Cada vez lo padecen más personas y provoca serios inconvenientes, tanto físicos como sociales.
Lo que en muchos casos pareciera un transtorno menor, como dormir mal o menos horas que las aconsejadas, puede a veces convertirse en un problema demasiado serio, con repercusiones en la salud física y mental y con consecuencias sociales y laborales. Y el hecho de que una persona padezca insomnio, un mal mucho más común de lo que se cree, puede tener distintos orígenes.
Uno de ellos es la apnea del sueño, un trastorno por el cual una persona, mientras duerme, realiza una o más pausas en la respiración o tiene respiraciones superficiales. Esas pausas pueden durar entre unos pocos segundos y varios minutos, y a menudo ocurren entre 5 y 30 veces por hora. Habitualmente, la respiración se restituye mediante ronquidos fuertes o con un sonido parecido al que una persona hace cuando se atraganta.
Por lo general, la apnea del sueño -muy relacionada al sobrepeso y la obesidad, aunque también a los problemas respiratorios- es una patología crónica que altera profundamente la calidad del sueño. Ocurre que, al interrumpirse la respiración, la persona pasa de un sueño profundo a uno liviano.
Y esto, sin dudas, influye en el día siguiente, debido a la sensación de cansancio que se genera y que puede ocasionar accidentes domésticos, laborales o de tránsito que pongan en riesgo la vida de la persona afectada pero también la de los demás. Las respiraciones interrumpidas suelen acompañarse de ronquidos o ruidos molestos. Es por eso que los especialistas hacen foco en la detección precoz de esta patología.
“El sueño es una necesidad básica del organismo -explican especialistas de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria- y por eso cuando disminuye el tiempo o bien el descanso no resulta reparador, aparecen síntomas diurnos como somnolencia, cansancio y también disminución del rendimiento intelectual. Sin embargo, también se advierte una alteración de los reflejos que se asocia al incremento de accidentes, tanto de tránsito como domésticos o laborales”.
La doctora Ada Toledo, especialista en la materia, explica que “el ronquido, que es otro síntoma de mal dormir, es en muchos casos la señal de alerta de la enfermedad conocida técnica y formalmente como Síndrome de Apneas Hipopneas Obstructivas del Sueño (SAHOS), que en la actualidad afecta al 4 por ciento de la población. Los pacientes que padecen esta alteración se caracterizan por roncar todas las noches y suelen intercalar el ronquido con pausas de entre 10 segundos y 1 minuto de duración llamadas apneas”.
Pero más allá de los ronquidos y las pausas, los síntomas de que algo puede estar pasando son la sensación de levantarse cansado como si no se hubiese dormido lo suficiente, el incremento en la cantidad de horas que es necesario dormir para no sentirse tan cansado, el sentir sueño durante el día, el bostezar o quedarse dormido mirando televisión, leyendo, conversando, en una reunión e inclusive manejando, la sequedad bucal matinal, los dolores de cabeza, y la necesidad de orinar varias veces durante la noche.
También es posible advertir cambios en la memoria o la capacidad para concentrarse, así como también irritabilidad. “Una vez que el paciente advirtió ciertos signos -señaló la especialista- existen estudios mediante los cuales es posible detectar la enfermedad. Entre éstos, se cuentan la polisomnografía -un examen indoloro- a través del cual el médico determinará el diagnóstico e implementará el tratamiento que en la mayoría de los casos está compuesto por diferentes aristas entre las cuales se cuentan el descenso de peso -debido a la relación de esta patología con la obesidad y el sobrepeso pero también con la diabetes y la hipertensión- la desestimación de los sedantes e inductores del sueño, pero además el descarte de hábitos nocivos como la ingesta de bebidas alcohólicas o estimulantes y el tabaquismo”. “Además de los problemas físicos que genera -apuntó a su vez el doctor Daniel Cardinali, investigador del CONICET- el insomnio crónico genera pérdida de productividad y aumenta cuatro veces el riesgo de depresión”.
Menos horas
Estudios internacionales señalan que la disminución de las horas de descanso es un fenómeno que se da en todo el mundo. Tanto, que se estima que en promedio, ahora se duermen dos horas menos en comparación con lo que ocurría hace 40 años.