El dinero de Muñoz no solo se canalizó hacia las propiedades.
Hacía tiempo que Daniel Muñoz ya había puesto el ojo en el negocio de la salud . En 2008 fue su primera incursión a la industria. En Santa Cruz había dos grupos de farmacias. Una, La Franco, de la familia Cárcamo; la otra, de los hermanos Llaneza. La historia que relató el contador Víctor Manzanares se remonta a épocas en que Néstor Kirchner tenía todavía el manejo de la provincia, aun siendo presidente.
El sistema de pago de la Caja de Servicios Sociales había generado un problema financiero en los grupos. Según dijo el contador, Kirchner les pisaba los pagos y entonces venían los problemas de caja para los comerciantes. En ese momento, Carlos Temístocles Cortez, un especialista en sistemas que trabajaba para los Llaneza y era amigo de Manzanares. Así llegó la primera oferta a Muñoz para que ponga dinero en las farmacias. Manzanares, que era profesional de todos los grupos, desaconsejó la operación.
En 2008 llegó una segunda propuesta que tampoco convenció al contador, pero Muñoz no hizo caso y decidió que igualmente se hacía. Según relató, en ese año se capitalizó la compañía con 8 millones de dólares.
Finalmente, en 2010 se realizó la transferencia de acciones. Fue el inicio del crecimiento de Cortez, ahora preso y pieza clave en la organización de lavado de dinero que comandaba Muñoz y que prosiguió Pochetti.
Aquellas farmacias se convirtieron en una red de 22 comercios con sucursales en toda la Patagonia. Los negocios se expandieron. Muñoz compró una casa en Martínez y empezó el portafolio de inmuebles en EE.UU. Llegó el momento de la expansión. El dinero fluía y las conexiones, también. Empezó el camino para llegar a la Patagonia. El hombre clave en Neuquén fue Gregorio Ludman, con quien el exsecretario creó varias empresas.
En Buenos Aires, las ofertas de negocios se sucedían. Llegó una oferta por comprar un laboratorio y según Manzanares, Muñoz autorizó avanzar. El número que apuntó el contador para quedarse con la empresa era de US$40 millones; estaban dispuestos a ponerlos. Pero una denuncia de la diputada Mariana Zuvic generó una alarma. Finalmente se desistió de la operación por temor a levantar sospechas.