La Sputnik V en Eslovaquia, de remedio de urgencia a dudar de su composición

Las vacunas rusas Sputnik V llegaron en marzo a Eslovaquia como un remedio de urgencia cuando el país encabezaba la mortalidad por coronavirus en Europa, pero seis semanas después siguen sin emplearse porque las autoridades sanitarias dudan abiertamente de su composición.

El Gobierno eslovaco anunció en marzo la compra de dos millones de dosis de Sputnik para acelerar la vacunación en el país de cinco millones de habitantes, que actualmente tiene la cuarta mayor cifra de mortalidad por covid en Europa. El pasado mes era el segundo del continente en fallecimientos por población.

Al país llegaron en marzo 200.000 dosis y algunas de ellas fueron analizadas por la Oficina Nacional para el Control del Medicamento (SUKL), que debe dar el visto bueno antes de que puedan ser utilizadas en territorio eslovaco.

Este país centroeuropeo se convertía así en el segundo socio de la Unión Europea (UE) en recibir vacunas rusas, pero al contrario que en Hungría, donde empezaron a administrarse sin problemas, la Sputnik V se ha encontrado con las dudas de los expertos eslovacos.

DUDAS SOBRE LA COMPOSICIÓN

El regulador de medicamentos de Eslovaquia cuestionó la composición del medicamento, sugiriendo graves problemas de calidad en la fabricación, ya que el fármaco no tenía las mismas características que el analizado por la prestigiosa revista médica británica The Lancet.

En esa revista un estudio afirmó que Sputnik V tenía una eficacia del 91,6 por ciento contra la covid-19, un respaldo para la vacuna que ha sido utilizada por Rusia para mejorar su imagen internacional.

La SUKL sostuvo que los lotes importados de Sputnik “no tenían las mismas características y propiedades” que la versión de la vacuna revisada por The Lancet.

“No es posible un dictamen definitivo sobre ventajas y riesgos de la vacuna Sputnik V debido a que faltan muchos datos del fabricante, las ampollas del fármaco son inconsistentes, y no ha habido forma de comparar las vacunas en distintos estudios clínicos y países”, concluyó la SUKL.

El regulador eslovaco llegó a esa conclusión después de pedir asesoramiento a cerca de una veintena de laboratorios, públicos y privados, lo que desató la indignación en Moscú, que tildó lo sucedido de “sabotaje”.

“UN ACTO DE SABOTAJE”

El fondo soberano ruso responsable de la vacuna ha demandado la devolución de las dosis vendidas al sostener que Eslovaquia violó el contrato bilateral al analizar el fármaco en laboratorios para el control de medicamentos no certificados por la UE.

Esa entidad rusa calificó dicho comportamiento como un “acto de sabotaje” y llamó al país centroeuropeo a repetir los análisis en laboratorios aprobados por Bruselas.

“Todas las partidas de Sputnik V tienen idéntica calidad y son sometidas a un estricto control de calidad en el Instituto Gamaleya”, subrayó el Fondo de Inversión Directa Ruso (FIDR).

El Gobierno eslovaco no ha descartado el uso de Sputnik, pero necesita el visto bueno de su regulador del medicamento, según explicó el martes el ministro de Sanidad, Vladimír Lengvarský, que subrayó que las reticencias de la SUKL son “por razones técnicas y de seguridad”.

TORMENTA POLÍTICA

La compra de la vacuna rusa desató un terremoto político que no deja de sacudir al frágil Gobierno eslovaco de coalición. A finales de marzo dimitió el entonces primer ministro, Igor Matovic, que decidió la compra de las vacunas sin consultar a los otros tres partidos coaligados en el Ejecutivo.

Sus socios de Gobierno -conservadores, derechistas y liberales- pidieron que abandonara el cargo porque habían perdido la confianza en él y le acusaron de sucumbir a una “herramienta de guerra híbrida” rusa y dividir a la UE.

Matovic, líder de la formación populista Gente Corriente (OLaNo), ha sido sustituido al frente del Gobierno por un estrecho colaborador, Eduard Heger, mientras que él mismo sigue en el Ejecutivo como ministro de Finanzas.

Desde el principio un gran defensor de Sputnik, el exjefe de Gobierno ha acusado a la SUKL de caer en juegos políticos por no certificar la vacuna y permitir así su empleo inmediato en el país.

El ministro de Sanidad, Lengvarský, señala que su país intentará obtener un dictamen positivo de la vacuna rusa por parte de laboratorios certificados y de la Agencia Europea del Medicamento (EMA), aunque sin precisar cuándo ni cómo.

Matovic, por su parte, pretende obtener referencias positivas de Sputnik por parte de expertos húngaros, donde el fármaco ruso es ampliamente utilizado, algo que Budapest se ha mostrado abierto a hacer.