Los “wearables”, computadoras portátiles o “vestibles”, llegaron para quedarse: este año se venderán 18 millones en todo el mundo. Polleras que cambian de color a gusto del usuario y camperas que monitorean el ambiente en tiempo real, se suman a, entre otras cosas, a brazaletes que permiten calcular las calorías que se gastan al correr.
A pesar de lo que dice la publicidad, si uno quiere tener el mundo en sus manos, no le hace falta una tarjeta de crédito. Lo que necesita, según Google, es una pulsera, un anillo o unos anteojos.
Con cualquiera de esos objetos, estéticamente adaptados a la moda, uno puede saber el clima, revisar la agenda, conocer el estado del tráfico y enviar y recibir mensajes, entre otras múltiples posibilidades. Los productos en cuestión aún no están a la venta, pero los ingenieros del gigante de Internet adelantaron su existencia en un video y prometen ponerlos a disposición del público antes de fin de año.
Con esa apuesta, Google pretende marcar la cancha en el mundo de los “wereables“, tecnología inteligente, portátil o “ponible” (según su rudimentaria pero extendida traducción). Son accesorios de vestimenta que incorporan micro-computadoras para “facilitarle la vida al usuario”. Pero Google no está solo: las principales empresas de tecnología ya se anotaron en la carrera para ganar ese mercado potencial.
“El concepto de ‘weareable’ tiene que ver con cómo dotar de inteligencia las cosas comunes que nos rodean día a día”, explica Eduardo Godoy, gerente de Producto para Intel Latinoamérica. “El weareable va contigo y no requiere de ti, pero te da mejor bienestar y calidad de vida”, agrega el responsable del concurso “Make it wearable”. Es decir, “hágalo vestible y cambie el futuro de la tecnología”, como reza la invitación a los interesados en hacer “evolucionar la informática de uso personal”.
Desde una pollera con micro-led que permite cambiar de color a gusto del usuario hasta una campera inteligente para mineros que monitorea en tiempo real los factores ambientales y biomédicos a los que se exponen los trabajadores, todo es posible con los productos “vestibles”. “El límite de las cosas a desarrollar es tu propia imaginación”, destaca Godoy. Aunque reconoce que para alzarse con los premios que otorga su empresa las ideas a desarrollar deben “ser realizables y tener una oportunidad de negocio detrás”.
Precursores. Desde el anillo-abaco creado por la dinastía china Qing en el siglo XVII, considerado el primer dispositivo tecnológico personal, hasta la actualidad, el gran incentivo para el desarrollo ha sido el mercado. Simplificar, eficientizar y hacer portable parece haber sido la consigna que grabaron en su cabeza los inventores de los objetos personales que hasta el día de hoy forman parte de nuestra vida.
Por eso mismo, el sociólogo y urbanista estadounidense Lewis Mumford consideró en su libro “Técnica y Civilización”, de 1997, que fue el reloj y no la máquina de vapor el invento clave de la edad industrial. Esto es así tanto por su mecanismo como, fundamentalmente, por la forma en que imprimió el tiempo en la vida de las personas, reglamentando las horas laborales. A tal punto llegó el desarrollo en ese sentido, que a los inmediatos predecesores del Android Wear, el proyecto de Google dedicado al desarrollo de los “ponibles”, se los conoce como “cuantificadores de la actividad diaria”.
Uno de los primeros de ellos fue el Nike +, un dispositivo desarrollado en 2006 por la marca de ropa estadounidense en conjunto con Apple y que asocia un chip que se introduce en la zapatilla con un Ipod vía bluetooth. Por medio de un software que se instala en el iPpod, el usuario puede calcular y almacenar el tiempo en que hace actividad, la distancia que recorre, el ritmo que lleva y las calorías que consume.
“El Nike+ era buenísimo, yo lo compré en Houston en 2007 durante un viaje a Estados Unidos junto con unas zapatillas que venían preparadas para introducir el chip bajo la suela”, cuenta Juan, empleado de una multinacional. “Lo usé todos los días que salía a correr hasta 2010, cuando perdí el Ipod. Ahí, en vez de comprarme otro, le baje una aplicación al celular y salgo a correr con él. No es tan cómodo pero a esta altura ya me calcula distancia, tiempo, velocidad y hasta temperatura ambiente”, concluye.
La empresa de indumentaria deportiva encontró el nicho y comenzó a desarrollar otros productos similares, como el brazalete Fuelband, que se conecta a un celular para contar los pasos que uno da, medir el esfuerzo diario y calcular las calorías que uno quema con el ejercicio. Otros desarrolladores lo siguieron y comenzaron a aparecer nuevas funcionalidades, como la posibilidad de coordinar la música que uno escucha durante su actividad cotidiana. Los amantes del deporte las adoptaron rápidamente y hasta empezaron a volverse un producto de moda en Estados Unidos y en otros países considerados “desarrollados”. A tal punto que varias compañías aéreas ya los ofrecen en su catálogo de free shop.
La competencia. Una vez que el mercado respondió, los que corrieron dejaron de ser solo los usuarios. Las marcas tecnológicas no perdieron tiempo y se sumaron a la carrera por la innovación. Adidas, Amazon, IBM, Microsoft, Sony y Toshiba son algunas de las que ya presentaron modelos nuevos o anunciaron que están trabajando en ello. La compañía de celulares Blackberry es la única que hasta el momento rechazó explícitamente su intención de avanzar por la vía de los “ponibles”. Así lo aseguró el CEO de la empresa, John Chen, quien se diferenció de las marcas que cada día más se alejan de la especificidad de la telefonía.
La negativa de Chen no preocupa al resto de los ejecutivos de las empresas tecnológicas, que ven aquí una oportunidad para aprovechar. Varios de ellos, seguramente, conocen el informe difundido por la consultora International Data Corporation (IDC), que pronostica ventas para este año de 19 millones de unidades de productos “ponibles”. Esos guarismos no solo triplican los vendidos en 2013 sino que proyectan una venta mundial de casi 112 millones de unidades para 2018. Una tendencia demasiado grande para ser dejada de lado.
Una app para no olvidar las pastillas. “Hay dos grandes familias en wearables: los que son para hacer fitness y los de uso nutricional o de salud”, explica Santiago Troncar, presidente y cofundador de SaludMOVIL.net, una compañía dedicada a mejorar la salud a través de la tecnología móvil. Esta segunda opción, que está vinculada a dispositivos que miden las variables de salud de la persona como pueden ser la presión o el nivel de glucosa en sangre, puede ser revolucionaria para Troncar. “Por primera vez se puede volver una moda estar saludable”, enfatiza. Y compara con lo que sucede actualmente con las maratones: “hoy, correr es casi una cuestión de estatus. En este marco su empresa desarrolló recientemente una aplicación que se llama ‘Pill Reminder’ (recordatorio de pastillas) que en su versión criolla también se conoce como “Avisamed”. Esta app, que puede ser descargada gratuitamente en cualquier smartphone, emite recordatorios para la ingesta de medicamentos, lleva la cuenta del stock disponible y advierte cuando es necesario procurarse más remedios. Es probable que el software pueda integrarse el día de mañana a los “ponibles”.
La pulsera FuelBand, de Nike, puede medir variables como distancia y calorías, sincronizada con un smartphone. Pero la empresa parece haberse decidido por volcarse más al negocio de las aplicaciones. Atrapa los momentos como en “favoritos” del navegador y hasta se mete con los ciclos de sueño del usuario. Se llama SmartBand y es una aplicación para Android de Sony. Google anunció que está trabajando en Android Wear SDK, que permitirá dar órdenes o hacer preguntas con un simple “OK, Google” activar sensores que monitoreen el corazón.
Los precios. Pulseras a 2.000 pesos. Los “ponibles” más usuales en Argentina son las pulseras para medir el entrenamiento físico. Varias marcas deportivas las ofrecen, pero sus precios aún no son accesibles a todo el mundo. En Mercado Libre los precios oscilan entre 1.300 y 2.000 pesos.