Un estudio científico comprobó que un 28,1% padece diversos trastornos del sueño y mayores probabilidades de sufrir apneas, contra el 19,1% de los no fumadores. Además, el 55% de los insomnes es consumidor de tabaco.
“Pesado sueño tiene el que no siente cuán mal duerme”, decía el filósofo Séneca en el año 60 d.c. Desde tiempos inmemorables, hombres y mujeres reconocen al insomnio como una de las peores pesadillas. Al conmemorarse hoy el Día Mundial del Sueño, los expertos señalan que los fumadores son quienes más problemas pueden tener para dormir.
Según un estudio científico alemán titulado “Cambios en el sueño de los fumadores antes, durante y tres meses después de la abstinencia de nicotina”, publicado en la revista especializada Addiction Biology, los fumadores tienen más trastornos de sueño que los no fumadores, a razón de un 28,1% contra un 19,1%, respectivamente. Es así que los fumadores tardan más tiempo en comenzar y mantener el sueño.
“Las personas que fuman suelen despertarse varias veces durante la noche. La nicotina provoca una irritación de la vía aérea y la inflamación de la mucosa, que la protege”, explica Carlos María Franceschini, coordinador suplente de la Sección Sueño, Oxigenoterapia y Tratamientos Crónicos Domiciliarios de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria, en diálogo con Tiempo Argentino.
El experto sostiene que una de las características de la nicotina es la estimulación de los músculos de la faringe, y es durante el sueño que estos músculos dilatadores de la faringe son menos activos, y la garganta tiende a cerrarse cada vez que respiramos.
“Al experimentar cierta abstinencia de nicotina se puede ocasionar un colapso de la vía respiratoria que derive en apnea. Además, fumar acumula líquidos en la garganta y esto puede estar causando inflamación en las vías respiratorias superiores. Los tabaquistas tienen un 40% más de posibilidades de padecerlas.”
Las apneas de sueño se caracterizan por la aparición de pausas en la respiración, en general intercaladas con ronquidos intensos. Estas pausas suelen ser detectadas por la persona que comparte la habitación, pero es el paciente quien se da cuenta porque padece despertares bruscos, ocasionados por ahogos. En cada episodio baja el oxígeno en la sangre y se incrementan la frecuencia cardiaca y la presión arterial. Según informó la fundación FLENI, “se ha demostrado que las apneas de sueño incrementan el riesgo de padecer hipertensión arterial, arritmias, enfermedad coronaria, insuficiencia cardiaca, muerte súbita y ataques cerebrales”.
Otras alteraciones que se presentan durante el sueño son los ronquidos, movimientos anormales, desaturaciones de oxígeno, entre otras. Todas ellas impiden completar los ciclos de sueño en forma adecuada y, en consecuencia, se presentan diversos síntomas diurnos como la somnolencia excesiva, la pérdida del alerta, de la atención, de la concentración, del ánimo, de la libido sexual, además del desarrollo concomitante de una mala calidad de vida, depresión, siniestralidad laboral y vial con aumento de la morbimortalidad.
Los factores de riesgo clásicos que se asocian a los trastornos respiratorios del sueño son: la obesidad, la edad, el consumo de alcohol y de hipnosedantes y las malformaciones de la vía aérea superior.
Según datos de la Unidad de Sueño del Hospital Cosme Argerich, durante 12 años de seguimiento a 2006 pacientes, la prevalencia de insomnio se dio en el 41% y, de ellos, el 55% eran fumadores, el 59% tomadores nocturnos (dos vasos de vino), el 21% padecían síndrome de apnea severo, y el 71% roncaban.
“Las mujeres cuentan con la ventaja de la producción de la hormona progesterona, que funciona como un protector respiratorio durante el sueño. Con respecto a la obesidad, el depósito de tejidos grasos en la faringe y en la zona abdominal, complica la respiración”, explica Franceschini. Asimismo, el consumo de alcohol inhibe el reflejo de la tos. “Cuando dormimos, usamos el mecanismo de la tos para limpiar la faringe, y ventilar, cuando falta se acumulan secreciones que producen mayor ronquido y riesgo de apneas.”
Los expertos concuerdan en que el momento del descanso es fundamental para lograr una buena calidad de vida. Si no se consigue dormir, el cerebro no funciona de forma correcta, cambia el humor, se pueden ocasionar accidentes de tránsito y convertir a los momentos diarios de vigilia en verdaderas pesadillas.
Las claves de la noche
Horario: Establecer horarios regulares para acostarse y levantarse.
Hábito: Si se toman siestas, no dormir más de 30 minutos durante el día.
Alcohol: Evitar la ingesta de alcohol cuatro horas antes de acostarse.
Café: Evitar la cafeína (café, té y bebidas cola) 6 horas antes de acostarse.
Comidas: Evitar comidas pesadas, picantes o dulces cuatro horas antes.
Ejercicio: Hacer ejercicio regular, pero no justo antes de acostarse.
Vestimenta: Utilizar ropa de cama confortable.
Ambiente: Encontrar un entorno de sueño confortable y mantener la habitación bien ventilada.
Tecnología: Retirar de la habitación TV, radio y computadora y eliminar la mayor cantidad de luz posible.
Usos: Reservar la cama para dormir y tener sexo, evitando su uso para el trabajo o la recreación en general.
Tecnologías, enemigas del descanso
Las tecnologías pueden ser grandes enemigos del buen descanso. Un reciente estudio publicado por la Universidad de Texas (EE UU) demostró que “el uso de ebooks en horas de la noche retrasa la conciliación del sueño.” La explicación científica es que se produce un retraso de la secreción de melatonina (también llamada la hormona del sueño), lo que causa un retardo en la conciliación del sueño.
María Elena Mazzola, subjefa de la Unidad de Medicina del Sueño de la Fundación FLENI, explica que ese estudio postula que no solamente el ebook, sino cualquier otro elemento electrónico que emita luz, como las pantallas de celulares, computadoras y televisores dificultan el sueño en los horarios nocturnos: “La luz que emiten estimula a la retina y a su vez, le da al cerebro la orden de que ‘aún no es la hora de dormir’, inhibiendo la secreción de melatonina. Por otra parte, la utilización de aparatos electrónicos provoca excitación mental y emocional.”
Los investigadores dividieron en dos grupos a los participantes: ambos tenían la consigna de leer en una habitación con luz tenue, en las últimas horas antes de dormir, durante cinco días consecutivos. Un grupo usó ebooks y el otro, libros impresos. Los primeros retrasaron el tiempo de conciliación del sueño y presentaban mayor somnolencia durante el día. En tal sentido, Mazzola aconseja “eliminar las tecnologías de los dormitorios y suspenderlas en horas cercanas a la conciliación del sueño”.
Números de una tendencia
1500 muertes por año son causadas por conductores que se quedan dormidos.
649.401 horas duerme, en promedio, una persona durante toda su vida.
5,5 millones de argentinos sufren trastornos del sueño.
6 horas duerme, en promedio, cada argentino, es decir, dos horas menos que hace 30 años. En gran medida por tecnologías que hacen que pierda la noción del tiempo y el espacio.
El corazón del sueño
“En un 95% de los casos de quienes padecen trastornos de sueño y algún problema cardíaco, sabemos que tratando el problema del sueño, también podemos revertir o mejorar el inconveniente cardiovascular”, explicó a Tiempo Mirta Averbuch, directora de la Fundación Favaloro del departamento de Neurología, Unidad de Medicina del Sueño. La apnea obstructiva del sueño puede causar hipertensión y enfermedad coronaria, derrames e infartos cerebrales, al reducir el flujo de la sangre al cerebro.
“A quien consulta por arritmias o algún otro problema coronario, siempre se le pregunta si ronca o si algún familiar alguna vez les dijo que dejan de respirar unos segundos mientras duermen. Los trastornos de sueño suelen ser las patologías de base a tratar en primera instancia”, explicó la experta.