Los dos fabricantes buscan potenciar la capacidad de este combustible alternativo para la aviación comercial.
Boeing y Embraer no son, en realidad, tan rivales. El fabricante de aviones estadounidense y el brasileño compiten en ligas diferentes en la industria aeroespacial. Y ahora, suman fuerzas para avanzar en el desarrollo del biocombustible para aviación. Para ello, acuerdan crear un espacio de investigación en el centro tecnológico en São José dos Campos, donde tiene su sede Embraer.
La compañía brasileña lidera en el mercado de aviones comerciales con menos de 130 asientos. Es un segmento aún muy pequeño, y sus aeronaves se ajustan más a las necesidades de las aerolíneas regionales, especialmente en los mercados emergentes. El avión más pequeño de Boeing es el B737, el más vendido en el sector y el preferido de las aerolíneas de bajo coste.
Los dos fabricantes, sin embargo, están inmersos en una intensa carrera para reducir las emisiones de carbono en los aviones que comercializan. Para ello, el centro avanzado de investigación tratará, además, de coordinar los trabajos que sus ingenieros desarrollan en el campo del biocombustible con el que llevan a cabo las universidades brasileñas y otras instituciones del país.
La investigación tendrá especialmente en cuenta el reto que plantea el desarrollo de este tipo de combustibles para la cadena alimentaria, lo que a su vez puede afectar a la producción misma del biocombustible. La implicación directa de Boeing en este proyecto dará así un espaldarazo a la industria de los combustibles alternativos en Brasil.
El país latinoamericano tiene una larga tradición en este campo, señala Mauro Kern, vicepresidente encargado de ingeniería y tecnología en Embraer. El potencial de la bioenergía, añade, asegura, “es enorme”. Al Bryante, el homólogo de Boeing en Brasil, opina que esta alianza permitirá elevar la capacidad del país para producir una nueva fuente de combustible sostenible.
Hace un año, las dos compañías elaboraron un estudio junto con la Fundação de Amparo à Pesquisa en el que identificaron una serie de lagunas en la cadena de suministro del biocombustible. El centro de investigación conjunto, señalan Boeing y Embraer, trata de cubrir eso agujeros. El uso del biofuel es más bien anecdótico aún en la aviación comercial desde que empezó a utilizarse en 2011.