El reciente caso de Charlotte Caniggia ilustra una riesgosa tendencia, que preocupa tanto a médicos como a especialistas en adolescencia
“Estoy feliz: ahora parezco una Barbie”, dispara Charlotte Caniggia desde la portada de la revista Gente. “Con apenas 20 años, la hija de Caniggia y Mariana Nannis pasó por el quirófano. Se corrigió la nariz, se lipoaspiró la cintura y las rodillas, y aumentó el tamaño de su busto”, relata la revista, como si fuese algo normal el hecho de que una adolescente se someta a cirugías plásticas que hasta no hace mucho eran exclusivas de mujeres de no menos de 35-40 años. Pero lo cierto es la tendencia, cada vez más instalada, se está convirtiendo en algo normal.
Pocos años atrás, los consultorios de cirugía plástica comenzaron a recibir chicas de 14 años que pedían implantes de siliconas como regalo por sus cumpleaños de 15. Hoy, esa modalidad se ve reforzada por la demanda de adolescentes que quieren hacerse liposucciones, operarse la nariz (rinoplastia) o ponerse inyecciones de botox, en un intento innecesario de “prevenir” arrugas en rostros que, lejos de mostrar signos del paso del tiempo, aún no han terminado de formarse.
“De los pacientes que realizan consultas con fines estéticos, el 19% son mujeres menores de 20 años, que principalmente consultan por aumento mamario, lipoescultura y rinoplastia”, comenta el Dr. Fernando Felice, especialista en cirugía plástica, estética y reconstructiva de la División Cirugía Plástica del Hospital de Clínicas. Y agrega que “muchas adolescentes traen a la consulta alguna foto de famosas. Hasta la fecha, no recibí ninguna consulta de jóvenes queriéndose parecer a Charlotte, pero seguramente eso ocurrirá pronto”.
“Creo que la cirugía plástica por motivos estéticos, en adolescentes, es algo que realmente hay que desalentar, porque las chicas no tienen todavía formada una imagen corporal”, opinó Sergio Korzín, cirujano plástico especialista en mamas y miembro de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora (Sacper). Y agregó: “las adolescentes en general son pacientes que no quedan contentas luego de una cirugía plástica, porque no saben ni ellas lo que quieren sino que se mueven por influencias. Hay casos especiales, que son los que tienen que ver con cirugías reparadoras, como puede ser la reducción de mamas muy voluminosas, o de narices exageradamente grandes. Pero lo que es puramente estético creo que debe ser desalentado entre las adolescentes”.
Yanina Fuks, gerenta del centro de Estética M&D Dermacycleo, opina: “noto un gran incremento en la cantidad de adolescentes que consultan y se someten a cirugías o tratamientos estéticos desde 2011. En estos años ha cambiado el modelo hegemónico de mujer, transformándose cada vez mas en una mujer Barbie. Esto hace que las adolescentes se sientan ‘poco estéticas’ para el modelo actual, a lo que deciden recurrir al bisturí o a los tratamientos estéticos para transformarse y verse mejor.”
Los tratamientos más buscados hoy por las adolescentes, enumeró Fuks, “son: la cirugía de aumento de mamas, los tratamientos que las ayudan a reducir centímetros rápido, tratamientos con electrodos para levantar y aumentar el volumen de la cola como las famosas. En algunos casos, también consultan por la toxina botulínica (Botox) o ácido hialurónico para los pómulos. Personalmente, creo que el caso de Charlotte es muy peligroso para las adolescentes”.
¿Existe una edad antes de la cual sea razonable negar el acceso al quirófano por motivos estéticos?, puede uno preguntarse al repasar la lista de cirugías a las que se sometió Caniggia. “Si descartamos los procedimientos que tienen como fin evitar la discriminación en etapa adolescente (orejas en asa o importante tamaño nasal acompañado de un mentón pequeño), la respuesta es que la edad a partir de la cual se considera realizar una cirugía estética es a partir de los 18 años”, respondió Felice.
“Por supuesto que sólo realizaremos la cirugía si consideramos que la corrección estética no cambiará los rasgos o facciones del paciente”, agregó el cirujano. El sentido común indicaría que “querer parecerse a una Barbie” no debería ser un motivo válido para permitir el acceso al quirófano a ninguna edad”.
Korzín, por su parte, precisó un poco más el tema de la edad: “en el caso de la nariz, no debería ser operada antes de los 16 años, porque hasta ese entonces sigue creciendo. Las intervenciones estéticas mamarias son recomendables luego de que la mujer ha tenido hijos y ha dado de amamantar, con lo que la edad promedio oscila entre los 35 y 40 años. En cuanto a las lipoaspiraciones, no me imagino que una paciente deba someterse a este tratamiento antes de los 30 años. Pero más allá de la edad, no hay que realizar cambios irreversibles hasta que la imagen corporal no esté consolidada.”
En una cirugía plástica no solo se pone en juego el cuerpo, con los riesgos propios de toda intervención; también entra en juego la imagen corporal que cada persona tiene, algo que durante la adolescencia está en pleno proceso de desarrollo. “El cuerpo sigue creciendo hasta cerca de los 22 años, y los recursos psíquicos y emocionales del adolescentes también deben desarrollarse aún”, advirtió la psicóloga Eva Rotenberg, directora de La Escuela para Padres.
“El adolescente que se opera está intentando modificar su imagen corporal, que responde a cómo se siente consigo mismo; esto no es operable. Por eso, las operaciones que modifican la estética externa en una persona con sus recursos psíquicos y emocionales no organizados, como es el adolescente, pueden devenir en una desorganización emocional riesgosa”, agregó.
En medio del bombardeo de modelos estéticos irreales, ¿en qué lugar se colocan los padres? Quien responde es el psicólogo Miguel Espeche, coordinador del Programa de Salud Mental Barrial del Hospital Pirovano: “la cirugía modificadora del cuerpo en jóvenes que tan sólo quieren parecer vedettes o modelos que ven por la tele, apunta a un universo de abandono de padres que, al validar esa cirugía, corroboran que los hijos no valen por lo que son sino por lo que aparentan ser”.