Se titula “Fuego y furia” y cuenta la intimidad del presidente estadounidense en la Casa Blanca. El magnate intentó frenarlo pero se adelantó la salida a la calle.
El periodista Michael Wolff provocó un cataclismo en Washington con el anuncio de su libro “Fuego y furia: dentro de la Casa Blanca de Trump”. Se trata de una publicación que estará a la venta en las próximas horas y que promete detalles íntimos de la estadía del magnate en el máximo centro del poder mundial.
Según reveló el cronista, tiene datos recogidos durante 18 meses en la White House, donde 200 personas hablaron con él y, además, también se habría reunido brevemente con el propio Trump.
El mandatario negó haber hablado con Wolff pero por las dudas intentó en los últimos días frenar de cualquier manera la edición del texto, lo que sin embargo tuvo un efecto contrario: la editorial decidió adelantear su salida a la venta.
La movida de Trump solo generó ansiedad por dar con el libro, que promete ser uno de los grandes best sellers de 2018.
Estas son las claves del libro, las cuales presentamos a continuación.
La victoria (inesperada)
“Melania lloraba y Trump, según el testimonio de su hijo mayor, se quedó helado como un fantasma. Acababa de saberlo. Era el próximo presidente de Estados Unidos. No se lo creía. No se lo esperaba. Hasta el último día había dado por segura la derrota. Ese 8 de noviembre, de hecho, su equipo se había concentrado en los cuarteles generales contento porque consideraba que iban a perder por menos de 6 puntos. Y el propio Trump, en días anteriores, había expresado a su amigo, el presidente de la cadena Fox, Roger Ailes, su convicción de que haber llegado hasta ahí era ya un triunfo que le abría las puertas de la fama, aunque se le cerrasen las de la Casa Blanca. Pero todo cambió esa noche. Perplejo, su consejero de campaña Steve Bannon lo vio transformarse. Primero escéptico, luego horrorizado, y finalmente iluminado: ´Donald Trump se convirtió en el hombre que consideraba que merecía ser y era perfectamente capaz de ser, el presidente de Estados Unidos´”.
Enfado en la investidura
“No fue el día más feliz de la vida de Donald Trump. El libro sostiene que estaba molesto por el boicot de los famosos y disgustado por haber tenido que dormir en la dependencia de huéspedes de la Casa Blanca, en vez del Hotel Trump. Su esposa Melania fue víctima de su mal humor y estuvo al borde las lágrimas”.
Primeros días y fobias
“A Trump no le gustó la Casa Blanca y desde el inicio se refugió en su habitación, una pieza separada de Melania. Era la primera vez desde Kennedy que un matrimonio presidencial no dormía en el mismo cuarto. Inmediatamente pidió dos televisores más y una cerradura para la puerta, algo que el equipo de seguridad desaconsejó. Ya instalado, no tardó en abroncar al servicio de limpieza por retirar del suelo sus camisas. ´Si mi camisa está en el suelo es porque quiero que esté en el suelo´, les dijo. Y rápidamente, les impuso nuevas reglas: él se abriría la cama y decidiría cuándo quería que le limpiaran las sábanas, y nadie podía tocar nada de su habitación, especialmente su cepillo de dientes. Esto último era un reflejo de su antiguo miedo a un envenenamiento.
La guerra interna permanente
“En los primeros meses, nadie dominaba la Casa Blanca y sus más cercanos colaboradores se odiaban. Tres eran los que competían y despachaban directamente con el mandatario. El jefe de gabinete, Reince Priebus; el estratega jefe, Steve Bannon, y el yerno, Jared Kushner. Los dos primeros eran especialmente despreciados por Trump. Un día llegó a comentar en voz alta los defectos de su círculo íntimo: ´Bannon era desleal (sin mencionar que vestía como una mierda); Priebus, un débil (sin mencionar que era bajito, un enano); Kushner, un adulador””, indica la obra.
Ivanka, presidenta
El poder de Ivanka (la hija de Trump) y su esposo, Jared Kushner, es inmenso en la Casa Blanca. En los primeros meses igualaba al del entonces jefe de gabinete, Reince Priebus. Tenían hilo directo con el presidente y, pese a las advertencias, habían logrado ser contratados como asesores. “Ivanka había ayudado a su padre no sólo en asuntos de negocios, sino también maritales. Era algo transaccional”, describe el libro.
Desde esa cercanía, trataba a su padre con desapego, se reía de él e incluso hacía burlas sobre su peinado. Mientras el resto del gabinete callaba, ella recordaba que esa composición capilar era una forma de tapar una superficie central absolutamente lisa mediante el artificio de peinar el cabello de los laterales hacia el centro y después atrás.
La incompetencia de Trump
El presidente no destacaba por sus conocimientos ni por su sangre fría. La subjefa de gabinete Walsh le describe en el libro como “un niño cuyos deseos había que adivinar”. Incapaz de disciplinarse, en la Casa Blanca no sabía poner orden ni prioridades. “Denme tres cosas en las que el presidente quiera centrarse. ¿Cuáles son las tres prioridades?”, llegó a preguntarle Walsh a Kushner pocos días antes de abandonar el cargo en marzo pasado. Su exasperación tenía, según Wolff, un motivo. El presidente no avanzaba. El libro explica por qué: “No procesaba la información en un sentido convencional. No leía nada. Ni siquiera ojeaba. Para muchos no era más que un semianalfabeto. Confiaba en su propia experiencia, aunque fuera irrelevante, más que en nadie más. A menudo se mostraba confiado, pero igualmente se le veía paralizado, presa de sus peligrosas inseguridades. Respondía instintivamente, arremetiendo y actuando según sus tripas”.