Las terapias intensivas en crisis

Aseguran que habría que triplicar la cantidad de médicos.

Insumos HospitalariosLas unidades de terapia intensiva (UTI) del país están “en crisis”. Así salió a advertirlo la institución que reúne a los médicos intensivistas. Sus autoridades estiman que habría que triplicar la cantidad de especialistas en cuidados críticos disponibles para brindar la atención adecuada.
“La disponibilidad y la aptitud de los servicios de terapia intensiva para pacientes adultos, pediátricos y neonatales están en crisis -aseguran desde la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI)-. La carencia de profesionales calificados y las estresantes condiciones de trabajo son una amenaza concreta y ponen en riesgo las prestaciones básicas de los cuidados en terapia intensiva para la comunidad en el país.”
Las cifras indican que hay 1200 intensivistas para las 9116 camas disponibles en las 854 UTI hospitalarias del país, que en promedio tienen 10 camas. La recomendación internacional es un médico de guardia cada siete camas más un jefe y por lo menos un médico coordinador.
Como en Uruguay y Brasil, faltan intensivistas, pero aquí la situación es crítica por varios motivos: “La mitad de las residencias queda vacante y el 60% de los terapistas tenemos más de 40 años de edad. Hay muchas más mujeres que varones y van abandonando por las limitaciones en el desarrollo personal. Hoy, la carencia de médicos es alarmante”, explica el doctor Cayetano Galletti, presidente de la SATI.
Está demostrado que cuando la atención en las UTI está a cargo de especialistas en cuidados críticos, mejoran los resultados de los tratamientos y aumentan las probabilidades de vida de los pacientes.
Formar a un intensivista demora por lo menos 10 años. Como universidades nacionales, consejos profesionales, la SATI ofrece la especialidad. Cada año, un 60% de los 60 residentes y profesionales jóvenes que comienzan el curso decide presentarse al examen final. “La carga laboral es muy extensa y no conseguimos médicos jóvenes que quieran hacer guardias activas. Todo esto se está supliendo con médicos que no son especialistas, con las consecuencias que eso tiene para la salud de los pacientes”, comenta Galletti, que también dirige el Servicio de Medicina Crítica del Sanatorio Allende de Córdoba.
“En una sociedad saludable, la medicina intensivista no puede estar en una condición crítica”, afirman los autores de un estudio publicado en American Journal of Respiratory Critical Care sobre el estado de situación en la Argentina, Brasil y Uruguay. Una es la doctora Elisa Estenssoro, del Departamento de Cuidados Críticos del Hospital Interzonal de Agudos Gral. San Martín de La Plata.
La encuesta del CATI indica que el 41% de los intensivistas no cree poder ejercer la especialidad en forma permanente; el 74% siente alto nivel de estrés (un 40% tuvo síndrome de burnout ); el 57% percibe inestabilidad laboral, y el 60% está insatisfecho con sus ingresos. En los centros privados, el 90% trabaja sin relación de dependencia y un porcentaje similar dice que tiene que buscarse el reemplazo para sus vacaciones.
“Cambiaron las demandas, las patologías y la tecnología médica. Las camas en las principales unidades de terapia intensiva de mayor complejidad tienen más monitoreo que un quirófano -dice Galletti-. Las camas para los pacientes crónicos disminuyeron porque aumentó el seguimiento en el hogar. Con esto, crecieron las camas en las áreas críticas, de complejidad y con más pacientes agudos. Claramente, hay una demanda creciente de profesionales que no está siendo satisfecha. Es, también, una especialidad de alto riesgo que no está reconocida como tal.”