Científicos irlandeses han podido demostrar, mediante pruebas con ratones, que los microorganismos del intestino tienen un impacto directo en el deterioro cerebral que se sufre con la edad.
Investigadores del Colegio Universitario de Cork, en Irlanda, acaban de publicar un artículo en la revista ‘Nature Aging’ en el que plantean un nuevo método a base de bacterias intestinales para revertir los efectos del deterioro cerebral provocado por el envejecimiento.
“Investigaciones anteriores publicadas por el APC [Microbiome Ireland] y otros grupos a nivel internacional han demostrado que el microbioma intestinal desempeña un papel clave en el envejecimiento y el proceso de envejecimiento”, afirma el doctor John F. Cryan, el investigador principal del estudio. “Esta nueva investigación puede ser revolucionaria, ya que hemos establecido que el microbioma puede ser aprovechado para revertir el deterioro cerebral relacionado con la edad. También vemos pruebas de la mejora de la capacidad de aprendizaje y la función cognitiva”.
Para realizar su estudio, los investigadores recogieron materia fecal de ratones jóvenes (de tres meses) y lo trasplantaron a ratones mayores (de 20 meses) varias veces por semana durante cuatro semanas.
Transcurrido ese tiempo, realizaron test en los que hicieron a los animales pasar por un laberinto para comprobar el estado cognitivo y psicológico de los ratones que habían recibido tratamiento. Los resultados de esas pruebas mostraron que los ratones viejos habían mejorado en ambos aspectos.
Luego analizaron los cerebros de los animales en profundidad y comprobaron que se habían revertido algunos de los efectos del envejecimiento en el hipocampo y en la inmunidad periférica y cerebral, clave en su actividad cognitiva y su neuroplasticidad.
A pesar de este enorme avance, Cryan advierte que “aún es pronto y se necesita mucho más trabajo para ver cómo se podrían trasladar estos hallazgos a los humanos”.
Trasplante fecal suena asqueroso, pero podría tratar enfermedades cerebrales
El trasplante fecal es exactamente lo que parece, se toman muestras de heces de un individuo y se implantan en el intestino de otro. Con esta técnica, el conjunto de microorganismos que pueblan el intestino de un donante, su microbiota intestinal, puede colonizar el intestino del receptor. La doctora Gema Flores Monreal, profesora de nutrición en la Universidad Europea de Madrid y experta en microbiota, me cuenta que hoy en día ya se están aplicando nuevos métodos para realizar este tipo de trasplantes.
“Además de la colonoscopia, el enema o la sonda nasogástrica existe la alternativa de cápsulas de heces liofilizadas que se administran por vía oral para depositar los microorganismos de un individuo sano en el intestino de un paciente”, afirma la doctora Flores.
También comenta que a medida que nos hacemos mayores, después de los 55 años aproximadamente, el intestino pierde algunas de esas bacterias que aportan beneficios para la salud.
“Varios estudios han demostrado que las personas mayores tienen un perfil de microbiota intestinal diferente al de los adultos sanos, y esta diferencia podría atribuirse a varias causas asociadas a la senectud, como cambios en la dieta, una menor movilidad, hospitalizaciones o el uso de medicamentos”, asegura la doctora Flores. “Esto podría explicar porque, a medida que envejecemos, podemos padecer más enfermedades crónicas”.
Aunque se desconoce si estos desequilibrios intestinales (disbiosis) son una causa o una consecuencia del envejecimiento y de los trastornos inflamatorios asociados a la senectud, muchos investigadores defienden que el equilibrio de la microbiota intestinal (homeostasis) es crucial para un envejecimiento saludable, comenta Flores. Y, por lo tanto, que su restablecimiento podría ayudar a envejecer de una manera más saludable o incluso a aumentar la longevidad.
“Numerosos estudios han demostrado que la flora intestinal influye en el cerebro y viceversa, y se ha identificado un perfil bacteriano diferente en enfermos de alzhéimer, autistas y con otros trastornos cerebrales, aunque las causas exactas aún no están claras”, explica Flores. “Este nuevo estudio abre un camino para investigar nuevas terapias que frenen el deterioro cognitivo asociado a la edad a través de la microbiota”.