Kaitlin Roig escondió a sus alumnos en el baño; Victoria Soto los ocultó en un armario y murió tras engañar al asesino; Anne Marie Murphy fue encontrada muerta, en un aula cubriendo el cuerpo de varios alumnos.
Una de las mayores tragedias de este último tiempo en Estados Unidos fue la masacre de la escuela primaria Sandy Hook, en Danbury, Connecticut, donde el pasado viernes una persona mató a 20 niños, la directora de la escuela y cinco empleadas y se suicidó.
Ya pasaron dos días del trágico viernes, y las historias comienzan a escucharse en un vecindario muy dolido. Tres maestras del Sandy Hook fueron las grandes heroínas al salvar a sus alumnos del agresor. Kaitlin Roig, de 29 años, trabaja hace cinco años en el primer grado. Cuando escuchó los disparos se encerró en el baño con sus alumnos, colocó una estantería para bloquear la puerta y trató de tranquilizarlos advirtiéndoles de que se quedaran callados y recordándoles lo mucho que los quería. “Pensé en lo que me gustaría que me dijeran a mí si tuviera seis años y estuviera en una situación así”, explicó la maestra, la única que hizo declaraciones el mismo día de la tragedia. “Era el primer aula desde la puerta de entrada, era lo lógico”. Cuando la policía llamó a la puerta, ella no se fió de que quienes estaban allí fueran los buenos, como les aseguraba constantemente a los niños para calmarlos. “Les pedí que me enseñaran las placas y que si de verdad eran agentes, que abrieran ellos mismos la puerta. Es lo que hicieron”, contó. Dos días después, la maestra no está en condiciones de querer recordar lo que pasó. “No estoy segura de querer recordarlo, es muy duro”, indicó.
Victoria Soto, de 27 años y origen puertorriqueño, ocultó a sus alumnos de primaria en las taquillas y en un armario del gimnasio del colegio para protegerlos de los disparos. Cuando Adam Lanza, el autor de los hechos, se asomó armado con su fusil de repetición, Soto le aseguró que los niños se encontraban haciendo ejercicios en la cancha. Inmediatamente, el asesino le disparó a la maestra, quien logró salvar a 11 niños y siguió su camino por los pasillos de la escuela.
La tercera maestra que salvó a varios de sus alumnos, fue Anne Marie Murphy, una profesora de educación especial de 52 años. Su cadáver fue encontrado en un aula cubriendo el cuerpo de varios alumnos.