El premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz aseguró que las naciones europeas acreedoras “son las culpables” de la crisis griega y las condiciones que imponen al gobierno de Atenas son “indignantes”.
Así resume el premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, la crisis económica que sacude a Europa estos días, en entrevista exclusiva con BBC Mundo.
Stiglitz ha sido una de las voces más críticas frente a la ortodoxia imperante en los gobiernos de las grandes capitales europeas y en las entidades financieras internacionales.
El ejecutivo griego ha dicho que objeta esas condiciones impuestas para que se siga extendiendo ayuda financiera a su país, que no cumplirá con un pago de su deuda antes de su vencimiento este martes y que someterá a referendo el próximo 5 de julio la aceptación o no de las demandas europeas.
Muchos creen que la situación actual podría ser la antesala de la salida griega del euro.
Desde la Unión Europea aseguran que han hecho enormes esfuerzos para llegar a un acuerdo con Grecia que permita extender la ayuda financiera a esa nación y así se evite el colapso de su sistema económico.
Stiglitz alega, en cambio, que Grecia puede obtener buenas lecciones acerca del camino que debe seguir para recuperarse de la profunda crisis económica por la que atraviesa de la decisión de Argentina en 2001 de declarar el default sobre su deuda externa.
Horas antes de que se cumpla el plazo para que Grecia incumpla sus obligaciones con sus acreedores, Stiglitz dijo que todavía guarda alguna esperanza, aunque pequeña, de que el gobierno griego y la “troika” -formada por del Fondo Monetario Internacional (FMI), la Comisión Europea (CE), y el Banco Central Europeo (BCE)- alcancen un acuerdo.
A continuación BBC Mundo reproduce la entrevista con el Premio Nobel.
Grecia tiene hasta el martes para cumplir con un pago al FMI. ¿Hay todavía alguna posibilidad de un acuerdo que evite un default de Grecia?
“Es concebible que el resto de Europa y Alemania despierten y se den cuenta de que sus exigencias a Grecia son absolutamente indignantes”.
“Es concebible, aunque muy poco probable”.
“La exigencia (por parte de los acreedores) de que (Grecia) llegue a un superávit fiscal de 3.5% antes de 2018 es una garantía de que el país seguirá experimentando una depresión”.
“Para mi es obvio que la austeridad ha fracasado. El pueblo griego fue el primero en decir: ‘Nos negamos a renunciar a nuestra democracia y aceptar esta tortura de Alemania’. Pero con suerte, otros países, como España y Portugal, dirán lo mismo”.
Al igual que Argentina, Grecia declaró un “corralito” bancario y ahora discute si sigue el camino de Buenos Aires, que en 2001 optó por el cese de pagos más grande de la historia. ¿Hay alguna enseñanza para Grecia de lo que pasó en Argentina?
“Me parece que hay una importante lección a partir del éxito de Argentina”.
“Después del default, Argentina empezó a crecer a una tasa del 8% anual, la segunda más alta en el mundo después de China”.
“Estuve en Argentina y vi el éxito que tuvo, y lo que hizo para los estándares de vida”.
“La experiencia argentina prueba que hay vida después de una restructuración de deuda, y después de dejar un sistema cambiario”.
“El euro fue solo parcialmente exitoso por ocho años. Fue un experimento corto, en mi opinión, fracasado, a menos que cambien dramáticamente lo que están haciendo”.
Usted ha dicho que las exigencias de Europa para un nuevo rescate financiero a Grecia son un “ataque a la democracia” de ese país. ¿No ignora eso de alguna manera la culpa que puede haber tenido Grecia misma para llegar a esta situación?
“Aunque Grecia tiene algo de culpa por la situación (que llevó a sus problemas fiscales descubiertos en 2010), la desastrosa situación que se experimenta desde entonces es responsabilidad de la Troika”.
“Piense en lo que habría pasado si en 2010 Grecia y los países europeos hubiesen intentado acordar un plan de deuda que hubiera permitido a Atenas recuperar la senda del crecimiento. Hubieran podido escoger eso”.
“Espero que esta crisis ayude a cambiar la manera como el mundo enfrenta las crisis de deuda soberana de los países”.
“Cada país tiene una ley de bancarrotas, pues sabe que los individuos necesitan una nueva oportunidad, que a veces los prestamistas ofrecen demasiados préstamos y la gente a veces acepta demasiado dinero prestado. Eso pasa también con los países”.
“Estados Unidos, reflejando los intereses de los grandes prestamistas que quieren usar la fuerza bruta, no quiere tener ese marco legal internacional”.
“Será difícil, pero no imposible, llegar a un sistema semejante sin la cooperación de Estados Unidos”.