Es en la localidad bonaerense de General Villegas. Decidieron hacerlo para que los alumnos dejaran de perder días de clase. Y cuentan que la idea fue un éxito.
En las circunstancias más difíciles el ser humano saca lo mejor de sí. Y ante las dificultades que sobrevinieron debido a las inundaciones en parte de la provincia de Buenos Aires, directivos y docentes de la Escuela Secundaria N° 3 de Coronel Charlone, en General Villegas, utilizaron su ingenio para que los chicos no perdieran clases. Los docentes que no pueden llegar hasta el lugar dictan sus materias vía Skype a los chicos que los escuchan desde el aula.
El agua hizo intransitable algunos caminos que conducían a la escuela, ubicada en este pueblo de 1.500 habitantes. No sólo los acecha las inundaciones, sino también el cierre de una de las plantas de SanCor, de la cual dependen para subsistir muchos de los padres de los alumnos.
Con el avance de las inundaciones, dos profesoras que llegaban desde Santa Regina (a 25 kilómetros de la escuela) comenzaron a dar las clases a distancia. En una primera instancia se les ocurrió hacerlo vía mail para 60 estudiantes de 4°, 5° y 6° año.
“Empezamos así y la secretaria o yo resolvíamos algunas actividades, pero nos faltaba la teoría”, le contó a Clarín la directora del establecimiento, Daniela Vicente. “Pero un día charlando con la inspectora ella me dijo: “¿por qué no probás con Skype?”. Lo implementamos y tuvo buena recepción en los chicos, por lo que pudimos recuperar el tiempo perdido”, agregó quien está a cargo de esta institución con orientación en Economía y gestión de la administración.
La rutina, explicó la directora, es así: “Vamos a la sala de informática y trasladamos a los chicos por curso. Nos conectamos en una sola computadora y luego los alumnos vuelven al salón para realizar la actividad que le piden los docentes”.
Yesica Sola vive en Santa Regina y es una de las profesoras protagonista de esta historia. Tiene 28 años y hace cuatro que ejerce la docencia. La otra es Vanesa Ghigliano. que es del pueblo cordobés de Buchardo, a 2 kilómetros del límite con Santa Regina, donde reside actualmente.
Ellas enseñan Teoría de las Organizaciones, Economía Política y Macro y Microeconomía. “Fue una excelente experiencia. Hicimos la prueba y les pudimos explicar bien a los alumnos. Incluso yo tengo una chica integrada, así que primero le expliqué al grupo y luego, a ella”, dijo Yesica. Y agregó:“Cuando me propusieron esta estrategia por supuesto que fue un poco extraño porque no sabía utilizar Skype, pero fue muy simple para mí y para los chicos. La primera conexión les causó gracia a los alumnos, pero una vez que pasó la risa pudimos trabajar normalmente”, recordó Vanesa. La comunidad apoyó esta variante. Vanina, que es la mamá de Martina Zoppi, alumna de quinto año, contó: “Dentro de la difícil situación por la que estamos pasando fue una solución. Estábamos preocupados porque perdían clases y llegaba un momento en que los profes que los contenían no podían avanzar en los temas”, dijo. Luego reflexionó: “Acá la estamos pasando mal. Sancor le da trabajo a 50 familias, muchas de las cuales mandan a sus hijos a este colegio. Y con las inundaciones los campos se están quedando sin tambos y sin hacienda, por lo cual hay mucho desempleo. Por eso que los chicos saquen algo bueno y positivo, es fabuloso”. Ghigliano sabe que enseñar de esta manera no es lo mismo que hacerlo en persona: “La planificación de las clases debe modificarse un poco, porque no es lo mismo que la forma presencial. Pero es posible trabajar y no se pierden clases”, destacó. Su compañera en esta iniciativa, Yesica, comentó cómo hacen para conectarse con sus alumnos: “En Santa Regina vamos a la escuela primaria N° 7 Bernardino Rivadavia, que es la que tiene acceso a Internet. Y desde allí hacemos la conexión con las net que nos dio el gobierno. Cada vez que no podamos llegar a Charlone haremos lo mismo”.
A pesar de haber encontrado esta solución transitoria, los inconvenientes para las profesoras se mantienen. Cuando pueden acceder a las rutas, van dos veces por semana al colegio de Charlone, pero por los desvíos que deben hacer terminan transitando 300 kilómetros (ida y vuelta) en vez de los 50 normales.
“Vamos las dos juntas en un auto. Un día lo hacemos en el que me presta mi papá y otro, en el suyo. Salimos a las 11 para llegar a las 13 y volvemos entre las 20 y las 21. Con el cansancio que tenemos nos preguntamos si ya estamos a fin de año. Y además gastamos el triple”, explicó Sola. Recordó que este año, en una de las tantas veces que la inundación acechó, debieron salir de su pueblo en unimog hasta Cañada (localidad vecina), y desde allí trasladarse en auto hacia la escuela, intentando ponerle buena cara a los obstáculos.