Lo afirma el informe global de Unesco 2014. Las mujeres con primaria completa ganan la mitad que los hombres. Y las que finalizaron la secundaria, las dos terceras partes. Son mayoría en la universidad.
La escuela reduce las desigualdades de género: la conclusión se desprende del último informe global de Unesco, según el cual, cuanto más alto es el nivel educativo, menor es la brecha salarial entre varones y mujeres.
De acuerdo con los datos del INDEC, en Argentina los varones ganan en promedio 36% más que las mujeres: la brecha salarial goza de buena salud. Pero esa brecha se achica a medida que aumentan los años de escolaridad. El informe de Unesco, titulado “Enseñanza y aprendizaje: lograr la calidad para todos” señala que entre los argentinos que han cursado la primaria, los salarios de las mujeres son aproximadamente la mitad de los de los hombres. La desventaja se reduce para aquellas que terminaron la secundaria: los salarios de ellas equivalen a las dos terceras partes de los de los hombres.
“En países de ingresos medianos de América Latina, como la Argentina, Brasil y México, la proporción de mujeres con empleo remunerado aumenta considerablemente en función de la elevación de su nivel educativo ”, dice el informe. Y añade: “la educación es crucial para que las mujeres puedan tener trabajos decentes y sean capaces de tomar decisiones sobre el uso de los recursos y, por tanto, adquieran mayor control de sus propias vidas ”.
Paradójicamente, mientras en el ámbito laboral la brecha salarial perjudica a las mujeres, las proporciones se invierten en el ámbito educativo, donde ellas son mayoría. Argentina alcanzó ya en la década de 1970 la paridad de género en primaria (la mitad de los alumnos son varones y la mitad mujeres). En secundaria, en cambio, ellas son mayoría: según datos del Ministerio de Educación, las mujeres representan el 58,2% de los egresados. La diferencia se amplía aún más en la universidad: el 61,2% de los egresados universitarios son mujeres. En otras palabras, ellas están más capacitadas que los hombres, pero ganan menos.
“La sobrerrepresentación femenina en los estudios superiores aún no se ha traducido en una presencia proporcional en el mercado laboral, sobre todo en puestos de dirección. Además, persisten las enormes brechas salariales. Como consecuencia, mujeres con sólida formación desempeñan trabajos en los que no logran desarrollar ni su potencial ni sus aptitudes”, explica Victoria Valenzuela, especialista de Unesco.
¿Cuáles son las causas? Valenzuela menciona la valoración inferior de los trabajos femeninos, la carga que implica el trabajo doméstico –y su invisibilización como aporte a la sociedad–, el constante abandono del mercado de trabajo en años esenciales del ciclo de vida, la insuficiente formación profesional y “la introyección de un modelo único de feminidad” (la mujer concebida solo como madre y esposa) que se presenta como “inmodificable”.
Hugo Ñopo, experto en educación del Banco Interamericano de Desarrollo, pone el foco en los aprendizajes, más allá de la cantidad de años que varones y mujeres están en la escuela: “las pruebas PISA revelan que América Latina es la región con las más altas brechas de género en el aprendizaje de matemática ”. A la larga, esto tiene un impacto en el tipo de profesión que las chicas eligen: “todavía se mantienen fuertes patrones de segregación por género en la elección de carreras. La ingeniería y las ciencias son principalmente masculinas; la psicología, la pedagogía y algunas humanidades son más femeninas. Es claro que el primer grupo de profesiones es mejor remunerado que el segundo”.
Según datos del BID, el 81% de los estudiantes de carreras de Educación en Argentina son mujeres, mientras que en el área de Ingeniería –donde los sueldos son mucho más altos– llegan apenas al 34%.
Para eliminar las brechas salariales, los especialistas apuntan a promover las carreras técnicas entre las mujeres, a transformar los prejuicios de género desde la escuela y mejorar la legislación laboral para equiparar las licencias por maternidad y paternidad.
“Si bien hoy las mujeres comparten con los hombres el tiempo de trabajo remunerado, no se ha generado un proceso de cambio similar en la redistribución de las tareas domésticas en los hogares”, sostiene Carina Lupica, coordinadora del Observatorio de la Maternidad. Esto hace que ellas deban interrumpir sus carreras, elegir trabajos de tiempo parcial o empleos informales, entre otras consecuencias.
Ñopo concluye: “las mujeres se hacen cargo del 80% del trabajo doméstico. Con estas diferencias de responsabilidades al interior de los hogares, las mujeres salen a los mercados de trabajo en condiciones desiguales frente a los hombres. Esto luego se traduce en menores posibilidades de ascenso y peores salarios”.