Hoy en día, una minoría armenia que practica un cristianismo ortodoxo, se encuentra en un país donde más del 90% de la población es musulmana. Los asaltos y ataques son más frecuentes en el barrio de Samatya, en Estambul.
Las mujeres armenias que viven en Estambul sufren, desde fines del año pasado, distintos ataques que han preocupado a la población y a los defensores de los Derechos Humanos. Maritsa Kucuk, de 84 años, fue encontrada asesinada en su casa. De origen armenio, había sido apuñalada varias veces y le habían dibujado una cruz en el pecho. Turfanda Asik, de 87 años y del mismo origen étnico, debió ser hospitalizada luego de recibir una paliza en su casa; perdió la vista en un ojo a causa de las heridas. Otra mujer armenia, Sultan Aykar, de 83 años, fue atacada en la calle por un enmascarado y también perdió la vista de un ojo. Un hecho similar vivió otra mujer que fue salvada por transeúntes ante tres desconocidos que, según ella, querían secuestrarla.
Todos estos casos, y otros tantos, ocurrieron en Samatya, un barrio de Estambul donde una parte importante de la población es de origen armenio. Según la policía y el gobierno, estos crímenes y ataques son tomados como actos independientes. “No son racistas ni organizados, sino simples robos”, aseguraron fuentes policiales. Pero de acuerdo a la opinión de Ayse Gunaysu, de la Asociación turca de Derechos Humanos, no se trata de robos aislados.
Muchos armenios practican un cristianismo ortodoxo y forman una pequeña minoría donde entre el 70% y el 75% de la población es étnicamente turca y alrededor del 20% es kurda, en ambos casos, de religión musulmana. “Grupos minoritarios como los kurdos y los armenios aún se enfrentan a una represión sistemática en la Turquía actual”, denunció la ONG Grupo Internacional de Derechos de las Minorías en su informe de noviembre de 2011. “Las actitudes y leyes turcas sobre las minorías han progresado considerablemente en la última década, pero aún quedan por delante muchas reformas para que el código y las prácticas legales lleguen a estándares internacionales”, indicó.
“En Turquía hay un discurso del odio, no sólo contra los armenios sino también contra otras minorías. Si los líderes políticos provocan cada día a la gente en televisión, por supuesto que habrá algunas personas que saldrán a la calle y harán algo”, explica Aris Nalci, editor jefe de la revista turco-armenia Agos. Y agrega que“estos crímenes están relacionados con ese discurso del odio”.
En su historia, Turquía acumula numerosos actos de violencia contra algunas de sus minorías. Durante el Imperio Otomano, antecesor histórico de Turquía, se llevó a cabo uno de los primeros genocidios de la historia moderna entre 1915 y 1923, precisamente contra la población armenia. Se estima que entre 600.000 y 1,8 millones de personas murieron entre esos años.
Hace unos meses en Estambul, un taxista golpeó y echó del coche a una mujer cuando se dio cuenta, por su acento, de que era armenia. Pero hay otros dos casos muy destacados generados por este odio: el de Sahin Balikci, un joven militar asesinado el 24 de abril de 2011, cuando se conmemoraba el genocidio armenio; y el de Hrant Dink, un periodista de Agos y activista por los Derechos Humanos, quien defendía la reconciliación entre turcos y armenios y fue asesinado a tiros por un nacionalista turco en enero de 2007.
Muchos creen que estos ataques contra mujeres armenias podrían estar relacionados con el primer centenario del genocidio. El arzobispo Aram Atesyan, líder en funciones del Patriarcado Armenio de Constantinopla, principal iglesia armenia en Turquía, dijo:
“no creo que sea así. Además, si ése fuera el caso, precisamente debilitaría la versión turca y no ayudaría a poner fin a las reivindicaciones armenias. Están investigando los incidentes minuciosamente y nos aseguran que ya están cerca de la solución. Las autoridades no quieren crear un clima de pánico, naturalmente; y además, primero quieren comprobar las posibilidades de que hayan sido crímenes ordinarios y robos”.
En estos momentos, el gobierno y Partido de los Trabajadores del Kurdistán intentan ponerle fin a un conflicto armado que data de 1984 y que ya ha dejado un saldo de 40.000 personas muertas. Diputados nacionalistas de la oposición criticaron este proceso en el Parlamento y algunos dicen que detrás de los ataques contra las mujeres kurdas, podría haber elementos ultra-nacionalistas.