvo enviando datos a la tierra. Por desgracia, cuando el módulo dejó por fin de rebotar y se detuvo, lo hizo en una zona de sombra, de modo que cuando sus baterías se agotaron, no pudo volver a cargarlas con sus paneles solares. Philae entró entonces en hibernación, y así ha permanecido durante los últimos siete meses.
Pero ahora ha despertado. Desde noviembre pasado, los responsables de la misión venían diciendo que, si había suerte, Philae podría volver a cargar sus baterías cuando el cometa estuviera mas cerca del Sol. Y así ha sido. Durante su aproximación al Sol, en efecto, el cometa ha ido modificando su orientación con respecto al astro rey, de forma que muchas zonas que antes estaban en penumbra se encuentran ahora iluminadas por la luz solar.
En un comunicado hecho público el domingo, la Agencia Espacial Europea informaba de que las primeras señales se recibieron en la base de Darmstaad, en Alemania, a las 22:28 del 13 de junio. Fue una comunicación corta, de apenas 85 segundos, durante los que Philae “habló” con la Tierra a través de Rosetta, y envió 300 paquetes de datos almacenados en su memoria. Sin embargo, el pequeño módulo de aterrizaje tiene capacidad para almacenar hasta 8.000 paquetes de datos, por lo que se espera que durante las próximas conexiones se pueda recibir mucha más información. “Philae lo está haciendo bien. Está operando a -35 grados celsius y dispone de 24 vatios de potencia”, ha explicado Stephan Ulamec, jefe científico de la misión. “El aterrizador está listo para operaciones”, ha apuntado.
Al analizar los datos recibidos, los expertos del control de misión se dieron cuenta de que Philae debió de despertar bastante antes de su primera toma de contacto. De hecho, parte de los paquetes de datos transmitidos se refieren a diversas actividades de los últimos días. Además, el módulo transmitió también datos de su aterrizaje, que tenía almacenados desde noviembre y que hasta ahora no había podido enviar.
Ahora, los investigadores esperan con impaciencia el próximo contacto. Philae, en efecto, guarda aún mucha información sobre lo que sucedió durante su aterrizaje. Y también datos del cometa tomados durante los últimos días, antes de hacer su primera llamada a casa.
Saber que el módulo Philae ha despertado es la “mejor manera de disfrutar de un domingo”, ha señalado a Efe Emmet Fletcher, portavoz de la Agencia Espacial Europea en España.