Laura y Oscar, los padres militantes de Guido

Se conocieron en los ’70 en La Plata. Militaban en Montoneros y fueron asesinados durante la dictadura.

Laura-Carlotto-hija-de-EstelaDos familias separadas por 2.000 kilómetros, ayer se encontraron a través de una llamada telefónica. Quizás, la más esperada de sus vidas. Los Carlotto y los Montoya supieron que había sido recuperado Guido, el nieto que nunca conocieron, pero que nunca dejaron de buscar.
Claudia Carlotto, hija de Estela de Carlotto y titular de la Conadi, llamó ayer a Jorge Montoya, un comerciante de Caleta Olivia, Santa Cruz, y le contó que su sobrino había sido recuperado y que era, además, el sobrino de ambos.
Guido, el nieto recuperado ayer, es hijo de Laura, la hija desaparecida de Estela de Carlotto y de Walmir Oscar “el Puño” Montoya, ambos militantes montoneros desaparecidos y asesinados en la dictadura militar.
A Jorge Montoya, ayer, profundamente emocionado, le tocó contarle a su madre de 97 años, Hortensia Ardura, una maestra y directora de escuela jubilada que no paraba de llorar, según relataron los pocos que pudieron hablar con la familia caletense fuertemente conmocionada por la noticia y que eligió preservarse en la intimidad familiar.
Ahora, Ignacio Hurban, quien fue bautizado por su madre como Guido, empezará a recorrer la historia que lo llevará también a Caleta Olivia y Cañadón Seco, allí donde su padre fue un niño inquieto, un joven activo y con inclinaciones por la música. Su madre, Laura, lo dio a luz en cautiverio en el centro clandestino “La Cacha” durante la última dictadura militar, y luego fue asesinada. Nació el 26 de junio de 1978, en el Hospital Militar, y fue bautizado Guido, como su abuelo materno.
Pero la historia menos conocida es la de su abuelo paterno, Bergel Montoya, de sangre española, quien a finales de los años ’40 llegó a Cañadón Seco, un campamento petrolero ubicado a 12 km de Caleta Olivia y empezó a trabajar en YPF. Allí, el 26 de junio de 1944 se descubrió un pozo petrolero. El futuro lo esperaba: tuvo dos hijos; y su esposa, Hortensia, fue una maestra querida por varias generaciones.
En 1952, cuando nació Oscar, su madre debió viajar a Comodoro Rivadavia, Chubut, porque en la enfermería del campamento no había lugar disponible, y allí dio a luz a Oscar en un hospital de YPF. Oscar creció y vivió en Cañadón Seco. Según se pudo reconstruir, tuvo una banda de música junto con amigos de la adolescencia, que llamó “Nosotros y Ustedes”.
A mediados de los ’70 viajó a La Plata a estudiar, donde concretó su militancia política y se enroló en Montoneros. En La Plata conoció a Laura, hija de Estela de Carlotto, estudiante de Historia y militante de la JUP. Entre enero y febrero de 1977, Oscar tuvo su último contacto con su familia en Santa Cruz y fue secuestrado a finales de ese año en Buenos Aires o en La Plata.
Investigaciones posteriores dan cuenta de que su compañera estaba embarazada al momento del secuestro. Ella era Laura, hija de Carlotto, quien estaba embarazada de tres meses, y permaneció detenida ilegalmente en el centro clandestino de “La Cancha”, en las afueras de La Plata, hasta que dio a luz. Dos meses después fue asesinada.
Pasarían muchos años hasta que los Montoya pudieron saber que su hijo ya no estaba desaparecido. En mayo de 2009, en el marco de la Iniciativa Latinoamericana de Identificación de Personas Desaparecidas llevada adelante por el EAAF, pudieron ser identificados los restos de Oscar Montoya. El joven había sido inhumado como NN en el cementerio de Berazategui el 27 de diciembre de 1977. Fue la noticia más dura para los Montoya, cuya familia se había mudado a Caleta Olivia.
Ellos también tenían la secreta esperanza de encontrar al nieto. Con la llegada de la democracia, Montoya pasó a integrar la triste lista de los siete santacruceños desaparecidos o asesinados durante la dictadura militar; tres eran del pueblito petrolero, Cañadón Seco. Junto con Oscar Montoya estaban Segundo Reynaldo Rampoli y Eduardo Clivio.
“Pusimos el nombre de Montoya a una sala de música de gran acústica, creo que una de las mejores de la región”, contó ayer a La Nación Jorge Sologa, presidente de la comisión de fomento del pueblo.
“Me conmueve saber que su hijo también es músico”, cuenta Sologa, quien relata que en 2010 se inició un proceso por recuperar la historia de los tres desaparecidos del pueblo. Fueron declarados vecinos ilustres. En el centro del pueblo hay un monumento con tres gigantografías que recuerdan a los tres jóvenes desaparecidos en la dictadura. Cada noche sus rostros se iluminan con reflectores, el monumento está justo en la esquina principal del pueblo que lleva el nombre Nuestros Mártires.