Junto a las numerosas repercusiones de la pandemia de covid-19 en la atención pediátrica, los investigadores han observado un marcado aumento de los adultos jóvenes que buscan tratamiento para trastornos de la alimentación.
En todo Estados Unidos, las hospitalizaciones de adultos jóvenes y adolescentes con trastornos de la alimentación aumentaron a un ritmo de alrededor del 0,7% al mes en los dos años anteriores a la pandemia, según un nuevo estudio que se publicó este lunes en la revista académica JAMA Pediatrics. Pero en 2020, el primer año de la pandemia, esa cifra subió a un 7,2% mensual de media.
Desde la primavera de 2020, cuando se implementaron la mayoría de las restricciones/confinamientos por covid-19, hasta la primavera de 2021, el número de ingresos por trastornos alimenticios se duplicó aproximadamente. Esta cifra aumentó hasta su máximo en abril de 2021.
“Pudimos demostrar que en múltiples sitios en todo el país, hubo aumentos significativos en los pacientes con trastornos de la alimentación después del inicio de la pandemia, que esto no era solo un fenómeno aislado”, dijo el principal autor del estudio, la Dra. Sydney Hartman-Munick, profesora asistente de Pediatría en la Escuela de Medicina Chan de la Universidad de Massachusetts. “Los resultados coinciden con lo que todos sentíamos trabajando día a día en nuestras clínicas y en el hospital”.
Los hospitales individuales habían informado de un aumento de los casos de trastornos alimenticios durante la pandemia, pero este estudio fue el primero en mostrar el impacto a nivel nacional, dijo el Dr. Jason Nagata, profesor asistente de Pediatría en la Universidad de California, San Francisco. Nagata no participó en el estudio.
Los investigadores rastrearon los datos de 14 programas de medicina para adolescentes basados en hospitales “geográficamente diversos” y un programa de tratamiento de trastornos alimenticios no hospitalario desde 2018 hasta 2021, según el estudio. La investigación mostró que el número de personas que buscan tratamiento aumentó, pero no puede decir que la pandemia causó el aumento o si la severidad de los casos fue peor durante la pandemia, dijo Hartman-Munick.
“Los trastornos alimenticios han sido y siguen siendo un importante problema de salud pública para los adolescentes y los adultos jóvenes”, dijo. “Los trastornos alimenticios pueden ser graves, durar toda la vida y ser mortales, y la recuperación puede llevar años incluso con un tratamiento oportuno y adecuado”.
Después del primer año de la pandemia, el volumen de nuevos pacientes comenzó a disminuir en 2021, pero aún se mantuvo en niveles más altos que antes de la pandemia de covid-19.
“Al final del estudio, no se han alcanzado los niveles de referencia anteriores a la pandemia, por lo que es probable que sintamos el impacto de este aumento de volumen durante bastante tiempo”, dijo Hartman-Munick.
Más manos a la obra
Hay muchas razones por las que la pandemia puede haber influido en el aumento de personas que buscan tratamiento para los trastornos alimenticios, dijo Hartman-Munick.
Fue una época de incertidumbre, con cambios en las rutinas diarias, interrupciones en la disponibilidad de alimentos, preocupación por la salud y pérdida de control, añadió.
El fuerte aumento de las cifras muestra la necesidad de más profesionales médicos capacitados para tratar los trastornos alimenticios, incluyendo proveedores de salud mental y nutricionistas con experiencia en trastornos de la alimentación, añadió.
“Necesitamos aumentar la capacidad de los programas de trastornos alimenticios para dar cabida a más pacientes, y ampliar los recursos para los pacientes con Medicaid, que son los que se enfrentan a más limitaciones de tratamiento”, dijo Hartman-Munick.
Los médicos de atención primaria también necesitan más orientación sobre el manejo médico de los trastornos alimenticios, añadió Nagata.
Cómo ayudar a tu hijo
Los adolescentes y adultos jóvenes que se enfrentan a trastornos alimenticios necesitan un tratamiento profesional, idealmente con un equipo interdisciplinario que incluya proveedores de salud mental, médicos y de nutrición, dijo Nagata.
“Los trastornos alimenticios pueden provocar graves complicaciones médicas que afectan al corazón, el cerebro, el hígado, los riñones y otros órganos”, añadió.
Es importante saber qué buscar. Estos trastornos pueden afectar a personas de todos los géneros, razas, etnias, orientaciones sexuales, edades y tamaños corporales.
“No se puede decir que alguien tiene un trastorno alimentario basándose solo en la apariencia”, dijo Nagata.
Existe el estereotipo de que solo las adolescentes desarrollan trastornos alimenticios, pero también puede sucederle a los chicos, dijo Nagata. En los chicos, los trastornos alimenticios se presentan frecuentemente como una obsesión por el ejercicio excesivo y la musculatura, a veces con un enfoque en los suplementos para producir músculos, añadió.
Estos casos a menudo no se denuncian ni se tratan.
En general, las señales de advertencia para cualquier persona con un trastorno alimentario pueden incluir una preocupación por el tamaño, el peso, la comida o el ejercicio que empeora la calidad de vida de la persona, dijo Nagata. Las personas con trastornos alimenticios también pueden alejarse de sus amigos y de sus rutinas.
“Otras señales de alarma son el ayuno, la restricción calórica significativa, los vómitos o el uso de laxantes o píldoras para perder peso”, dijo.
Las familias deben plantear sus preocupaciones a un proveedor de atención médica si ven estos signos, dijo Nagata.
El profesional puede evaluar si se trata de un trastorno alimentario y remitir a las familias a los recursos que deben utilizar a continuación, añadió.
Los padres, los cuidadores y los adolescentes también pueden llamar a la línea de ayuda de la Asociación Nacional de Trastornos Alimenticios (800-931-2237) para obtener orientación.